Gimnasia resultó un caos y dilapidó una gran chance

Más allá del karma que en este último tiempo -largo ya- ha resultado Arsenal en la vida de Gimnasia, y al margen de algunos cuestionamientos que se lanzaron al final, por parte de la gente local, con respecto al arbitraje de Saúl Laverni, lo concreto es que Gimnasia jugó mal (muy mal) y por eso perdió bien (muy bien) frente al equipo del Viaducto.

El equipo de Diego Cocca, que en toda la noche no encontró la manera de poder lastimar a su rival, y que incurrió en errores que, a esta altura, parecían poco menos que desterrados, dejó escapar, por sus propias limitaciones (individuales y colectivas) una gran chance de mejorar sus situación con respecto al promedio.

Es que venían cayendo a modo de dominó todos los equipos que están peleando abajo en la tabla de los promedios (Atlético, Racing, Central) y era el momento y el partido. Pero esta posibilidad la dilapidó con una actuación paupérrima, que merecerá un replanteo especial.

El minuto 33 fue una pesadilla para los mens sana. Porque a esa altura del primer tiempo lo golpeó Luciano Leguizamón, que resolvió entrando por el medio una asistencia perfecta de Obolo que había llegado al fondo por derecha, y también a esa altura del complemento, cuando buscaba con diez jugadores (había sido expulsado Chirola Romero, por doble amarilla) fue el propio Obolo que entrando libre por derecha vulneró la resistencia de Sessa con un remate cruzado y bajo al palo derecho.

Arsenal hizo lo que sabe y mejor le sale. Esperar al rival. Plantó dos líneas de cuatro y encimó bien con los centrales a los dos puntas del local. Y quedó a la expectativa. Para su fortuna, el local comenzó a lateralizar mucho el juego, se olvidó de darle profundidad a sus movimientos, no rompió por los costados, no tuvo juego asociado, fallaron los volantes centrales y, si bien llegó más que la visita, tampoco estuvo feliz en la definición.

La clave estuvo en el medio y también en la poca rotación de los delanteros. Y esto no hizo más que generar confusión, malestar general, y ante todo esto los errores quedaron a un paso.

Como cuando pasada la media hora Arsenal encontró fragilidades por el costado izquierdo de la defensa gimnasista, por allí elaboró la mejor jugada del pobre partido de anoche en el Bosque, y facturó por primera vez.

Buscando otras alternativas, u opciones, Cocca lo mandó al campo a Castro y lo sacó a Encina, que había sido, de los volantes, el que más había merodeado el área de Arsenal.

Pero siguió totalmente evadido del partido. Ya no generó tantas chances porque Arsenal se reagrupó otra vez muy bien del medio hacia atrás y no le dio posibilidades. Más allá que el rival hizo lo suyo, lo cierto es que Gimnasia no hizo nada para cambiar la realidad del juego. Decididamente no era su noche.

Para colmo de males, a los 13' Romero simuló un foul dentro del área visitante y Laverni (cuestionado anoche por todo el mundo) lo expulsó por segunda amonestación. Jugando mal y con un hombre menos, ya la cuesta se le hizo más empinada a Gimnasia.

Ni el ingreso de Villar primero, y de Casas después, pudieron cambiar algo. A los 33' Obolo clavó el segundo gol y, hasta el final, porque Gimnasia era un caos y defendía con tres, Arsenal siempre estuvo más cerca del tercero que el dueño de casa del descuento.

Alvarez clavó un pelotazo en el travesaño; Sessa le tapó un mano a mano a Jara, mientras que en la última jugada Campestrini le tapó un remate de gol a Ormeño.