Las iglesias, un blanco fácil para delincuentes

El caso de la San Roque pone otra vez al desnudo un fenómeno que viene jaqueando a los templos de la Región: los hurtos, robos y saqueos de los que son objeto las sedes religiosas.

Entre los antecedentes se puede mencionar, por caso, lo sucedido hace diez días cuando delincuentes entraron a robar en la parroquia Santo Cristo, emplazada en el predio del Cementerio Municipal, 72 y 131. En esa oportunidad los ladrones sustrajeron algunas monedas de la alcancía, pero ocasionaron grandes destrozos: rompieron vidrios, desparramaron biblioratos con archivos y distintos elementos que se utilizan para la liturgia. El impacto por el hecho fue tal que el sacerdote a cargo de la iglesia pidió a la Policía que se hicieran patrullajes por la zona.

ROPA QUE IBA A LOS INUNDADOS

Al padre Andrés, a cargo de la parroquia del Cementerio municipal, no le dan respiro en ese sentido. Un poco antes de ese hecho, en abril pasado, ingresaron al lugar y se apoderaron de la ropa que se había reunido a partir de donaciones y cuyo destino eran las familias damnificadas por la inundación.

Otro episodio de repercusión ocurrió en enero de 2010 en la parroquia Nuestra Señora de la Salud de Los Hornos, que fue blanco de un violento ataque. Un grupo de desconocidos llegó a la iglesia ubicada en 137 entre 66 y 67 y tras forzar las rejas que protegían el edificio, ingresó al sector de los scouts. Robaron aberturas y varios litros de pintura con que se pensaba reacondicionar el templo. Dos años antes también habían entrado ladrones a la casa de los sacerdotes de esa iglesia; y también en otra sede eclesiástica ubicada en barrio Aeropuerto, donde sustrajeron distintos objetos de valor como bicicletas, hidrolavadora y materiales de construcción.

Una iglesia que sufrió numerosos robos, pese a encontrarse a metros de una comisaría, fue la parroquia Stella Maris de Punta Lara. A lo largo de 2009 fue atacada en tres oportunidades y los delincuentes se llevaron, entre otros elementos de valor, la limosna recaudada en misa.

Pero además de los casos graves en que las parroquias y capillas pierden parte de su patrimonio por el accionar de delincuentes que buscan dinero y objetos de alto valor comercial, también se han dado casos de vandalismo y hurtos menores. Sobre todo, muchas han sufrido las faltantes de placas y otros elementos del mobiliarios confeccionados con metales o mármol que se cotizan en los mercados ilegales. Estos casos se dan, fundamentalmente, en los horarios nocturnos.

UN CURA A TERAPIA INTENSIVA

Un caso que resonó en la Región es el que se conoció en Florencio Varela en febrero de 2012. El párroco de la iglesia San Francisco de esa ciudad fue herido de gravedad debido a la golpiza y cuchilladas que recibió en ocasión de un asalto en el que un violento grupo robó dinero, una computadora y un grabador.