“Megalópolis”: la última película de Coppola, ¿obra maestra o catástrofe?
Edición Impresa | 6 de Octubre de 2024 | 03:57

No son tiempos fáciles para el cinéfilo. Las salas han quedado raleadas producto de la oferta aparentemente infinita pero mayormente chata de las plataformas, y solo se llenan cuando van los superhéroes: los próceres del cine, como Francis Ford Coppola, director de “El Padrino” y “Apocalipsis ahora”, no la tienen fácil.
Nadie quiso financiar su última obra, su primera película en 13 años, y la que quizás sea su película final, y ciertamente tiene aroma a manifiesto: ”Megalopolis”. Entonces la pagó él mismo, utilizando su lucrativo imperio vinícola para hacer realidad una visión de larga data de la épica romana ambientada en una Nueva York moderna. Y parecía que nadie la iba a distribuir, aunque finalmente Coppola consiguió llevar su película al cine, al menos, en Estados Unidos.
Pero no le ha ido bien. Desde su estreno la semana pasada (todavía no tiene fecha de llegada al país), la película lleva recaudado algo más de 6 millones de dólares (costó 120 millones). Una campaña de marketing envuelta en polémica no ayuda, es cierto: se corrió la bola de que en el set Coppola había tenido comportamientos inapropiados con sus estrellas (algo finalmente desmentido por el elenco) y encima se lanzó un trailer lleno de citas falsas de críticos reales que, supuestamente, denostaban sus anteriores películas, una manera de decir que el genio visionario siempre estuvo adelanado a su época y por eso los comentarios sobre ”Megalópolis” no eran positivos. Al parecer, las falsas citas fueron realizadas con inteligencia artificial.
Pero lo que más parece haber impactado en la decisión del público de darle la espalda a Francis son las críticas, mixtas en el mejor de los casos, pero sobre todo negativas. En el agregador de críticas Rotten Tomatoes tiene apenas el 47% de aprobación, con una puntuación media de 4,9. “Más un manifiesto creativo que una narración convincente, Megalópolis, de Francis Ford Coppola, es una obra sobrecargada, estimulante y chapucera a partes iguales”, resume el sitio.
Matt Donnelly y Ellise Shafer, de Variety estuvieron entre los más optimistas: ”Aunque las reacciones han sido variadas, la película está sin duda repleta de escenas que van de lo visionario a lo simplemente desconcertante”. Bilge Ebiri, de Vulture, opinó que la película “podría ser la cosa más loca que he visto nunca. Y mentiría si dijera que no disfruté de cada segundo”.
Del otro lado, varios: también en Variety, Peter DeBruge calificó la actuación de caricaturesca. En NME, Lou Thomas describió: “El diálogo y la actuación son exagerados, sesgados y extraños, pasando de fascinantes argumentos filosóficos a rimas sin sentido y chistes sin gracia”. Nicholas Barber, de la BBC, criticó la película por su “trama incoherente”, sus “diálogos rebuscados” y los efectos visuales “horriblemente baratos y de aficionado”.
QUÉ DICE COPPOLA
¿Obra maestra adelantada a su tiempo o catástrofe megalómana? En todo caso, todos coinciden en que hay algo desesperado y sincero en el grito que implica este manifiesto artístico para Coppola: “En un momento en que muchos están consumidos por la política partidista amarga y la ansiedad por el cambio climático, Coppola ha usado cada oportunidad este año para implorar que somos una familia humana. Su película, un sueño delirante del futuro, es una fábula difícil de manejar, pero sincera, sobre lo ilimitado del potencial humano. Por inverosímil que pueda parecer el optimismo en 2024, es el cri de coeur (grito apasionado) de Coppola, uno que conecta menos con su perspectiva como estadista mayor que con su permanente e infantil sentido de posibilidad”, escribió Jake Coyle para AP.
¿Y Coppola que dice? Hizo la película que quería: “Megalópolis” es claramente una declaración apasionada al final de la carrera de un titán del cine estadounidense, hecha sin una pizca de algoritmo, que encarna una línea que se escucha varias veces en la película: “Cuando saltamos a lo desconocido, demostramos que somos libres”.
“Tiene que haber”, dice Coppola, “cineastas que hagan la película sin riesgo y se lancen a ella y digan: ‘Bueno, me parece bien, pero ¿quién sabe? Tal vez me equivoque, tal vez tenga razón, no importa. Viene de mi corazón’”.
Nadie valoró ese gesto de libertad. Ninguno de los grandes estudios o servicios de streaming buscó adquirir “Megalopolis” después de Cannes. También la mostró por primera vez a ejecutivos y amigos en Los Ángeles antes del festival, pero encontró poco interés. “Soy una creación de Hollywood. Fui allí queriendo ser parte de eso, y por las buenas o por las malas, me dejaron ser parte de eso. Pero ese sistema se está muriendo”, es el diagnóstico del cineasta.
Vendrá otra cosa, seguro. “Las películas que van a hacer tus nietos no van a ser como esta fórmula que está sucediendo ahora. Ni siquiera podemos imaginar lo que va a ser, y eso es lo maravilloso de esto”, dice. “La noción de que hay un conjunto de reglas para hacer una película, debes tener esto, debes que tener aquello, está bien si estás haciendo Coca-Cola porque quieres saber que vas a poder venderla sin riesgo. Pero el cine no es Coca-Cola. El cine es algo vivo y en constante cambio”.
Pero aunque Hollywood le de la espalda, aunque los espectadores también, no se preocupa. Recuperar su inversión en la película será prácticamente imposible. Está a punto de perder muchos millones. Pero hablando con Coppola, está claro que está lleno de gratitud. “No podría estar más bendecido”, dice. “Todo el mundo está muy preocupado por el dinero. Yo digo: ‘Dame menos dinero y dame más amigos’. Los amigos son valiosos. El dinero es muy frágil. Podrías tener un millón de marcos en Alemania al final de la Segunda Guerra Mundial y no podrías comprar una barra de pan”.
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