La interna feroz al que está dejando vacío es a Boca

ENFOQUE

Por Eduardo Tucci

Jamás fue buena la convivencia en Boca desde que asumió Falcioni, como tampoco apacible el clima interno a partir de las distintas peleas que se fueron generando de bastante tiempo a esta parte con Riquelme como eje central. Palermo, Schiavi, Angelici, Cvitanich, Clemente Rodríguez y, más recientemente, Facundo Roncaglia fueron los actores centrales de una controversia constante que impactaron en un vestuario caliente que terminó de explotar en San Pablo. Tan es así que aquellos que siguen muy de cerca el mundo-Boca aseguran que ni la vuelta olímpica frente al Corinthians hubiera alcanzado para frenar la catástrofe con formato de anuncio que tuvo como protagonista central al diez y su decisión de no jugar más con la azul y oro.

El DT le dijo al presidente en las horas previas al partido en Brasil que la relación con el grupo “era normal” aunque el directivo sabía a ciencia cierta que las grietas le ganaban a la convivencia. Ahora, cuando todavía perduran los ecos de la noche boquense más traumática de los últimos tiempos, la incógnita mayor pasa por saber cómo harán para encauzar una situación a todas luces delicada. Encima, como telón de fondo, asoman dos contrastes que hicieron mucho ruido como la pérdida del campeonato local y la caída que impidió traer a las vitrinas de la Ribera la séptima Copa Libertadores.

El clima hostil se remonta al primer semestre de 2011 cuando, mientras se disputaba el campeonato Clausura, el cortocircuito entre Riquelme y Palermo alcanzaba su mayor magnitud. Meses después, con el ex pincharrata retirado, el plantel transitó una paz frágil, pero suficiente para lograr enderezar el rumbo futbolístico. De todas formas, jamás se respiró un clima de concordia absoluta y no hubo que esperar demasiado para que saltaran a la superficie los resabios de una interna feroz.

RISPIDECES

El debut copero de los xeneizes a principios de año en Venezuela, más precisamente en Barinas, fue el escenario de nuevas rispideces que incluso abrieron heridas jamás cicatrizadas. Tras el pálido empate sin goles con Zamora, el director técnico le recriminó con dureza a Cvitanich no cumplir sus indicaciones y que, en cambio, atendía las órdenes que le daba Román dentro de la cancha. El duro intercambio que se inició en los vestuarios y siguió en el viaje de retorno -con el diez también como protagonista-, incluyó fuertes discusiones que terminaron en acusaciones públicas muy duras de las que ninguno de los protagonistas se desdijo. Los triunfos que le permitieron a Boca superar rivales en la Libertadores disiparon los nubarrones, pero la tormenta seguía latente.

PICO DE TENSION

En los días previos a los encuentros decisivos por el Clausura y la Libertadores, la relación entre Falcioni y sus dirigidos tuvieron otro pico de tensión a partir de la decisión del adiestrador de disponer de todos los titulares en la semifinal de la Copa Argentina ante Deportivo Merlo, en Catamarca, fase que Boca superó por penales tras igualar 1-1. En ese entonces, los chisporroteos no fueron porque los equipistas no quisieran actuar, sino porque desconfiaban de los motivos que llevaron al entrenador a poner el mejor equipo disponible.

Y no hubo que esperar mucho tiempo para que los pronósticos de mal tiempo se convirtieran en realidad. Las idas y vueltas en torno a la renovación del contrato de Rolando Schiavi, el pedido del técnico para que se transfiera a Clemente Rodríguez y los vaivenes por el viaje de Roncaglia a San Pablo --no pudo actuar en la final porque su contrato caducó el 30 de junio y no aceptó firmar el seguro que le propuso Boca para jugar el desquite--, fueron los detonantes del colapso.

DISCUTIO FEO

Clemente -que la semana pasada también discutió feo con el DT, incluyendo en la pelea temas de la vida personal de ambos-, es uno de los jugadores más leales a Riquelme en el plantel, y la pretendida salida del equipo le cayó pésimamente mal al diez. La negativa dirigencial para que Roncaglia viaje junto a sus compañeros motivó un reclamo muy duro de todos los referentes cuando prácticamente el plantel estaba por abordar el avión que los trasladaría a Brasil para el desquite copero.

Poco antes del mediodía del miércoles cuando le preguntaron al defensor si sus compañeros habían amenazado con no presentarse si él no viajaba, no anduvo con vueltas: “Estoy en Brasil gracias a Riquelme y mis compañeros. Al presidente no le importaba nada si estaba o no acá.

Me habían bajado del vuelo y los jugadores, muy especialmente Román, hablaron para que los pueda acompañar”. Pero para ser más gráfico sobre la situación, Roncaglia, añadió poco después en otra entrevista periodística: “Que tus compañeros te digan: ´Facu, si vos no viajás no jugamos, es muy fuerte y habla de un grupo muy unido”.

INSOSTENIBLE

Más claro hay que echarle agua. En el horno boquense no cabía un bollo más y la situación se tornaba insostenible. Angelici intentó por todos los medios calmar las aguas, gestionó el viaje de Roncaglia, y hasta incluso tuvo charlas con los referentes y el cuerpo técnico. Ni Riquelme ni Falcioni, mientras tanto, cedieron un milímetro en sus posiciones.

Para colmo, en el medio de todos estos sucesos, se supo que la relación del entrenador con los jugadores juveniles que integran el plantel superior no es la mejor pese a que a varios les dio la oportunidad de alternar en el primer equipo. Ocurre que los pibes no se sienten cómodos con el trato recibido por el conductor.

Así se llegó a este presente. Sin dos de las metas que se propuso Boca para este semestre, el Clausura y la Copa -sólo le falta dirimir la Copa Argentina ante Racing-, con el alejamiento del principal referente del plantel que adujo sentirse “vacío” pero con ganas de seguir jugando, más un entrenador y un presidente tocado por una crisis de envergadura. Un presente a todas luces intrincado y un futuro incierto sobre el que seguramente girará toda la expectativa de aquí al inicio de la próxima competencia oficial.