Llegó en silencio, se va con tres estrellas

Llegó de la mano de Reinaldo Carlos Merlo que lo pidió expresamente en el verano de 2005 para reforzar la zona media. En un primer momento más de un hincha lo miraba de reojo porque en su puesto tenía a dos jugadores que ya se habían ganado el respeto: el chileno “Kalule” Meléndez y Adrián Bastía. Sin embargo, Rodrigo “Chapu” Braña se ganó rápido un lugar en el corazón de la familia pincharrata, desde su mismo debut ante Banfield, el 27 de febrero de 2005 . Su inconmensurable entrega, su capacidad de quite y su perfil bajo, le valieron una rápida identificación con los habitantes del tablón.

Tras su primer semestre en el club, el equipo cerró una temporada más que positiva, superó los 60 puntos y se clasificaron para la Libertadores 2006.

En esa Copa, Braña tuvo un rendimiento superlativo y el equipo, de la mano de Jorge Burruchaga, accedió a los cuartos de final, que se disputaron tras un largo intervalo por el Mundial de Alemania. En esa instancia, asumió como nuevo técnico Pincha Diego Simeone, con quien tuvo un despegue descomunal hasta convertirse en un verdadero caudillo del mediocampo .

Llegó Juan Sebastián Verón desde Italia y para el Apertura 2006 , con la conducción del Cholo, Estudiantes armó un equipo para entusiasmar. La Bruja y el Chapu se acoplaron a la perfección, rápidamente se convirtieron en una sociedad perfecta: una para recuperar, el otro para distribuir.

El 13 de diciembre de 2006 Braña tuvo su primer encuentro con la gloria. Estudiantes, tras llegar corriendo desde atrás y sin claudicar en la dura lucha por darle alcance a Boca, accedió a un desempate y superó al Xeneize 2 a 1 en el Amalfitani, con una notable actuación del ex Quilmes.

Fue tras aquella primera consagración que los que peinan canas se animaron a compararlo con Carlos Pachamé , el mítico volante central del Estudiantes campeón del mundo, por su guapeza y fiereza en la marca.

En 2008, en otra de sus grandes campañas, fue pieza clave del equipo subcampeón de la Copa Sudamericana que, con Leo Astrada como DT, forzó la prórroga en la final ante el brillante Inter de Porto Alegre.

Pese a la bronca de aquel trofeo perdido, el destino le tenía guardada una revancha inmensamente superior: la Copa Libertadores de América. En 2009, con Sabella como estratega, el Pincha volvió a ser rey de América 39 años después. Y claro, Braña fue un engranaje clave en la perfecta maquinaria de Pachorra, con el pasaporte a la inolvidable final ante el Barcelona de Messi en el Mundial de Clubes, donde fue subcampeón.

La gloria tocó a su puerta, una vez más, en el Apertura 2010 . El Chapu volvió a gritar campeón y, como en sus consagraciones anteriores, fue otra vez titular y una de las figuras. Una de sus principales virtudes fue la de rendir siempre por encima de la media en los partidos decisivos. Un plus del que sólo los elegidos pueden hacer gala.

Llegó como uno más. Se va como uno de los grandes caudillos de la historia de Estudiantes, que ya le tiene reservado un lugar en el salón de los ídolos que no tienen fecha de vencimiento.