“Las Fiestas”: melancolía y cuentas pendientes en la mesa familiar

El jueves llega a las salas la nueva película de Ignacio Rogers, una comedia dramática, melancólica, sobre una familia disfuncional forzada a celebrar todos juntos por mandato de la madre enferma. El cineasta y los protagonistas Ezequiel Díaz y Dolores Fonzi dialogaron con EL DIA sobre el estreno nacional de la semana

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Pedro Garay

pgaray@eldia.com

Acabamos de celebrar las Fiestas, aunque para muchos fue sobrevivirlas más que pasarlas: las celebraciones de fin de año suelen ser ambiguas, confusas, problemáticas, momentos donde la familia se reúne y los problemas del pasado emergen, despiertan, donde la alegría del encuentro se mezcla con la melancolía de lo que se fue.

Y algunas de esas sensaciones son las que tienen los hermanos protagonistas de “Las Fiestas” cuando su mamá los convence a pura culpa de acompañarla en las celebraciones de fin de año: esa es la premisa de “Las Fiestas”, película de Ignacio Rogers, protagonizada por Cecilia Roth, Dolores Fonzi, Ezequiel Díaz y Daniel Hendler”, que llega a las salas locales este jueves.

Una segunda película muy distinta a lo anterior para Rogers, que venía de dirigir la película de terror “El diablo blanco”: es que en realidad el proyecto nació, hace una década, sin él. Sus amigos Ezequiel Díaz, Julieta Zylberberg y Esteban Lamothe solían juntarse por aquellos años a improvisar en base a unos personajes que habían creado, y en 2012 decidieron llamar a Rogers para que bajara esas experiencias al papel.

“Nos escribimos medio alter egos que pensamos que nos daban ganas de actuar”, recuerda en diálogo con EL DIA Díaz, protagonista y también guionista de “Las Fiestas”, junto a Zylberberg, Lamothe y Alberto Rojas Apel, todos parte de un proceso colaborativo que llevó una década.

De hecho, en los personajes de la película “terminaron entrando los espíritus familiares de todos los que hicimos la película”, cuenta Rogers. “Una materailización de recuerdos”, dice Díaz, en la que “tías, abuelas, madres, primas” nutrían la historia que, desde el ingreso de Rogers, relata Díaz, era ahora la historia de “tres hermanos. Y apareció entonces la madre: ahí se establece la idea madre de la familia pasando las Fiestas”.

Tristeza y Navidad

“Y rápidamente se puso el foco en la familia y los vínculos”, cuenta Rogers. Y que fuera una historia de familia, en las Fiestas, contada a partir de las experiencias y familiares del equipo ”le fue dando la comedia”, explica Díaz, “pero también la melancolía, lo que la alejaba de ese esquema para arriba”.

Y ese era “el clima navideño” que buscaban, “como concepto emocional”. Un tono agridulce presente en algunas películas del subgénero navideño, aunque habitualmente soslayado por formas de la alegría menos sutiles.

“Yo soy muy fan de las películas navideñas, así que metí el virus de la Navidad”, confiesa Díaz. Pero se trabajó, sin embargo, en alguna medida, contra ese subgénero, dice Rogers. “Hubo una decisión de hablar de eso que se habló tantas veces, pero buscando una forma distinta, personal, para hablar de eso”, explica el cineasta. “No pensamos en contra, pensamos en personajes de nuestra vida real que nos inspiraban a contar esto”, suma Díaz. “Y eso contrastaba con lo otro: sentíamos que de esta forma no se había hablado de este tema, que había cosas que no se habían dicho”.

Entre eso no dicho, está el hecho, define el director, de que las Fiestas, al final, “son una imposición de algún modo, si vivís en esta cultura de alguna forma te tocan, tenés que tomar una decisión sobre cómo pasar las Fiestas: no hay forma de evadirlo, aunque te quedes solo en tu casa con la persiana baja, es una Navidad que te quedaste en tu casa con la persiana baja, es imposible de escapar. Y por otro lado, quizás tiene su uso, su cosa valiosa”.

Así es la premisa de la película: los tres hermanos intentando no ir, intentando zafar, ante el pedido de una madre enferma de volver a la quinta familiar, a un pasado que no existió, intentar ser la postal de una familia idílica donde hay años de amor pero también de tensiones, reclamos, rencores sin resolver. Y sin embargo, los tres hermanos no pueden decir que no, porque su madre, María Paz, encarnada por Roth, acaba de sobrevivir por milagro a una larga internación, y busca ahora rehacer su conflictiva relación con sus hijos. Los chicos, desde ya, sospechan que esa madre que sabe exactamente qué botones presionar para perturbarlos, haya cambiado.

Actuar la familia

Roth, Hendler, Fonzi y Díaz conforman en pantalla ese disfuncional monstruo de cuatro cabezas, el mayor logro del filme: la familia se siente como una familia, con el cariño, la familiaridad, la frustración y con todo eso no dicho debajo de la superficie, como pus esperando a emanar.

“Como grupo pensamos que formar el vínculo iba a ser de taquito… pero no”, confiesa Fonzi: los actores son amigos y han trabajado juntos varias veces, pero no es lo mismo tener familiaridad con el otro que ser familia, que actuar una familia. Por eso, “se ensayó muchísimo, y se improvisó mucho hasta que se encontró un tono. Hubo un ensayo clave, donde apareció el tono, fue un punto de partida para entender dónde se ubicaba esa madre, esos hermanos”.

Es que uno podía leer la historia de modo más cómico, exagerarlo, jugar al costumbrismo; otro, apoyarse en el drama. “Los ensayos implicaron darle tiempo y espacio para que confluyera en un mismo lenguaje”, explica Rogers.

Pero, agrega Díaz, que se conocieran sí tuvo beneficios: “Conocernos”, afirma, “fue la puerta para actuar de otras formas: apareció lo desconocido gracias a esa red de que ya sabes quién es el otro, de esa confianza”.

 

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