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Sólo una de tres termina la escuela

El sistema escolar no logra contener la fuerte deserción que provocan los embarazos precoces

Sólo una de tres termina la escuela

En la puerta de la escuela Nº61 de Villa Elvira -a la que asistía hasta el mes pasado al nacer su hijo Bautista- Macarena Valente (16) aspira a completar el 8º grado. Su chance: aprobar todas las materias en forma libre a fin de año

2 de Mayo de 2010 | 00:00
Cuando a los quince años supo que iba a tener a un bebé, Marcela Rincón se prometió que ella no dejaría la escuela. Acaso por haber crecido en Aeropuerto, un barrio donde ser madre adolescente equivale a renunciar a cualquier otro proyecto personal, puso todo su empeño para sobreponerse a las dificultades. Sabía que no iba a ser fácil, pero esperaba tener cierta chance. Fue así que cursó todo su embarazo casi sin faltar a clases y estuvo a punto de lograrlo de no haber sido porque dos semanas antes del parto le ordenaron reposo. Sin más alternativa que permanecer en cama perdió el año por acumulación de inasistencias. Hoy que su hijo Dilan ya camina, Marcela no ha vuelto a pisar un aula.
abre comillasCon un sistema educativo que no apuntala la escolarización de las alumnas madres, el embarazo precoz se alza hoy como un trampa casi sin salida para miles de chicascierra comillas


En un momento en que la sexta parte de los nacimientos de nuestro país corresponde a madres menores de 19 años, el embarazo adolescente constituye una preocupante causa de deserción escolar. Pese a algunos esfuerzos bienintencionados, el sistema educativo no consigue retener a las chicas embarazadas en clases y sólo una de cada tres termina la escuela.

Así lo consigna una investigación del Centro Latinomericano Salud y Mujer basada en encuestas a 171 adolescentes de la capital federal y la provincia de Buenos Aires. Además de dimensionar el alcance del fenómeno, el estudio ofrece datos muy reveladores acerca de su trasfondo; entre ellos, los que hablan de las principales causas de esa deserción escolar.

Como muestra el estudio en sus conclusiones, un 66% de las chicas embazaradas deja la escuela por decisión propia; un 11 %, por decisión de los padres; un 15%, por indicación médica y un 6 %, porque la escuela no la acepta. Lo más interesante es que entre aquellas que dejan por decisión propia -señala otro informe del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES)-, "el principal motivo de abandono es la vergüenza de ir a clase embarazada".

Entre prejuicios, propios o ajenos, y un sistema educativo que en nuestra Provincia no ha logrado instrumentar todavía una política que apuntale la escolarización de las niñas madres, el embarazo precoz se alza hoy como un trampa casi sin salida para el futuro de miles de chicas.

CIRCULO VICIOSO DE POBREZA

Clic para ampliarCon 16 años y una bebé de una semana, Jorgelina Araujo siente que sus días como alumna quedaron atrás. Lo supo ya el año pasado cuando al quedar embarazada dejó de sentirse cómoda entre sus compañeros del octavo de la Escuela Nº27. "No sé -dice- me sentía distinta y me daba vergüenza seguir ahí".

Para escapar de esa sensación y completar al menos el año, Jorgelina decidió pasarse al turno noche de su misma escuela, ya que "en otras no la querían tomar", cuenta su suegra. El hecho es que aún cuando en la nocturna se encontraba "más a gusto porque había otras cinco chicas embarazadas", tampoco pudo terminar. A medida que su panza iba abultando el guardapolvo, su cabeza estaba cada vez más lejos del aula y finalmente abandonó.

Clic para ampliarJunto a ella abandonó también el papá de su hija, Brian. "Tenía que cuidarla y ponerme a trabajar", explica él. Hoy, lejos de la escuela, Brian se pasa gran parte del día arriba de un carro de cartonero para llevar algo de dinero a su casa.

