Una etapa rica y luminosa

Por Monseñor NICOLAS BAISI (*)

La renuncia de Benedicto XVI cierra un pontificado muy rico, con muchas dificultades pero también muy luminoso en su doctrina. Se va un Papa cuya presencia seguramente vamos a extrañar. Es un hombre prudente y ha tomado una decisión que, por supuesto, debemos respetar. Se abre ahora una etapa de renovación con continuidad. Cada liderazgo nuevo marca un acento diferente, pero eso no implica un giro en las cuestiones esenciales de la doctrina católica, sino un desarrollo homogéneo. Así como Juan Pablo II puso el acento en su rol de misionero, Benedicto XVI fue profundizando la riqueza de las verdades de la fe, a la que pudo iluminar con su brillante formación teológica. Ambos fueron complementarios, respondiendo la las necesidades de su tiempo.

Esta decisión, cuyos motivos el Papa conocerá y habrá meditado en profundidad, ratifica su vocación y disposición de servidor. Implica una mirada sobre la tarea que demanda el ejercicio del ministerio papal y no sobre el poder que ejerce el máximo líder de la Iglesia. Es, en ese sentido, un mensaje a los hombres. Muestra desapego, reconocimiento de los límites humanos, humildad y vocación para servir.

“He tenido un par de encuentros con Benedicto XVI. Y me ha quedado la impresión de un hombre de extraordinaria sensibilidad humana”

He tenido un par de encuentros con Benedicto XVI. Y me ha quedado la impresión de un hombre de extraordinaria sensibilidad humana; especialmente preocupado e interesado por el otro. Tenía la cualidad de prestar atención al otro desde una posición de humildad y de profundo humanismo.

Teológicamente, es un hombre brillante, con una visión muy amplia y profunda, en un permanente diálogo con todas las culturas.

Anuncio a Cristo, Hijo eterno de Dios que se hizo hombre para llevar a los hombres a Dios. Su decisión ha provocado tristeza, sorpresa y, al mismo tiempo, admiración y respeto.

Por supuesto, ahora se abre en la Iglesia un periodo de expectativa natural, quizá de cierta incertidumbre sobre lo que va a pasar. Pero la Iglesia está más allá de los hombres, aunque liderazgos como los de los últimos pontífices la han marcado de una manera singular. En el día a día no habrá sobresaltos. Se va un Papa al que vamos a extrañar y vendrá uno nuevo que, seguramente, inaugurará otro periodo luminoso para los católicos del mundo.

(*) Obispo auxiliar de La Plata