"La gran identidad de Estudiantes te deja huellas para toda la vida"

Mano a mano con el DT de Estudiantes. El hombre que dirigió técnicamente a una docena de equipos, “jugó” de local en el Country de City Bell, justamente su único domicilio como futbolista profesional. Volvió por más gloria.

Cuenta que los dirigentes lo llamaron cuando estaba pensando en hacer un viaje de vacaciones con sus hijos. Confía en el equipo que armó. No le teme a las presiones, ni a la expectativa que se generó entre los hinchas. Pasado, presente y futuro del conductor que quiere bordar la estrella albirroja número doce.

Sólo Miguel. Con eso basta para identificarlo en el universo de la pelota. Ya hace bastante que las seis letras de su primer nombre se erigieron en una marca registrada del más alto escalón nacional. El hombre de 55 abriles bien llevados (según la fotógrafa, “cortés y elegante”), aguarda la primera pregunta absolutamente concentrado. Fácil es advertir que valora la cita pactada en la atmósfera cordial de la confitería del golf, uno de sus lugares preferidos en la geografía del Country Club. “Desde el noventa y cinco que no hago una nota así con el diario, encontrándonos especialmente para conversar sin apuro”.

El simple raconto de las doce instituciones que lo contrataron como director técnico, Estudiantes, Lanús, Rosario Central (en estas tres estuvo dos veces) Salamanca de España, Morelia de México, Universidad de Chile, Boca, Vélez, Racing, San Lorenzo, Colón de Santa Fe y Los Andes, provoca su primera reflexión. “En la vida todo me costó, y fue bastante más de lo que creía, pero el recorrido valió la pena. Soy un agradecido”.

-¿Después de tantos almanaques consumidos, te genera una responsabilidad extra haber vuelto a trabajar a tu único domicilio como jugador?.

-Responsabilidades siempre tengo. Sí estaba y estoy bastante ansioso. Es propio de mi carácter. De todos modos, separo lo profesional de los afectos que fui cosechando en este club. No voy a negar que dirigir a Estudiantes me genera muchas cosas vinculadas a mis sentimientos. Antes tenía pudor en confesarlo, pero ahora lo digo sin problemas. En esta etapa no quiero fallarme ni fallarles a los que confiaron en mis cualidades como técnico. Regresé después de un largo recorrido.

-Trabajar en el exterior fue más frío...

-Y sí, siempre me guió el profesionalismo puro. Acá (apoya con fuerza el índice derecho sobre el mantel rojo), se generan cosas fuertes entre mi familia y mis amigos. En estos días que llevo trabajando, me vino a ver gente que me conoce desde cuando tenía quince años. A cada paso que doy se refleja una historia, una vivencia y bienvenido que sea así. Lo disfruto a pleno, aunque encuentra un límite que impone lo profesional.

-Cuando te fuiste, en 1995, sabías que ibas a volver.

-¡No! No sabía. Los caminos de la vida te van llevando por diferentes lugares. Con Hugo (Gottardi) y Guillermo (Cinquetti) hemos trabajado sin pausa, con resultados dulces y no tanto, aunque lo valedero es que por donde pasamos nos han vuelto a contratar. Ese reconocimiento me genera un orgullo enorme.

Ahora, después de la etapa en Racing tenía decidido descansar; quería ver si paraba seis meses o un año, porque veníamos de una carrera loca donde la sana ambición por mejorar no nos había dado un respiro. Tenía planeado irme diez días a Miami con mis hijos, porque uno se pierde de disfrutar esos momentos. No gocé mucho de la vida, pero no me quejo, nuestra profesión es así. Me gusta mucho trabajar. Cuando estaba armando esa escapada, me llamaron de Estudiantes.

“NUNCA ME HABIAN LLAMADO”

-¿Lo habían hecho antes?

-No, nunca. La relación con el club la mantuve siempre, pero no se daba. Con Hugo veníamos regularmente al golf, una o dos veces por semana y jamás cruzamos el portón que te lleva a la concentración. No correspondía que lo hiciéramos; ni siquiera quisimos cuando estaba Alejandro (Sabella). Me invitaban, pero no era prudente. Incluso, hubo muchos partidos de Estudiantes a los que fue mi hija y yo me quedé en casa.

-¿Esta oportunidad te llegó en un momento de madurez en la función?

-Estoy bien, con las ganas intactas por alcanzar metas importantes. Motivado, feliz. Haciendo mi trabajo a pleno. Amo esta profesión.

-¿En cuál etapa estuvo o está el mejor Russo, como jugador o como

entrenador?.

