Dolor en La Plata por la muerte del reconocido obstetra Héctor Miralles

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Obstetra de tan dilatada trayectoria que trajo al mundo a varias generaciones de platenses, depositario de la mayor confianza que una mujer gestante puede sentir hacia su médico, y dueño de una calidad humana destacada por quienes lo conocieron, causó un profundo dolor en la Ciudad el fallecimiento de Héctor Osvaldo Miralles.

El “Negro Miralles”, como se lo reconocía en su entorno, había nacido el 4 de enero de 1937 en esta ciudad. Hijo del marino Pedro Ramón Miralles y la maestra Emma Graziano fue el menor de los cuatro hijos del matrimonio. Toda su formación la recibió de la Universidad Nacional de La Plata, ya que asistió a la Escuela Anexa, el Colegio Nacional y la Facultad de Ciencias Médicas.

Tras recibir el título de médico se especializó en Tocoginecología. Las primeras prácticas las desarrolló en la Maternidad platense; luego ingresó al servicio del Hospital Gutiérrez, del cual fue jefe durante décadas; e inauguró, asimismo, el área de la especialidad en el Instituto Mater Dei, donde, además, dirigió las residencias de los recientes egresados de Medicina. Por otra parte, a lo largo de su carrera atendió a innumerables pacientes en su consultorio particular.

Ejerció la profesión con una enorme vocación, tanto que fue de esos médicos que asistió partos a cualquier hora del día: levantarse en plena noche cuando estaba por dar a luz algunas de sus pacientes era parte de su rutina. Se caracterizó por su figura de protector no sólo de su familia nuclear sino del resto de sus vínculos afectivos y, por caso, acompañó en la llegada de sus bebés a varias de sus sobrinas.

Fue una persona por demás sociable que inició amistades en todos los ámbitos en los que participó. Plateísta y socio vitalicio, a la pasión por su familia y la profesión le siguió su amor por Gimnasia y Esgrima.

Se casó con la maestra Graciela de la Fuente, a quien conoció de apenas adolescente en el barrio donde ambos crecían. Fueron compañeros inseparables desde sus 14 años, cuando empezaron a noviar. Con ella tuvo a sus cuatro hijas: Carolina (arquitecta), Florencia (tocoginecóloga, como él), Jorgelina (fonoaudióloga), y Soledad (contadora), y compartió también con ella la alegría los 13 nietos y un bisnieto.

 

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