La mujer, víctima principal de la violencia doméstica
Edición Impresa | 22 de Julio de 2025 | 02:02

Un marcado incremento de las denuncias por violencia doméstica en la Argentina, con las mujeres que aparecen como víctimas en el 73 por ciento de los casos y cuya suma total creció un 9 por ciento en el primer trimestre de 2025 con respecto al mismo período del año anterior, quedó reflejado en el informe que suministró la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Este crecimiento sin freno de la violencia doméstica en nuestro país, con la mujer como blanco principal de ese delito, volvió a cobrar vigencia cuando se hizo público hace pocas horas un informe de la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) del máximo tribunal de Justicia del país.
La violencia doméstica es un delito genérico que tipifica un patrón de conducta coercitivo y controlador que puede incluir el maltrato emocional, el maltrato psicológico, el maltrato físico, el abuso sexual, y/o el abuso financiero.
Es el resultado del hecho de que una persona se siente con derecho a tener poder y control sobre su pareja o los miembros de su familia y de su elección de usar comportamientos abusivos para lograr y mantener ese poder y control.
Del total de presentaciones, el 66 por ciento incluye mujeres afectadas de entre 18 y 59 años; el 36 por involucra a niñas, niños y adolescentes; el 13 por ciento a varones de 18 a 59 años, y el 11 por ciento a personas de 60 años o más. El 73 por ciento de las víctimas son eran mujeres y el 27 por ciento varones, tal como lo informó el trabajo de la OVD, detallado por este diario en su edición de ayer.
A rasgos generales puede aceptarse, como una suerte de verdad impuesta, que este fenómeno tan negativo forma de una violencia generalizada, que alcanza a casi todos los sectores.
Pero es cierto que las mujeres –y también los niños- siguen siendo, tanto en el nuestro como en muchos otros países, víctimas principales de la violencia doméstica.
Muchos especialistas coinciden en que ni siquiera las estadísticas más dramáticas reflejan la dimensión de un problema, añadiendo que existe falta de datos y de seguimientos de mujeres que ingresan a hospitales y luego mueren con claros indicios de violencia familiar.
Es innegable que se han venido registrando significativos avances en lo que se refiere a los agravios que padecen las mujeres y los niños en los hogares. Ello a partir de las difíciles luchas encaradas para evitar tantos injustos tipos de ataques que no dejan de reflejar la voluntad dominante de muchos agresores, porque lo cierto es que siguen existiendo situaciones de violencia, injusticias, discriminaciones y brechas que forman parte de las asignaturas pendientes de nuestra civilización.
Es de esperar que las herramientas legales sancionadas en los últimos tiempos y que la acción de organismos vigentes, como esta oficina que maneja los datos de una realidad que debiera revertirse, sirvan para analizar en profundidad los antecedentes y las medidas que pueden impulsarse.
El hecho comprobado de que son muchas las mujeres y niños que sufren violencia doméstica –que se traduce, claro, en riesgos físicos y emocionales para sus vidas y salud- vuelve imperativo que la sociedad busque fórmulas para superar este verdadero flagelo.
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