La ferretería también cambia: del taller a la oficina y los tornillos al bazar
Edición Impresa | 4 de Septiembre de 2024 | 03:42

Donde hasta ayer se vendían fierros y máquinas para talleres y obras ahora se imponen los artículos plásticos, las tazas, ollas y hasta piezas que decoran. Como a almacenes, tiendas y casas de electro, a la ferretería también se le imponen cambios en las estanterías y hasta de ubicación
Desde la Asociación de Propietarios de Ferreterías, Bazares y Afines de La Plata contaron que, a caballo de las crisis del país, la actividad se fue aggiornando al avance tecnológico.
“La visión es que las pymes y minipymes argentinas puedan desarrollar sus actividades al máximo de su potencial comercial y profesional”, se señaló en una jornada donde se descorchó en algunos comercios por la celebración del Día del Ferretero.
Hugo, al frente de una histórica ferretería ubicada casi en el corazón de la Ciudad, a metros de plaza Moreno, destacó que ese comercio fue fundado en 1907 por los hermanos Pincetti. Ellos estuvieron al frente hasta 1925, luego vendieron la ferretería a un platense de apellido Astutti, quien en 1947, se la vendió a su suegro.
“La ferretería está en el corazón de la Ciudad y los artículos que vende son diferentes a los que trabajan los comercios de las periferias, las casas consumen más y más variedad de cosas”, destacó.
En ese comercio se venden más artículos destinados a las oficinas o a los edificios de departamentos que, a juicio del ferretero, consumen poco, artículos como cueritos para las canillas, pegamentos, o venenos para exterminar plagas.
“Hasta los 80 en el casco había talleres y carpinterías, pero por problemas con los camiones se trasladó todo eso afuera de las avenidas 38, 19 y 60”, explicó para graficar cómo los cambios urbanos incidieron en el movimiento de la actividad.
El comerciante recordó que antes se vendía, por ejemplo, tornillería para techos de chapa o mosquiteros de alambre, algo que no se pide más.
“Ahora todo es de plástico o ya hacen los cerramientos con los mosquiteros, antes vendíamos bombas de todo tipo o artículos para plomeros”, agregó y dijo que se venden artículos de bazar.
Ya no se rompen las paredes como antes, ni hay techos de fundición y toda la gama de objetos relacionados a eso pasaron al retiro.
Sin embargo, Hugo conserva para sí, una vieja y gran llave inglesa de mango curvo o productos con los que se retorcía el alambrado.
Lo que es evidente es que las ferreterías resisten entre lo viejo y lo nuevo, por eso no hay menos, aunque tal vez muchas de las nuevas sean más pequeñas.
Pablo Perique, vicepresidente de FEYBA, destacó que la suya es una profesión que encanta fundamentalmente a los hombres, aunque también hay mujeres muy bien preparadas que se ponen atrás del mostrador.
“Las ferreterías que más trabajan están en los barrios, en las periferias, porque la gente del centro suele comprar en cadenas, desde un alargue hasta una lámpara”, explicó el comerciante.
Perique sostuvo que en el centro está todo construido, pero en las afueras, conseguir cualquier pieza depende de las ferreterías y por eso se van agrandando día a día.
“Hay profesiones que se van perdiendo y con eso los distintos productos, antes por ejemplo era fundamental que un plomero supiera soldar, ahora los trabajos son más rápidos y las piezas de plomo van quedando”, dijo y agregó que la diversificación abarca otras cosas, como artículos de jardinería.
Se indicó que desde mayo a agosto se considera los meses más flojos en ventas por las pocas horas de trabajo diurnas y ahora arranca la temporada alta con la venta de productos como el cloro o la pintura.
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