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Murió Leonardo Favio: el adiós a una leyenda

El legendario cineasta y cantante falleció ayer a los 74 años

6 de Noviembre de 2012 | 00:00
Murió Leonardo Favio: el adiós a una leyenda

El notable actor, director de cine y cantante Leonardo Favio, que marcó a fuego la cultura argentina, falleció ayer a los 74 años en el Sanatorio Anchorena a consecuencia del agravamiento de un cuadro de afecciones crónicas que sufría desde hacía años y que en los últimos tiempos había provocado un marcado deterioro en su estado general de salud.

Favio es uno de los directores más importantes de la historia del cine argentino, al que legó títulos como “Crónica de un niño solo”, “El romance del Aniceto y la Francisca”, “El dependiente” y “Perón, sinfonía de un sentimiento”.

Nacido como Fuaf Jorge Jury en Luján de Cuyo (Mendoza) en 1938, Favio construyó a lo largo de una extensa carrera artística y, fundamentalmente desde el cine, una estética personal en la que reconoció y expresó una filiación y pertenencia ideológica, resaltando la dimensión afectiva que incorpora a la política argentina el Peronismo como novedad histórica.

Llega a Buenos Aires para el servicio militar y años después impresiona a directores como Leopoldo Torre Nilsson, que buscan para sus películas personajes jóvenes con contradicciones.

De la mano de Torre Nilsson apareció en películas memorables, como “El secuestrador” (1958), “La casa del ángel” (1960), “Fin de fiesta” (1961), que lo impusieron como actor, mientras que comenzaba a ganarlo la idea de convertirse él mismo en director, tarea en la que comenzó con un par de cortos, debutando en el largometraje con una obra maestra que tituló “Crónica de un niño solo” en 1964.

PRIMEROS PASOS

El filme, con claras referencias a su propia infancia que incluyó pasajes dolorosos en reformatorios, tuvo un inmediato aval de la crítica especializada y sirvió de toque de atención a los amantes del cine.

En esa época comienza su carrera como cantante, obteniendo una fuerte respuesta popular y masiva con temas propios y ajenos que se convirtieron en éxitos del momento como “Ella ya me olvidó”, “Fuiste mía un verano” y “Para saber lo que es la soledad”.

“Este es el romance del Aniceto y la Francisca, de cómo quedó trunco, comenzó la tristeza, y unas pocas cosas más”, es el título completo de la segunda película de Favio, que estrenó en 1967.

Esta segunda película tuvo como figuras principales a Federico Luppi, Elsa Daniel, María Vaner y al hasta entonces locutor Edgardo Suárez.

La película recibió los ocho de premios de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina y es considerada, por buena parte de la crítica local, como una de las mejores de su filmografía.

La tercera, y cierre de aquella trilogía fue “El dependiente”, casi un “a puertas cerradas” con insuperables trabajos de Graciela Borges, y el actor uruguayo Walter Vidarte.

SOBRE SU VIDA

A principio de los 60, Favio se une a María Vaner, con quien tuvo dos hijos y convivió hasta fines de esa década.

Poco después de su separación con Vaner, el cineasta comenzó una relación con la platense Carola Leyton, quien fuera su segunda esposa y con quien tuviera dos hijos.

LA DECADA DEL 70

Con la vuelta a la democracia en 1973, y en coincidencia con su activa militancia política que volvía al primer plano, Favio lanzó la que se convertiría en una suerte de obra cumbre, “Juan Moreira”, estrenada el 25 de mayo de ese año.

Inspirada en el relato homónimo de Eduardo Gutiérrez, pero con la impronta de su hermano Zuhair Jury y la locura que él mismo le aportó pudo contar la historia de este antihéroe y su relación con la política, la violencia y la muerte.

El tema, encarado esta vez en colores, con un diseño de producción que mostraba claramente su pasión por los relatos nacionales y populares, con una memorable actuación de Rodolfo Bebán, convirtieron a la película en un éxito de más de dos millones de entradas.

En 1975 estrenó “Nazareno Cruz y el lobo”, película con la que llegó a la cumbre del éxito.

Si bien no existe un registro exacto de los espectadores que la vieron, se sigue considerando al filme de Favio protagonizado por Juan José Camero y Alfredo Alcón, como el más taquillero de la historia del cine nacional.

De todos los grandes creadores de la historia del cine nacional, Favio fue el más genuino y el más identificable

Los personajes elegidos por Favio en esta etapa están condenados a un destino trágico, sean míticos, fantásticos, o los reales de “Soñar, soñar”, en la que reunió a Carlos Monzón con el cantante Gian Franco Pagliaro, estrenada en 1976.

Durante buena parte de la dictadura, Favio emprende su vuelta a la balada romántica, con la que recorrió toda América Latina y con la que logró imponerse en varios países, un paréntesis de cine que se extendió hasta 1987.

“Gatica, el mono” (1993) lo llevó a la reconstrucción histórica, viajar hasta la década del 50, el momento en que coincidieron el púgil José María Gatica con Juan Domingo Perón, una obra con el entonces debutante Edgardo Nieva, reencuentro de Favio con el mejor cine y el éxito.

Si bien nació como un encargo, el documental “Perón, sinfonía del sentimiento” (1999) se convirtió en una de sus obras más personales, tanto por el tema y la pasión que implicaba, como por su forma de encarar una historia que parecía inabarcable.

En la última década, y ya con un serio problema de salud (polineuritis) que impedía su fácil movilidad, Favio volvió a la carga con un sueño: el de convertir en ballet cinematográfico a “Aniceto”, tal como se llamó el filme protagonizado por Hernán Piquín, con música de Iván Wyszogrod, que ganó nueve premios Cóndor de Plata.

Su último trabajo fue “La buena gente”, uno de los cortos integrantes del grupo de los dedicados al Bicentenario.

En carpeta Favio atesoraba “El mantel de hule”, una historia en la que incluiría muchas referencias personales relacionadas con su infancia en Mendoza.

De todos los grandes creadores de la historia del cine nacional, Favio fue el más genuino y el más identificable, curiosamente también el más exitoso.

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