Lo secuestraron 4 días antes de casarse: 2 horas de terror

Junto a quien ayer se convirtió en su flamante esposa, un joven platense, identificado por la Policía como Francisco Martín Goya (27), había imaginado el momento en que cristalizaría su amor. Primero en el Registro Civil y posteriormente por Iglesia. Pero apenas cuatro días antes de tamaño acontecimiento, por el que esperó tanto tiempo, el destino le deparó un inesperado episodio, que bien pudo haber truncado los sueños de la pareja de compartir una vida en común.

Fue en la noche del lunes último, cuando se aprestaba a tocar el timbre de la vivienda de su novia, ubicada en la localidad bonaerense de Carapachay, partido de Vicente López, cuando lo abordaron cinco delincuentes armados, que se lo llevaron cautivo y lo pasearon por varios cajeros automáticos, con la clara intención de sacarle dinero, para después liberarlo en una villa de emergencia.

Durante algo más de dos horas, el joven platense, hijo de un reconocido empresario de la Ciudad, propietario de una casa de iluminación, estuvo cautivo de los ladrones, que lo interceptaron tras descender de un auto y lo intimidaron con armas de fuego, para enseguida subirlo nuevamente a su Volkswagen Passat gris, con el que emprendieron la interminable recorrida.

Siempre manteniéndolo apuntado y, bajo amenazas de muerte, lo llevaron a recorrer cajeros automáticos y lo despojaron de un monto no revelado de dinero.

En ese lapso sintió mucho miedo y parecía venírsele el mundo abajo. Y así lo admitió ayer al mediodía, cuando ante un grupo de periodistas que lo aguardó en la puerta del registro civil de la calle 6 entre 42 y 43, se detuvo junto a su novia para recordar los dramáticos momentos que le tocó vivir: "Todos, salvo Superman, tememos por nuestras vidas cuando te están encañonando".

"TRATARE QUE SEA ALGO DEL PASADO"

Ante cada alusión al difícil trance que debió afrontar, sus palabras y gestos denotaban que la angustia y la incertidumbre que experimentó, a sólo cuatro días de su casamiento, aún mantenían sus secuelas.

"Me raptaron, dimos vueltas, me robaron y por suerte me liberaron. Pero todo eso ya pasó y trataré de que sea algo del pasado. Lo más importante ahora es que estoy a punto de casarme con la mujer que amo", remarcó.

La ansiedad de Francisco Goya por poder ingresar al registro civil para dar cumplimiento a esa trascedental ceremonia, lo impulsó segundos después a casi suplicar a los medios de prensa allí presentes que "les pido por favor no más preguntas. Todo lo que se imaginen sobre lo que pasé es así, por lo que espero que nos ayuden a olvidar lo ocurrido".

Ante la insistencia periodística por obtener otros detalles sobre la terrible noche del lunes, el joven se excusó de ahondar en el tema: "Me pasó lo que les pasa a muchos argentinos. Qué les voy a contar, que no hay seguridad es algo ya sabido, entonces no tiene sentido recurrir a frases trilladas. No hubo nada especial, ellos (por los delincuentes) actuaron como se acostumbra en estos casos".

ASALTARON A SUS PADRES EN LA AUTOPISTA

Enterados los padres de Francisco Goya -por medio de la familia de su ahora flamante esposa- de lo que había pasado, se dirigieron en auto hacia Carapachay. Pero cuando llegaron a capital federal, través de la autopista La Plata-Buenos Aires, recibieron la noticia de que su hijo ya había sido liberado y que estaba retornando a nuestra ciudad.

Mirta, la madre de Francisco, reveló ayer que junto a su esposo entonces decidieron regresar por esa autovía a La Plata para reencontrarse con el joven.

Y como si toda la enorme tensión y preocupación sufrida por el matrimonio no hubiera resultado suficiente, la mujer dio conocer que "unos kilómetros antes de llegar a la bajada de la autopista en La Plata, vimos que estaban quemando unas gomas. Entonces le advertí a mi marido que no pasáramos por el lugar, porque intuía que había algo detrás de eso".

Pero no tuvieron tiempo a nada: "En ese momento salieron unos individuos, que para mí no eran menores, y nos apuntaron con armas y amenazaron con palos. Mi esposo entonces tuvo que meter la mano en los bolsillos, sacar un puñado de plata y dársela para que nos dejaran pasar".

Y denunció que esa maniobra "es habitual en ese tramo de la autopista" y que "en el destacamento policial ubicado en la bajada al llegar a La Plata, no había ni un móvil".