Trabajo y producción, ante el desafío del cambio climático
Edición Impresa | 6 de Agosto de 2023 | 02:53

Estamos al horno. O mejor dicho, tarde o temprano lo estaremos. El calentamiento progresivo que por estos días parece evidente en el hemisferio norte, con manifestaciones de escala muy severa, al filo de la catástrofe, plantó una de sus primeras banderas en nuestro país entre el final de febrero pasado y el 20 de marzo, con una ola de calor inusualmente tardía que “coronó” una sequía brutal. En nuestra región, estos indicios de cambio climático comienzan a ser observados con atención desde diferentes sectores y rubros económicos, atentos al impacto que puedan tener en el corto a mediano plazo sobre la infraestructura, la fuerza laboral, la logística y las modalidades de trabajo.
En materia frutihortícola, La Plata tiene el principal cinturón productivo del país, con unas 4 mil hectáreas en explotación de las que el 80 por ciento, al menos, están cubiertas por invernáculos. A pesar de esta protección, el clima es un factor esencial. Y asoma un poco beligerante.
“Hay que ser cuidadoso al hablar de cambio climático a partir de situaciones anómalas aisladas, pero hay algunas bastante llamativas que se consolidan como los inviernos más ‘cortos’ y benignos; aún sin registros comparativos estrictos, la percepción clara es de temperaturas más altas y situaciones de tormenta más extremas. Y esto hay que tenerlo en cuenta a la hora de cultivar” explica el ingeniero agrónomo Andrés Polack, doctor en Ciencias Naturales de la UNLP: “por citar un ejemplo, hay productores que adelantan el transplante del tomate para mayo y junio, previendo precisamente un invierno benigno, para tener un mejor tamaño en la temporada de verano, cuando en general se transplanta a fines del invierno o principios de la primavera”.
“Desde ya, esta y otras prácticas similares tienen sus riesgos, porque también hay heladas bruscas, tormentas ‘de verano’ en cualquier estación, y vientos inusualmente intensos que provocan la rotura de los invernaderos de madera y polietileno y dañan las plantas. Si bien una forma de enfrentar el cambio climático sería con estructuras de metal, por caso, la relación entre inversión y ganancia en este momento no cierra para eso. Se está gestionando la posibilidad de ampliar la cobertura de los seguros para incluir estos fenómenos, pero es muy incipiente”.
El profesional, que es investigador del INTA/AMBA, revela que “se plantea como idea el tema de buscar semillas y cultivos que aguanten el stress climático, diseñar prácticas de manejo y nutrición más minuciosas, que apunten a la resiliencia de las plantas... Como todo exceso, la ola de calor de marzo y la sequía impactaron, no sólo en la falta de humedad, sino en la aparición de plagas como trips, ácaros y otras”.
Lo cierto es que una vez cosechados los productos, arranca otra etapa. “Más allá de que es algo de habitual salida rápida, si estamos ante extremo calor, la verdura se debe almacenar a la sombra, hidratar, y en algunos casos requiere refrigeración”, concluye Polack: “esto es algo que los horticultores ya van naturalizando”.
INFIERNO EN LAS TORRES
“El bienestar de los trabajadores ante las olas de calor es algo que siempre se tuvo en cuenta, pero los fenómenos recientes obligan a prestarle especial atención” advierte Matías Hernández, titular de la Asociación de Pymes de la Construcción (Apymeco): “sin embargo, no estamos ante temperaturas que impliquen cambios sustanciales en las costumbres, todavía”.
“En la Región, el trabajo de construcción sigue teniendo bastante de artesanal, y en esa escala se maneja mucho con el sentido común de los capataces” aclara el dirigente: “cada obra, además, tiene su técnico en seguridad e higiene; ellos se encargan de controlar si ven mal a alguien. El capataz debe estar atento para decir ‘tomate un respiro, hidratate’... Nadie quiere que se le desmaye un obrero, se caiga del techo y se lastime. Por ejemplo, las tareas de techado con chapa obviamente no se realizan con más de 30 grados. Pero en alguna jornada de temperaturas excesivas, como mucho, se pueden reprogramar tareas”.
Hernández aclara que la opción del trabajo nocturno, para esquivar el calor, “no es viable acá por la presencia vecinal, además de otras cuestiones de seguridad y visibilidad. Te pasás un rato, y llaman a Control Urbano por los ruidos. La excepción es, por ejemplo, cuando se está llenando una losa de hormigón en un edificio y no se llega a tiempo al anochecer; como tiene que hacerse de una vez, se pide un permiso a la Comuna para ampliar el horario”.
Todos los fuegos
Desde el sector gastronómico, que experimenta un auge inédito, con nuevos locales y por consiguiente cocinas cada vez más pobladas, se admite que más allá de los recaudos habituales -mantenerse hidratado, tomar descansos periódicos- en el sector de fuegos no hay mucho que hacer para bajar el termómetro: tan sólo imaginemos a los “maestros pizzeros” frente a sus hornos, en plena ola de calor.
“Lo mejor es contar con un sistema de inyección de aire, que genera un doble beneficio: por un lado, que la campana de la cocina absorba y se lleve lo que se tiene que llevar, sin arrastrar el aire que seguramente se está climatizando en el salón comedor, y por otro, hace que los cocineros y ayudantes padezcan menos el calor” precisa Fernando Mirco, chef de Chaucha y Palito.
