Renace la escuela incendiada y se moviliza todo un barrio

"Esto era la desolación total. Me senté y no sabía qué hacer. A las seis llamé al Consejo Escolar. Y luego vino el peor momento: recibir y contener a los alumnos". Así recuerda la mañana del 30 de junio Patricia Valente, la directora de la Secundaria N° 51 que aquel día amaneció literalmente destruida por un incendio intencional. Ayer tenía otro semblante. Es que una cuadrilla compuesta por al menos diez obreros ya logró cambiarle la cara al edificio. "El acompañamiento que tuvimos a nivel institucional fue muy importante", reconoce la docente, y sentencia: "El ritmo de las obras es bueno, pero si no se terminan para el lunes 1° de agosto, las clases empiezan igual. Ya tenemos todo organizado para que así sea". La determinación de Valente y el apoyo "incondicional" de padres y alumnos parecen derribar cualquier obstáculo con el fin de continuar dando clases. Y el colegio renace de sus cenizas.

La directora realza el hecho de que "los padres y los chicos vinieron y siguen viniendo para ofrecer ayuda. Por suerte, no la necesitamos. Pero cuando finalice la reconstrucción organizaremos una jornada solidaria para pintar la escuela".

La Secundaria 51, ubicada en 137 y 86, comparte edificio con la Primaria 27. Cuenta con un pasillo al que dan cuatro aulas y la preceptoría, y dos salones más en otro sector del inmueble. Salvo ese par de salas, el último día de junio, un robo derivó en ensañamiento y todo resultó devastado por el fuego.

Así, 200 chicos y chicas se quedaron sin su colegio. Pero no sin clases. Más aún, aprovecharon la situación para reflexionar sobre el tema, extraer cosas positivas y redoblar la apuesta por la educación. Lo cuenta Patricia: "Con los alumnos organizamos talleres, quisimos crear un espacio para que pudiesen expresar lo que sentían". ¿Y qué expresaron? "Bronca", espeta la directora. Pero enseguida añade que "de la bronca salió fuerza. Dijeron 'bueno, nos pasó ésto, pero no nos vamos a quedar quietos. Igual estamos adentro de la escuela'".

"SON VICTIMAS"

Patricia Valente es de esas personas que nunca baja los brazos. Se nota a simple vista y a poco de escucharla. Y parece decidida a no bajarlos ni por lo que están adentro ni por los que están afuera del establecimiento. "Esos chicos -dice, en referencia a los supuestos actores del violento episodio- no son victimarios. Son víctimas. Ojalá los pudiésemos tener en el colegio, como alumnos", reflexionó sin titubeos.

Aquel violento episodio, sin quererlo, convirtió a la Secundaria 51 en sede del acto central por el Día de la Independencia. "Vamos a regalarnos un lindo acto para darnos ánimo, nos dijimos al día siguiente -recuerda la docente-. Eso fue creciendo y creciendo, y finalmente llegaron las autoridades (de Educación de la Provincia y del Consejo Escolar)", describe. Añade que "los alumnos empezaron a cobrar más fuerza, participaron activamente de la organización, los más grandes acompañaron a la gente hasta el campito donde se hizo el evento. Fue muy importante para ellos", resalta.

LA CASITA DE TUCUMAN

Valente cuenta una anécdota muy significativa que nadie mencionó durante el acto. "La casita de Tucumán que apareció detrás de las autoridades, la pintó el profesor de Artística Abraham Kleiman con los alumnos, y lo hicieron con los carbones de los tirantes quemados", sonríe.

Para terminar, asegura que el colegio "siempre tiene un plan elaborado por los docentes para recuperar los contenidos perdidos", e insiste: "Creo que las obras finalizarán a tiempo. Si no, las clases empiezan igual".