“Artaud”: la obra inclasificable del maestro Luis Alberto Spinetta cumple 50

Edición Impresa

Mientras el rock argentino se debatía a grandes rasgos entre los sonidos rockeros, que tenían a Pappo’s Blues y La Pesada como principales referentes, y el movimiento conocido como “Acusticazo”, con Sui Generis, Raúl Porchetto y León Gieco a la cabeza, Luis Alberto Spinetta entregaba en los primeros días de octubre de 1973, hace 50 años, “Artaud”, su obra más personal e inescrutable, que no permitía referencias claras con ningún otro trabajo a nivel local e, incluso internacional, y ni siquiera un diálogo directo con ninguna de las propuestas anteriores o posteriores que conformaron su extensa discografía.

Ampliamente considerado como uno de los mejores discos de la historia del rock nacional, el disco fue lanzado como si se tratara de la tercera producción de Pescado Rabioso, aunque en realidad fue el primer trabajo solista de Spinetta.

“No me gusta un artista que se llama Luis Alberto Spinetta. Me parece muy pomposo. Como es mi nombre no lo puedo evitar, pero me gustaría más llamarme Jimmy Choto... no sé. Esa fue una de las razones, lo cual no deja de ser una perfecta idiotez. Otra razón fue que les quise demostrar a los ex miembros del grupo que Pescado Rabioso era yo”, explicó el propio autor a Eduardo Berti, en el libro “Crónica e iluminaciones”, editado en 1988.

Precisamente, para su grabación, el músico apeló a sus viejos amigos de Almendra, Emilio del Guercio y Rodolfo García, compinches además de sus sueños adolescentes; y de su hermano menor, Gustavo Spinetta, con quien en esos días compartía la habitación en la que dormía junto a Patricia, lo cual lo convertía en un testigo partícipe de la composición de aquellas canciones.

El trabajo fue pergeñado en medio de un proceso creativo marcado por el regreso a su mítica casa familiar de la calle Arribeños, en el porteño Bajo Belgrano; el inicio de la relación amorosa y la convivencia con Patricia Zalazar, quien iba a convertirse en la madre de sus cuatro hijos; el final de una etapa signada por la lectura y el intento de experimentar el estilo de vida de los “poetas malditos”; y cierto desencanto con el mundillo rockero.

Al igual que su particular portada de forma irregular, imposible de ordenar en las bateas de las disquerías, el álbum contenía una música minimalista en su instrumentación pero extremadamente compleja y atípica en cuanto a su contenido melódico, armónico y lírico; que tomaba debida distancia de Pescado Rabioso, el anterior proyecto de marcado corte rockero del autor, aunque tampoco abría un camino o daba pistas respecto al futuro que comenzaría a tomar forma bajo el trío Invisible.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE