“Los relatos guardan una coincidencia espeluznante”

“Mientras todos los que detentamos alguna responsabilidad estatal denunciamos la falta de participación de la ciudadanía en la ‘res pública’”, la “cuestionada difusión mediática” del caso Martínez Poch generó “un grado de compromiso que no he detectado en ninguna otra pesquisa en la que haya intervenido”, apuntó el fiscal Marcelo Romero en su pedido de preventiva.

Avanzando en esta línea, agregó que “literalmente se ha formado ‘fila’ de personas” en la fiscalía, en la DDI y en el Gabinete de Delitos Sexuales de esa dirección, quienes “en forma espontánea se han presentado a colaborar y aportar datos” para la causa.

Según Romero, “estos relatos guardan una coincidencia espeluznante, más allá de los diferentes tiempos y espacios físicos a los que aluden”. Y brindan, “en forma conteste y sin concierto previo, el ‘cómo’, en respuesta a aquel interrogante que busca contestar la criminalística, Martínez Poch se ha desenvuelto, cayendo una y otra vez en las mismas atrocidades”.

“Al propio tiempo -resalta Romero- confieren la radiografía de un modus operandi que a esta altura bien podría considerarse de serial”. Para los investigadores no sólo resultaron clave los valientes testimonios de Vanessa R. y las dos hijas de Martínez Poch, sino también los de otras ex parejas del imputado, que develaron “el proceso de despersonalización al que han sido sometidas, la forma en la que han escapado de la espiral de violencia, no sin secuelas para sus vidas” y “el ritual ejercido por Martínez para concretar sus deleznables fines”.

El fiscal tuvo en cuenta, además, las declaraciones de testigos. Una de ellas dio cuenta del “sometimiento” en el que estaba sumida la abogada, “como si fuera un títere”: “Veía como Poch la pichicateaba, le daba inyecciones… que sacaba de una caja llena de medicamentos y después él mismo se inyectaba”; que le dijo que “Poch no la dejaba irse de la casa, que le había sacado su celular y no le permitía acceder al Facebook, que no sabía como escaparse…”