(Sonríe, se resiste a que un Russo le gane al otro) -Son situaciones muy distintas. Disfruté como jugador y ahora lo hago armando equipos. Me encanta ejercer todas las facetas de un conductor. Jamás me quejo de las presiones, convivo con ellas, son parte de esta actividad. Pasar todo el día en el club lo tomo como algo natural. Conservo ese espíritu intenso de los primeros tiempos. Me preparo, estudio, acierto, fallo y avanzó con autocrítica y autoestima, buscando siempre el equilibrio.

-Te escapaste bien de la pregunta. El mediocampista Russo tenía una identidad bien marcada, típico jugador de equipo, nunca primera figura, pero muy valioso en lo colectivo. ¿Conseguiste como técnico imprimirles un sello característico a tus equipos?

-Sí. Claro que sí. Hemos armado equipos de la nada, como nos pasó con Central; llegamos a otros que habían salido segundos y tenían la necesidad de subirse al primer puesto, como Vélez; y otros donde lo único que vale es dar la vuelta olímpica, como Boca. Cada desafío nos fue moldeando. Nos hizo crecer. Con San Lorenzo no fuimos campeones por un gol. Todo dejó un aprendizaje. En Racing, también dejamos un camino, armando un plantel diferente. También deseché ofertas de otros países, porque me gusta trabajar en Argentina, cerca de mis afectos. Si mi familia, mi vieja, mis sobrinos, se haría cuesta arriba.

Además, hoy Estudiantes me recibió con un posicionamiento local e internacional muy marcado que intentaremos cuidar y, si es posible,

aumentar. Todo lo que gira en torno a Estudiantes tiene una gran identidad que va de generación en generación. Así se construye prestigio. Este club te deja huellas para toda la vida.

-En Rosario, ¿qué sentiste cuando Loustau pitó el inicio de tu segundo ciclo en este club?.

-En ese instante me liberé por completo. Sentí que habíamos arrancado, que estábamos todos juntos en el momento y en el lugar que deseábamos estar.

Ahí empezó verdaderamente la función. Corre adrenalina y el día que eso no me suceda, no estaré más.

MIRADA OPTIMISTA

¿Qué porcentaje del funcionamiento que vos pretendés asomó frente a Newell’s?.

-Sólo una parte. Tuvimos contratiempos en la previa, ausencias de peso, pero estuvimos sólidos y hasta podríamos haber ganado. Ya nos vamos a ir acomodando. Veo con optimismo el futuro. Conseguimos orden y adelante, hay mucho por crecer. La sociedad de la “Gata” y Boselli nos va a dar satisfacciones. No podía pretender alcanzar lo máximo en el primer partido.

-Evidentemente, confiás mucho en el colombiano Carbonero.

-Sí, lo vengo siguiendo desde hace un año, es joven y recién llega a un plantel con jugadores formados. Me gusta la forma en que se acopló a este grupo de nivel. Tiene sólo veinte años, el fútbol argentino es bravo, pero le veo buenas condiciones. tanto en lo físico como en lo futbolístico.Estudiantes exige, no es fácil ganarse pronto un lugar.

-¿Tenés el convencimiento de que este equipo va a estar en la parte más linda de la tabla?.

-Va a ser competitivo. Iremos de menor a mayor, pero reconozco sin problemas que se espera mucho de este ciclo. Asumo el riesgo, sé lo que representa Estudiantes y apuesto a seguir creciendo.

-En pocos días Estudiantes comenzará a disputar un torneo internacional que todavía no pudo ganar. Van también por la Copa Sudamericana?.

-Con seriedad y profesionalismo vamos a afrontar cada partido que nos toque jugar. ¡Claro que nos entusiasma esta Copa! La doble competencia es dura, pero ahora no vamos a elegir, saldremos a dar el máximo en todas las situaciones. Esa es la consigna y el desafío que más me seduce.

Después de la entrevista, casi una hora, volvió a prender el celular y posó, a gusto, en rincones que conoce de memoria. Son años. Comió sentado a cada una de esas mesas, tomó y seguirá tomando café antes de salir a divertirse con la bolsa de palos y las cargadas de Gottardi. “Hugo es bueno en serio, en el golf, al billar, con las cartas, a todo juega bien. Yo no, me distiendo, caminamos, charlamos, nos reímos un rato y listo”.

El DT de un equipo señalado como candidato se fue en su camioneta negra saludando a dos muchachos que limpiaban unos carritos. Ninguno lo llamó por el apellido. En el Country es Miguel a secas. Imposible que haya confusiones.