Ocurrencias: parejas enredadas
Edición Impresa | 8 de Octubre de 2023 | 03:02

Alejandro Castañeda
afcastab@gmail.com
Se conocieron un par de estudios contrastantes sobre las relaciones amorosas. Uno de ellos, lanzado tiempo atrás por el Instituto Nacional de Estadísticas y Estudios Económicos de Francia (Insee), traza un mal pronóstico para solteros/as: los solos de entre 40 y 50 años tienen la triple probabilidad de morir que los acompañados. La pareja, en ese itinerario hogareño, es un formato que comparte, alegra y previene.
Pero, paralelamente se conoció otra investigación que plantea algunas diferencias sobre los alcances de la convivencia: “Las parejas se pelean 167 veces al año en la intimidad de su habitación. Y la mayoría, por cosas nimias que tienen que ver con malos hábitos”.
El experto británico en sueño Neil Stanley lo tiene hasta cuantificado, y asegura que aquellas que comparten cama tienen un 50 por ciento más de posibilidades de padecer interrupciones que aquellas que deciden “divorciarse” temporalmente de noche”. La discutida receta es: amarse pero con suficiente distancia, como calculan boleros y rencorosos.
Stanley hace campaña a favor de las camas separadas para fortalecer una relación que cada noche está demasiado expuesta a los sinsabores de las manías y las malas costumbres. Menciona a los inquietos, los meones, los que leen hasta cualquier hora, los que roncan o siguen con la TV. Y advierte que este padecer a la larga terminará convirtiendo las mansas horas de sueño en una orilla de las pesadillas.
Insaurralde exprimió la caja chica para salir a flotar en aguas azules con un Bandido de su misma altura
Los solterones/as de alguna medida se sintieron recompensados por esta valuación que les reconoce mejor dormir y menos pelea, aunque claro, también los priva de los dulces intervalos de sexo en esos cuartos donde las expectativas, como la luz del velador, se prenden y apagan cada noche.
Pero lo de dormir juntos viene de lejos. Y allí entra en escena la almohada, que fue usada antes que nadie por una clase alta que, apelaba a ella, para elegir enaltecerse o abatirse. Abrazados a ellas, entramos a un paisaje indómito. Es en ese lugar, de sueño y descanso, donde cada uno, aun entre abrazos queridos, siente que tiene alas desobedientes para protagonizar sucesos misteriosos.
La cama matrimonial está llena de caricias y reproches, de goces y fantasías
La cama matrimonial está llena de caricias y reproches, de goces y fantasías. Llegó al mundo cuando el espacio hogareño empezó a escasear y convenía compartir lecho. Y sigue siendo el lugar donde los hijos chiquitos se refugian y donde el amor juega su reelección cada noche. ¿Juntas o separadas? Hay que saber elegir, como dicen los políticos de estos días, dedicados a hacernos creer que el 11 de diciembre los nuevos sueños podrán dejar atrás las viejas pesadillas.
Hoy, los candidatos duermen como pueden sobre un camastro de incertidumbre y desazón. Desde una estrategia de la urgencia, nos piden su voto en medio de una primavera que sólo lanza tímidos murmullos. La realidad criolla nunca fue un buen lugar para hacer planes a mediano plazo. Y las últimas noticias que llegaron desde las billeteras del poder, dejaron atónito al país. Mientras la fiscal Betina Lacki pugna por poder abrir el inquietante teléfono de un chocolate muy amargo, la estrella absoluta de la semana fue el veleidoso Martín Insaurralde, que exprimió la caja chica para salir a flotar en aguas azules con un Bandido de su misma altura. La imagen de su compañera de travesía, al fondo y reflejada, es la alegoría indudable y borrosa de una realidad desvestida que, como descubrió la inolvidable Alicia, sabe que tras esos quebradizos espejos existe un país de maravillas.
Fueron vacaciones superlativas y descaradas que dejan más mensajes que el teléfono alcahuete de un Chocolate repartido. Si Betina Lacki pudiera echarle un vistazo al celular de Sofía Clérici, comprobaría que Marbella y 7 y 54 están más cerca de lo que uno cree.
El yate que alquiló Insaurralde reveló la prosperidad amorosa de un funcionario que acumulaba millajes de trampas. Bandido acabó siendo un Titanic para este timonel muy viajado que se vino a pique por culpa de una fotógrafa complacida y complaciente, de gustos caros y novios lujosos.
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