Creció 45% en diez meses el número de platenses en tratamiento por adicciones

Orlando Logiurato tiene 54 años y hace unos quince que coordina grupos de adictos. Lo hace desde la base que le da su propia experiencia. Él también fue un joven de 17 años que empezó con el alcohol y terminó, como tantos otros, enganchado y rabioso con la cocaína. "No sé si es porque hay más información o porque se consume más -dice-, pero los grupos de rehabilitación siempre están en crecimiento. Algunos creen que su drama sólo es la merca y no se dan cuenta de que también están enganchados con el alcohol. Eso pasa siempre. En el 90% de los casos sobrevuela el fantasma del alcohol. Pasa que al ser legal no tiene el estigma de otras sustancias. Todos los meses tenemos nuevos casos, y en todos los casos no se consume una sola droga, sino varias".

Al igual que ocurre con las mujeres golpeadas -cuyo crecimiento en el número de denuncias algunos atribuyen a una escalada de episodios y otros, en cambio, a una mayor conciencia por parte de las denunciantes-, nadie sabe decir con precisión cuál es el origen verdadero de este nuevo aumento que sobrevuela al universo de las adicciones. ¿Hay más adictos o más chances para tratarse? Como sea, el último informe de la Subsecretaría de Atención de las Adicciones de la Provincia pone en evidencia una realidad que, asumen sus responsables, cada día preocupa más: en menos de un año, el número de personas que están en tratamiento por alguna adicción creció en nuestra región cerca de un 45%.

No es el único dato que alerta sobre el tema. Los propios encargados de coordinar los grupos de rehabilitación que el Ministerio de Salud provincial tiene en La Plata reconocen, ya sin sorpresa, una presencia cada vez mayor de jóvenes que piden ayuda por cuenta propia o que, por una resolución judicial, son derivados para realizar algún tratamiento. En el hospital Reencuentro, un centro especializado en drogadenpendencia donde Orlando Logiurato coordina cada semana los grupos de rehabilitación, se pasó de apenas 4 pacientes iniciales en 2007 a casi 60 por mes en lo que va del año.

En ese número de personas, dicen también quienes coordinan los grupos, se hace evidente el número de chicos que, pese a no haber llegado a su mayoría de edad, ya están metidos en una compleja historia en la que la droga no parece ser su drama mayor, sino más bien su consecuencia lógica dentro de un contexto donde la falta de empleo, los problemas familiares y la deserción escolar son siempre caras de una misma moneda.

DATOS

Los números no hablan pero aportan indicios. De 275 pacientes que sólo la Subsectetaría tenía en La Plata a mediados del año pasado, se pasó durante los primeros meses de 2011 a unos 400, el 80% varones que realizan tratamiento en diversas modalidades terapéuticas. De ese total, el 17,5% aún no cumplió los 18 años y cerca de un 45% está desempleado. Uno de cada cinco, además, llegó al tratamiento a partir de la derivación por vía judicial.

Que casi el 55% de las personas en tratamiento tenga alguna ocupación laboral y que la mayoría sea mayor de edad, según la subsecretaria de Atención a las Adicciones, Gabriela Torres, da cuenta de cómo el consumo problemático de sustancias "es transversal a la sociedad, y rompe con algunas simplificaciones que ubican al mismo como una problemática propia de jóvenes o de desocupados".

Aunque cierto, miradas como la de Logiurato no dejan de confirmar no obstante que, en el expansivo mundo de las adicciones, quienes suelen llevar la peor parte son los jóvenes y, de ellos, los de clases más bajas, muchos de los cuales comienzan su silencioso peregrinaje por los caminos del consumo incluso antes de cumplir los trece o catorce años.

"Es un círculo perverso y feroz -define Logiurato-. O se enganchan a consumir porque dejaron el estudio o dejan de estudiar porque están enganchados con alguna droga. Lo mismo pasa con el laburo: algunos lo mantienen para poder consumir, pero a muchos se les vuelve imposible poder sostener una ocupación laboral cuando están destruidos por su adicción".

Según el informe oficial difundido esta semana, la mayoría de los testimonios de las historias clínicas relevadas no reconoce como sustancia de inicio el alcohol -sino a la marihuana-, pero en la casi totalidad de los casos se rastrea un abuso sistemático en las primeras etapas de consumo. A nivel provincial, de hecho, se observa que el 35% de los pacientes hace referencia al alcohol como la sustancia principal de consumo, mientras que el 28% apunta a la cocaína y el 27% a la marihuana.