“El método de la cortina de aire hace que sólo queden en la ‘línea de fuego’ los que trabajan en ese sector, y preserva al resto. En las cocinas que no la tienen, se nota” añade Mirco desde su restaurante de 13 y 40: “más allá de esto, el otro condicionamiento que se notó en esos días de mucha temperatura fue el estrés de los artefactos y la s instalaciones eléctricas, con llaves térmicas que se ponen más sensibles y te pueden dejar a oscuras en cualquier momento, por lo que hay que administrar la carga. La verdad es que mucho más no se puede hacer ante el calor; hay gente que se pone ropa liviana para trabajar, pero en este ámbito es lo peor que hay porque no suma, y es peligroso”.
“Los avances tecnológicos y el uso cada vez más difundido de los inyectores de aire hoy permiten que haya mejor clima en las cocinas, a pesar de las olas de calor frecuentes” coincide el chef platense Luis “Toto” Liera: “además, los extractores nuevos que se están instalando vienen con opciones de automatización, filtros y ventilación propia. Eso redujo mucho la temperatura y hace al ambiente más tolerable”.
Los servicios, en alerta
Para las empresas de servicios que proveen agua y electricidad a la Región, la primavera y el verano que se avecinan pueden plantear, Niño mediante, escenarios de alta demanda y eventual conflictividad. Y hacia allí apuntan sus recaudos y recomendaciones.
Desde Edelap se hace notar que “estamos viviendo una situación inédita en materia climática, y sólo el verano pasado atravesamos diez olas de calor con temperaturas extremas y récords de demanda energética en todo el país. En ese sentido, estamos ejecutando un plan de inversiones con obras de corto, mediano y largo plazo en las redes que fue presentado por la empresa a la Provincia; y contamos con el Plan Operativo de Emergencias (POE), cuya programación para el periodo de verano se presenta anticipadamente al Organismo de Control (OCEBA)”.
“Hay una percepción clara de temperaturas más altas y tormentas más extremas”
En la empresa ponen de relieve que “mantenemos una comunicación constante con los municipios, Defensa Civil, empresas de otros servicios y Bomberos, y recibimos información meteorológica constantemente del PREIC (Plan de Respuesta de Emergencia con Impacto en la Comunidad)”. Y hacen hincapié en la necesidad de usar de manera “responsable y eficiente” la energía: “impulsamos diferentes campañas, incluyendo el programa ‘La Liga de la Energía’, para niños y niñas de escuelas primarias”.
Desde Aguas Bonaerenses la mirada es similar; en la firma estatal enfatizan que, en el marco del cambio climático, “la Provincia sufre la segunda peor sequía en 60 años, lo que implica la menor disponibilidad hídrica desde que existen los registros” y consideran que “dada esta realidad, el consumo de agua no es acorde con la situación: se requiere tomar conciencia de la necesidad de modificar nuestros hábitos y evitar el derroche”.
“Aún no estamos ante temperaturas que impliquen cambios drásticos en las costumbres”
“Las condiciones naturales imponen un escenario hostil” en materia hídrica, indican los voceros: “como primera medida, es necesario restringir los usos no prioritarios como el llenado de piletas con agua de red, el lavado de autos, y el riego de veredas y espacios verdes en horas diurnas. Sin perjuicio de esto, se trabajó en la adaptación de las perforaciones existentes, reemplazando equipos y llevando las bombas más abajo a medida que el nivel del acuífero desciende, en localidades como Gonnet, City Bell, Villa Elisa, Los Hornos, San Carlos, Altos de San Lorenzo y Aeropuerto”.
“Esto no siempre garantiza una mejora” aducen en ABSA “en tanto y en cuanto la poca disponibilidad de agua afecta los rendimientos. Por ejemplo, en algunos casos, pasamos de explotar en promedio 60 metros cúbicos por hora, por pozo, a 40 m3/h”.
El fantasma del “ESTRÉS TÉRMICO”
En lugares de trabajo, se llama “estrés térmico” al efecto que se da cuando las condiciones ambientales, específicamente la temperatura, están fuera de los rangos de confort humano y pueden afectar la salud y el rendimiento de los trabajadores.
El golpe de calor, o estrés térmico por calor, ocurre cuando el cuerpo no puede regular adecuadamente su temperatura interna debido a una exposición prolongada a altas temperaturas. Esto puede llevar a síntomas graves como sudoración excesiva, fatiga, debilidad, mareos e incluso desmayos. En situaciones extremas, puede ser mortal.
La legislación laboral vigente insta a los empleadores a tomar medidas para prevenir estos episodios. Entre las medidas sugeridas se cuentan controlar la temperatura y la humedad; asegurarse de que las instalaciones cuenten con sistemas de calefacción y refrigeración para mantener un ambiente confortable; proporcionar áreas de descanso y recuperación.
También deben proveer bebidas y agua potable fresca; ropa y equipo de protección personal adecuado para el clima; programar pausas regulares para evitar la exposición prolongada a los elementos; y capacitar y concientizar a los operarios sobre los riesgos del estrés térmico y cómo reconocer sus síntomas tempranos.
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