Jean Caillet, resistente francés y una de tantas piezas clave de la gesta

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No fue combatiente, pero su tarea resultó fundamental para el éxito del Desembarco de Normandía, hace 80 años. Jean Caillet, resistente francés nacido en una familia judía y ya centenario, recuerda aquellos días de dolor y trabajo frenético.

Caillet vive en la ciudad francesa de Dieppe, en Normandía, en una calle que lleva su nombre y homenajea su trayectoria, que lo hizo pasar por España y Marruecos antes de llegar a Inglaterra, donde se encargó del mantenimiento de los aviones desplegados en el Desembarco de los Aliados.

Sin Caillet y otros millones de personas que trabajaron lejos de la línea de frente -cartógrafos, intérpretes, mecánicos- el Desembarco del 6 de junio de 1944 no habría sido posible.

“Cuando tenés 20 años, es una gran aventura”, dice Jean Caillet, con el pecho cubierto de condecoraciones, la cabeza llena de recuerdos y el corazón devastado por la muerte de sus seres queridos.

En Inglaterra fue integrado en las únicas unidades francesas, “Guyenne” y “Tunisie”, que volaban en bombarderos pesados de la Royal Air Force (RAF), la fuerza aérea británica.

Al anunciarse la operación del Desembarco, para plantar cara a los nazis en esa parte de Europa, “estábamos contentos, por supuesto, porque tal vez íbamos a ver de nuevo nuestro país algún día”, dice con una sonrisa.

Sin embargo no hubo tiempo para celebraciones. “Teníamos muchísimo trabajo. Yo era mecánico en tierra, me ocupaba del mantenimiento y el chequeo de los aparatos de a bordo de los Halifax”.

“A veces me llevaba cinco minutos, y otras veces una hora. Chequeaba entre cinco y veinte aviones al día. Casi todos los aparatos estuvieron en la batalla de Normandía”, recuerda Caillet, orgulloso de haber contribuido a la liberación de Francia de la ocupación nazi.

En la base inglesa de Elvington, cerca de York, entabla amistades, descubre la cerveza, el whisky, las mujeres. Las restricciones y los bombardeos le recuerdan constantemente que el país está en guerra.

Cuando recibe un permiso y va a Londres, recuerda, “me caían encima casquillos de obuses, por la calle”.

La mitad de los pilotos de las unidades “Guyenne” y “Tunisie” nunca regresaron de su misión.

Pese a los riesgos, le habría gustado ir con ellos.

“No tenía suficiente fuerza física. El hambre durante la guerra debió de influir, y me debilitó físicamente. No había mucho que llevarse a la boca ni en Francia ni en España”.

Jean Caillet nació en Amiens, en el norte de Francia, el 8 de noviembre de 1923. La vida fue dura para su familia en Mortemer, la ciudad donde residían, durante la ocupación alemana.

 

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