EDADES

Los últimos datos de la Subsecretaría demuestran que la edad promedio a la hora de comenzar a consumir drogas sigue siendo los 15 años, mientras que la edad promedio de los pacientes atendidos actualmente se ubica en los 30. Sobre esto, los estudios detallan que, del total de pacientes de nuestra región, casi el 85% comenzó a consumir siendo menor de edad y el resto lo hizo cuando era mayor.

"Las edades en el mundo de las drogas cada día bajan más", sostiene Logiurato. Su experiencia le permite confirmar con hechos lo que dicen los números. "Antes uno empezaba a consumir a los 17 años y a los 25 tocaba fondo -cuenta-, pero ahora arrancan a fumar marihuana a los 13 y a los 18 ya están en la lona. Comenzar un proceso de recuperación a los 25 años, cuando uno tiene más experiencia y está comenzando a salir de la adolescencia, es muy distinto a hacerlo cuando uno es un pibe y lleva años consumiendo. Ahí Todo se hace más complejo".

Con una experiencia de varios años, el coordinador de grupos asegura que el incremento más evidente no se da en el alcoholismo propiamente dicho -dependencia psíquica y física-, sino en la alcoholización: gente que no es alcohólica, pero presenta un altísimo grado de dependencia psicológica porque con la ingesta busca fugarse de una realidad insostenible.

"Hace cuatro meses arrancó en los grupos un chico de unos 23 años -cuenta-. De entrada dijo que su problema era la cocaína y la marihuana. Cuando empezamos con las entrevistas, sin embargo, notamos que el alcohol siempre estaba presente en su relato pero que él no lo consideraba un problema. Tomarse unas birritas era algo común, casi saludable, y no, en cambio, una conducta adictiva que le abría la puerta a otras adicciones. Esto demuestra cómo incide lo cultural; cómo se naturaliza el consumir alcohol como si fuese algo normal".

EN LA ESCUELA

Los datos que se tienen a nivel local sobre el tema cobran una mayor dimensión cuando se los contextualiza con otros estudios realizados en suelo bonaerense. Uno de ellos, realizado a fines de 2009 por el Instituto Superior de Ciencias de la Salud, determinó que en los últimos diez años creció un 62% el consumo de drogas ilegales entre los estudiantes secundarios: del 8,98% de adolescentes que en 1999 reconocieron usar estupefacientes se pasó en una década al 14,60%.

El consumo de alcohol, según el trabajo, también tuvo un crecimiento notable: pasó del 61% en 1999 al 77% en 2009. Del 14,60% que reveló su consumo de sustancias prohibidas, en tanto, el 96% manifestó que usa marihuana. Otro de los aspectos que según el informe también creció es la pertenencia a grupos en los cuales algún integrante usa drogas ilegales. Cuando en 1999 se consultó a los alumnos sobre si conocían a algún amigo que consumiera drogas, respondió afirmativamente el 30,80%. Ese punto aumentó a 43,17% en la última medición.

Ese dato es importante porque otros estudios, como los realizados por el Observatorio de Drogas de la Sedronar sobre las formas adoptadas para el consumo de drogas, establecen que entre los jóvenes se trata, mayoritariamente, de una acción grupal. En el sondeo del Instituto Superior de Ciencias de la Salud se determina que el 86,48% de aquellos chicos que se drogan tiene amigos que también lo hacen.

Algo similar revelan los últimos datos de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones sobre la situación de consumo en La Plata, según los cuales el 37,9% de las personas que están en tratamiento realizaban su consumo de manera grupal. Dentro de ese universo, además, el 35,9% reconoció haber consumido drogas con una frecuencia de todos los días.

Otros datos relevantes pasan por la facilidad para llegar a las drogas que perciben los adolescentes: de acuerdo al trabajo realizado por el Instituto Superior de Ciencias de la Salud, el 51,6% de los estudiantes consultados reconoció que es muy accesible la compra de estupefacientes, y el 25,6% informó haber sido tentado al menos una vez. La mayoría, el 66%, se inició en el consumo entre los 16 y los 18 años, edades que también entran en sintonía con las que se manejan actualmente en nuestra ciudad.

Las cifras de este informe colocan el consumo de marihuana entre los estudiantes secundarios en poco más del 14%. Un parámetro para comparar y dimensionar el nivel de penetración de esta droga entre los jóvenes bien puede ser el caso de Chile, el país con más alto nivel de uso de marihuana en América latina, según las cifras de la Organización de Estados Americanos. Detrás de la Cordillera, el consumo de marihuana entre estudiantes es del 15,7%.