Ya sea por vergüenza o falta de apoyo, "a las mamás y papás adolescentes se les hace muy difícil seguir en la escuela y abandonan. Cuando nace el bebé se ven obligados a armar un proyecto de vida con lo que tienen; y lo que tienen es en general muy poco. Al no haber podido completar su educación enfrentan enormes dificultades para insertarse laboralmente. Es un círculo vicioso que alimenta pobreza", explica la licenciada Andrea Gómez.

Psicóloga, sexóloga y una de las autoras del estudio sobre embarazo adolescente realizado por el CELSAM, Gómez resalta las contradicciones de una sociedad que no le ofrece oportunidades escolares a las jóvenes embarazadas, pero tampoco hace mucho por ayudarlas a evitar esos embarazos.

"Hace ya cuatro años que rige la Ley de Educación Sexual obligatoria y todavía no ha sido puesta en práctica, por lo cual las escuelas tampoco ofrecen una educación que contribuya a reducir la tasa de embarazo adolescente -dice-. Está claro que no hay decisión política de hacerlo; de otra forma no se entiende que las mismas autoridades educativas que demoran en aplicar la Ley hayan tardado apenas unos meses para sacar un manual para el mundial de fútbol".

INCIATIVAS PERSONALES

Las cifras de una deserciónDesde que dejó de asistir a clase para tener a su bebé -hace poco más de un mes cuando apenas arrancaba el octavo año-, Macarena Valente ha vuelto varias veces a su escuela, la Nº 61 de Villa Elvira. Aunque ya no cursa, porque no puede desprenderse de su hijo, las autoridades del colegio le ofrecieron la posibilidad de pasarle material para que pueda rendir todas las materias en forma libre a fin de año.

Mientras aprovecha las horas de sueño de Bautista para ponerse al día con las materias, Macarena reconoce haber podido completar el año pasado gracias al apoyo que le brindó la escuela. De no haber sido porque le contemplaron los días que debió faltar a clases debido a un brote de varicela en colegio, hoy debería rendir libre también las materias de séptimo.

Ya sea permitiendo la presencia de bebés en las aulas, posibilitando que las alumnas madres se retiren para amamantar o haciendo la vista gorda frente a ciertas inasistencias, la escuela pública suele adaptarse en mayor o menor medida a las necesidades que plantea la maternidad en edad escolar.

No obstante, lejos de ser el resultado de una política para fomentar la retención escolar producto de embarazos, esas acciones dependen sobre todo de iniciativas personales surgidas en cada escuela. En consecuencia, así como algunos directivos se muestran tolerantes, otros no sienten ninguna necesidad de hacerlo.

"Lo que vemos en general es que a las chicas embarazadas no les dan grandes posibilidades de permanecer en la escuela. Creo que no se valora el esfuerzo que hacen algunas de ellas por seguir estudiando o, en todo caso, ese esfuerzo no se corresponde con acciones concretas por parte de las instituciones educativas", comenta Silvia Fontana desde la Asociación "Los Derechos de los Chicos de mi Barrio", una ong que realiza actividades sociales en varios asentamientos del sur de la Ciudad.

Lo cierto es que más allá de iniciativas individuales, las políticas anunciadas desde la dirección de Educación bonaerense para hacer frente a la deserción por embarazo resultan hoy una incógnita.

Si bien hace dos años las autoridades educativas de la Provincia aseguraban estar "trabajando en la implementación de distintos formatos escolares o maneras de asistir a clase que contemplen la situación de alumnas embarazadas y padres adolescentes" no hay certezas de avances en ese terreno. Ante una consulta de EL DIA sobre el tema, la única respuesta de la dirección de Educación fue un desconcertante silencio.

Mientras tanto, en su casa de Barrio Aeropuerto, Marcela Rincón -como otras tantas chicas que quedaron embarazadas antes de terminar el escuela- siente que de haber recibido un poco más de apoyo hoy tendría un título escolar. Y aunque no se resigna y dice que tiene pensando retomar en algún momento, sus planes suenan lejanos. Aun así no pierde esperanzas. Cuenta que una prima suya lo consiguió y hoy acaba de reiniciar la escuela que dejó dos décadas atrás.

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