Recién llegó su confirmación y ya se extraña al gladiador

OPINION
Por ANIBAL GUIDI

Han sido muchos años de verlo correr en el mediocampo de Estudiantes. Y siempre en un alto nivel de rendimiento. Es que el dejar todo, y algo más, dentro de una cancha, es su forma de ver y sentir el fútbol. Rodrigo Braña anunció ayer que dejará el equipo albirrojo y ya se lo extraña, tan fuerte resultó la impronta que dejó el Chapu en el equipo, con el que colaboró estrechamente para conseguir un montón de logros deportivos, que se pueden ver en las vitrinas de la sede de 53 Nº 620, siempre dejando de relieve, además, su gran profesionalismo y don de buena gente.

Braña resultó siempre una insustituible rueda de auxilio para aquel que se encargara de manejar los hilos del equipo. Batallador incansable, gran recuperador de pelota, solidario como el que más, disciplinado tácticamente, y muy capaz e inteligente. Sacrificado y para nada egoísta, hasta el último partido que jugó con la camiseta albirroja, y hace muy pocos días de esto -ante Belgrano- terminó siendo uno de los jugadores más valiosos del equipo.

Se recordará por siempre el tándem exitoso que conformó con la Brujita Verón. Desequilibrante por donde se lo mire. Por todo eso, y porque siempre fue guía y consejero de los más jóvenes, el Chapu -que igualmente seguirá corriendo detrás de una pelota con otra casaca- se lo va a extrañar, y mucho, en Estudiantes. Pero los ocho años que pasó en el club no resultaron en vano. Por el contrario, marcó un camino a seguir y solo resta que los que vienen detrás suyo, la sigan transitando.

Si hay algo que no se le puede reprochar al oriundo de Berazategui, es el de que en algún momento se guardó algo, o que se bajara de algún compromiso clave esgrimiendo algún argumento pueril.

Todo eso no va sin duda con su forma de ver y sentir el fútbol. Un profesional con alma de amateur, que llegado el momento, y fiel a su filosofía de vida, no quiso jugar con el deseo de mucha gente que quería seguir viéndolo con la casaca albirroja, y tras esperar que se terminara su compromiso contractual con el club, anunció oficialmente su partida.

Lo empuja, a los 34 años, el deseo de satisfacer el deseo de jugar en el exterior. Lógico y entendible.

Su deseo es poder cerrar su carrera futbolística en Quilmes, club que lo lanzó a la notoriedad allá por 1997. Pero llegado a ese momento, seguramente resultará imposible que no se lo invite para que lo haga en Estudiantes.

Lo cierto es que el Chapu esperó hasta el momento oportuno, a esa decisión arribó con la misma justeza que siempre llegó hasta una pelota. Trabó, la ganó, salió con la misma llevándola al pié y con la cabeza levantada, para luego cedérsela al compañero mejor ubicado.

Un grande como jugador y como persona el Chapu Braña que, no bien anunció ayer que se cerró su ciclo en Estudiantes, instantáneamente se lo empezó a extrañar.