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La Ciudad |Historias platenses

Discapacidad y sexualidad: el derecho al amor, una cuenta pendiente

Especialistas y familias hablan de la importancia del desarrollo pleno de sus hijos, entendiendo a las relaciones amorosas como un punto fundamental en su crecimiento a pesar de los prejuicios de la sociedad

Discapacidad y sexualidad: el derecho al amor, una cuenta pendiente

Las relaciones amorosas son fundamentales en el desarrollo de los jóvenes / ASDRA

Camila Moreno

Camila Moreno
cmoreno@eldia.com

5 de Mayo de 2024 | 06:24
Edición impresa

La sociedad, en particular los organismos especializados trabajan a diario por la inclusión de las personas con discapacidad a cada ámbito. El derecho a recibir educación y a insertarse en el mercado laboral en principio parecen estar zanjado, al menos hay leyes que intentan garantizarlos. Pero hay un aspecto de la vida personal que es poco abordado y de la que poco se habla: el derecho a relacionarse con otros y a tener vivir su vida sexual activa.

El manto de tabú que cubre al sexo se vuelve aún más impenetrable cuando se habla de las personas con discapacidad intelectual, grupo que parece tener vedado su derecho a disfrutar de estos vínculos amorosos. Como si fueran niños eternos atrapados dentro de un cuerpo adulto, la posibilidad de que mantengan una vida sexual activa aterra a muchos y socialmente solo se les suele permitir -como si alguien tuviera la potestad de decidir que puede o no hacer- algunos amoríos infantiles como los chicos del jardín que juegan a ser noviecitos.

Pero esto no es así, con la pubertad llega el despertar sexual y muchos no temen ocultarlo. “Cuando Felipe (nombre ficticio utilizado para resguardar su identidad) tenía 13 estábamos en plástica y la profe dio como tarea a los chicos dibujar diez cosas que les gusten hacer. En ese momento el se me acercó y me dijo que le gustaba tocarse tanto como le gustaban las hamburguesas. A mi me pareció espectacular la analogía que hizo sobre el placer que te da comer algo que te gusta mucho y tocarte, sentir el placer”, relató Denise la acompañante terapéutica del adolescente con Asperger a EL DIA.

“No me voy a hacer la canchera, en el momento me sorprendió, pero en lo que me enfoque fue en trabajar en que no estaba mal que me lo cuente, que estaba buenísimo que no tuviera vergüenza ni pudor y que era algo completamente natural, pero que tenía que ser coherente con los espacios y con quien dice lo que dice” sostuvo la especialista y completó la explicación: “Mi intención no era reprimirlo sino que comprendiera que hay ciertos espacios donde corresponde hacerlo y contarlo, que en una actividad de la escuela no corresponde porque es parte de la intimidad, pero que no está mal. Trabajar eso fue bastante duro”.

 

“Pienso de qué manera puedo colaborar para que pueda disfrutar de vincularse”

 

Pero a veces los jóvenes comprenden fácil y la dificultad empieza a la hora de trabajar el tema con sus familias. Quizás por miedo o por sobre protección muchos no aceptan que sus hijos tengan deseo y mucho menos que lleguen a concretar relaciones.

En el caso de la mamá de Felipe, lo primero que afloró fue un sentimiento de malestar pero por su propio accionar. “No había pensado que su hijo pudiera llegar a tocarse o a sentir cosas, entonces comenzó a sentirse mal por su propia actitud. Se replanteó y reprochó todas las veces que entró a su habitación sin golpear y violó su privacidad”.

“Lo que sucede es que se tiende a romantizar a las personas con discapacidad y a no comprender que ellos tienen una sexualidad normal, que son personas deseantes y con capacidad de disfrute” opinó el psicólogo Mel Gregorini y completó: “Hay que comprender que ellos tienen y necesitan también tener un ejercicio de su sexualidad de manera educada y responsable como cualquier persona”.

Los desafíos de la adolescencia

Martín, de 19 años, tiene síndrome de down, su madre Juliana (todos nombres ficticios para cuidar la intimidad de los vecinos) está viviendo su adolescencia con los típicos temores y curiosidades como lo hacen tantos otros padres. “Está en plena adolescencia, estamos descubriendo su posicionamiento frente a la vida y a sus elecciones personales. A esta etapa la vivo con mucha paciencia”, reconoció la mujer.

Más allá del tabú, su intención a lo largo de toda la crianza de su hijo fue la de buscar lo mejor para el y este tema no es la excepción “todo el tiempo pienso de que manera poder colaborar para que pueda disfrutar de vincularse” un tema no menor es que él “al no moverse con independencia, poder conocer alguien se hace más complejo”, señaló Juliana.

Con la adolescencia, los cambios y los descubrimientos los jóvenes están llenos de preguntas y ante el miedo que puede provocar no estar a la altura de lo que sus hijos necesitan “lo ideal es consultar con algún especialista para entender con claridad que no hay nada de tabú en la sexualidad infanto juvenil y adolescente y comprender que al contrario, es lo mas natural posible”, aconsejó el psicólogo. De esa forma se pueden “disipar los miedos que uno tiene, que fundamentalmente están asociados a estigmas. Hay que trabajar mucho el estigma que se tiene sobre la gente con discapacidad o alteración mental u otras situaciones, pero siempre asesorándose. Es por eso que la psicoeducación es importante, derriba el estigma y cuando no hay estigma se solucionan muchísimas cosas”, explicó Gregorini.

Cuando Martín llegó a la adolescencia sintió la necesidad de marcarle ciertos puntos a su familia, “si bien no nos hizo planteos, puso límites para contar con privacidad. Un buen día cerró la puerta de su habitación y ahí entendí que debía golpear antes de entrar”, contó su mamá al tiempo que reconoció: “¡Eso fue toda una declaración!”.

Más allá de la forma en la que se manejan dentro de su hogar, entiende que socialmente existe esta tendencia a separar a las personas con discapacidad de la esfera de las relaciones amorosas y sexuales. “Eso creo que tiene que ver con toda una mirada incapacitante basada en el prejuicio de que no puede tener una vida como cualquier otra persona. Todavía se considera a la discapacidad como algo malo, no como una característica individual y eso entiendo que juega en contra de pensarlos como seres sexuados capaces de disfrutar de la vida como cualquiera”, consideró Juliana y cerró una anécdota personal: “a veces le pregunto si le gustaría tener novia y me hace ‘montoncito’ con los dedos y yo le digo que ya va a conocer a alguien con quien compartir”.

 

“Esta basado en el prejuicio de que no puede tener una vida como cualquier persona”

 

“Hay una negación grande y hay un tema tabú por eso es importante la psicoeduacación y que se tome a la sexualidad como una de las prioridades en la crianza de los chicos y chicas con algún tipo de discapacidad o alguna patología mental, para que puedan vivir una vida plena”, concluyó el psicólogo.

 

 

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