Textos infantiles en revisión: el turno de Blancanieves y La Cenicienta

Así como en los últimos días se examinó la obra de Roald Dahl y los libros de James Bond, ahora se busca “aggiornar” a los clásicos personajes de Disney, a los que algunos acusan de ser clasistas y heteronormativos

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Contratados para evaluar el contenido de textos, los llamados lectores de sensibilidad de Ladybird Books -una editorial especializada en literatura infantil de Londres que forma parte del grupo Penguin- consideran que cuentos infantiles como Blancanieves y La Cenicienta podrían impactar en los niños con mensajes clasistas y heteronormativos, algo similar a lo que ocurrió días atrás con los cambios realizados en algunos escritos para hacerlos así más inclusivos, como fue el caso de los de James Bond, reeditados para eliminar referencias racistas, o los de Roald Dahl, en los que se eliminaron términos como “gordo” o “feo”. ¿Un nuevo aire para repensar las cosas o un exceso de corrección política?

Concretamente, los lectores de sensibilidad analizan por estos días si la representación que se hace de los diversos grupos de población están libres de estereotipos o si los textos atienden a los valores y la sensibilidad imperante.

Según ellos, clásicos como Blancanieves y La Cenicienta tienen otros elementos problemáticos, como el amor a primera vista o el privilegio de la belleza física por sobre los rasgos de la personalidad. En estos cuentos, además, los personajes más bellos suelen ser rubias y de ojos azules, lo cual -según la mirada de estos lectores- atenta contra la diversidad racial.

Que los protagonistas sean siempre príncipes y princesas en relaciones heterosexuales también es, siempre para los lectores a cargo de estas revisiones, un problema dado que no se representan otras realidades como la homosexualidad o la bisexualidad.

Los lectores de sensibilidad también sostuvieron que es problemático el hincapié que se hace en la clase social cuando se hace referencia a la realeza en cuentos clásicos como La Bella Durmiente o La Cenicienta.

Aquello indicaría que el rango social es lo que hace importantes a las personas. También “encontraron” discriminación por edad: los personajes buenos son a menudo modelos de belleza juvenil y los malos se representan como brujas y viejas arrugadas.

A REVISAR

La decisión de repensar y modificar los clásicos como Blancanieves o La Cenicienta entra en sintonía con el revisionismo propuesto días atrás por la editorial británica Puffin Books, cuyos directivos decidieron modificar la obra de Roald Dahl, autor de las icónicas novelas “Charlie y la fábrica de chocolate”, “Las brujas” y “Matilda”, porque consideraban que utilizaban términos que hoy día son considerados ofensivos y cuya sola mención ayuda a discriminar.

Claro que esta decisión disparó la polémica entre editores, escritores y lectores, muchos de los cuales ven en esta medida un exceso de corrección política o, en todo caso, una simple estrategia para disparar las ventas del autor, algo que finalmente llevó a ese sello a revisar la medida y a anunciar, en las últimas horas, que publicará también las versiones clásicas del autor británico.

“Estas correcciones que pretenden cuidar a las minorías, o que tienen que ver con los valores, van completamente en contra de la obra de Dahl, que justamente discute y pone en conflicto los estereotipos, es graciosa y a los chicos los hace reír un montón. La literatura intenta conmover, generar emociones, y aunque la emoción sea de tristeza, angustia o miedo, son completamente válidas”, sostiene Laura Leibiker, directora editorial de Norma.

En este sentido Raquel Franco, del sello Pequeño editor, apunta que “es difícil coincidir con la decisión de intervenir las obras de Dahl, porque sus obras son irreverentes, incorrectas y revulsivas. Las intervenciones que se plantean van en la dirección de morigerar ese rasgo artístico”.

Para la editora, “esto es bien polémico por dos razones: por un lado, el respeto a la obra del autor y por el otro, el respeto a las capacidades críticas de los lectores. Es una reflexión interesante para hacer en relación con la producción para las infancias, porque implicaría que las obras que tienen estos destinatarios son intervenibles -es decir, en una categoría diferente de otras obras artísticas- y que estos lectores no pueden desarrollar sus propias ideas sobre lo que leen. Esta es una tendencia que llamamos ‘pedagogizante’”.

Los libros de Dahl -que fue héroe de guerra, piloto de combate, espía, misógino, ególatra y antisemita, y vivió durante su niñez en internados británicos donde los alumnos eran azotados hasta el sadomasoquismo- llevan vendidos 300 millones de ejemplares a nivel mundial.

Con el argumento de que la reescritura respondía a un objetivo de mayor inclusión, el sello británico Puffin Books comunicó en estos días que se habían hecho modificaciones para que sean “disfrutadas por todos”. De esta manera, el Augustus Gloop de “Charlie y la fábrica de chocolate” es en la nueva versión “enorme” en lugar de gordo, mientras los Oompa Loompas son “personas pequeñas” en lugar de “hombres pequeños” y la palabra “feo” también desapareció. Algunas escenas también sufrieron cambios: por ejemplo Matilda ya no lee a Joseph Conrad sino a Jane Austen, y en “Las brujas” -donde esas mujeres aparecen como calvas- se incorpora un párrafo en el que se indica que hay “muchas otras razones” por las que las mujeres pueden usar pelucas y “no hay nada de malo en eso”.

A partir del anuncio de estas modificaciones, en las redes sociales se abrió un debate y se difundieron opiniones en contra de la decisión, mientras que la editorial que lo publica en español -Alfaguara- y la que hace lo mismo en francés -Gallimard- informaron que no se sumarán a los cambios de los textos.

Ante la avalancha de críticas que incluyó la de Salman Rushdie, quien consideró que se trataba de “una censura absurda”, la editorial dio a conocer la semana pasada un comunicado en el que señala que, además de las obras modificadas, también se publicarán las obras con la versión clásica que denominarán “The Roald Dahl Classic Collection”, para mantener “impresos los textos clásicos” del autor.

Hasta el momento, Blancanieves y La Cenicienta no parecerían correr con la misma suerte.

 

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