Un cuadro que abre interrogantes políticos

EL VICEPRESIDENTE, AMADO BOUDOU, ESTUVO LA SEMANA PASADA EN BRASIL (EN LA FOTO CON EL PRESIDENTE DEL SENADO, RENAN CALHEIROS). VOLVIÓ DE URGENCIA POR LA SALUD DE CRISTINA

Por MARIANO SPEZZAPRIA

P odría decirse que ningún político argentino de entre los que están en el lote de los más reconocidos pudo pasar ayer un domingo de calma y distensión, en compañía de la familia o de amigos. Es que la noticia sobre el reposo obligado de la Presidenta -prescripto por los médicos luego de que sufriera un golpe en la cabeza hace 25 días- trastoca los planes de todos ellos en plena campaña electoral.

EL ROL DEL VICE

En primer lugar, advirtieron que el sólo hecho de que Amado Boudou quede a cargo del ejercicio del Poder Ejecutivo mientras dure la baja de la Presidenta, le otorga a la oposición un margen de maniobra muy amplio como para proseguir con las críticas típicas de una campaña electoral. Por eso en el propio Gobierno se instaló un debate sobre el papel que debe cumplir el Vicepresidente.

A sabiendas de que Boudou ostenta el récord de imagen negativa entre los políticos -debido a que los argentinos lo identifican con casos de corrupción-, en la Casa Rosada buscarían moldear un interinato de perfil bajo, con escasa exposición pública, mientras dure la licencia de la Presidenta. Incluso no falta quien piense que Boudou debería asumir la función con “facultades restringidas”.

Es decir, que a la publicación institucional en el Boletín Oficial del nuevo escenario que se presenta en el Poder Ejecu, se añada un decreto complementario para acotar las funciones a desempeñar por el Vice. Aunque algún constitucionalista ya habría advertido que esa alternativa sólo tendría carácter legal si la votara una Asamblea Legislativa, el órgano que reúne a las cámaras de diputados y senadores.

Dentro del arco oficialista, el primero en exteriorizar la “preocupación” que plantea el estado de salud de la Presidenta fue Daniel Scioli. El gobernador de Buenos Aires se encuentra en plena campaña hacia las elecciones legislativas del 27 -ayer estuvo en Avellaneda- y lo dijo con todas las letras: “No hay que exponerla a ningún riesgo mayor al que tiene la exigencia de este trabajo”.

Las palabras de Scioli se interpretaron en dos direcciones: por un lado, el mensaje de tono humano hacia una persona que no atraviesa un buen momento de salud, pero por el otro, una advertencia a los colaboradores más cercanos de la Presidenta, para que no se escuden en ella y afronten la responsabilidad que les toca como miembros del Gobierno en un trance difícil de su conductora.

LA OPOSICION, ATENTA

Los sectores de oposición, por su parte, aguardan la evolución institucional del problema, mientras transmiten mensajes de “pronta recuperación” para la Presidenta. Saben que los problemas de salud de los presidentes provocan cierta empatía en la sociedad, pero están seguros de que los argentinos ratificarán en 20 días la orientación del “voto crítico” que emitieron en las Primarias de agosto.

Por eso ninguno de los referentes de oposición se planteó hasta el momento suspender la campaña electoral. En el caso de Sergio Massa -tal vez el dirigente más expuesto en términos mediáticos tras su resonante victoria en la Provincia- se registra en los próximos días una merma de sus apariciones públicas, a las que el candidato del Frente Renovador bonaerense suele imprimir un estilo festivo.

Mientras, unos cuantos dirigentes analizaron enseguida la posibilidad de que la Casa Rosada hubiera urdido una maniobra para quitar a Cristina Kirchner de los primeros planos cuando el oficialismo se encamina a padecer una nueva derrota electoral el 27 de octubre. Sin embargo, en principio lo habrían descartado, basados en un razonamiento que combinó política y medicina.

El cerco informativo que implementa el Gobierno en torno a la Presidenta -no sólo sobre su salud sino también sobre la gestión- dificulta también a la dirigencia formarse una idea acabada sobre la situación. Y eso fomenta la aparición de especulaciones políticas sobre el estado de Cristina Kirchner y el plazo temporal que insumirá su recuperación para volver al frente del Ejecutivo.

Tanto oficialistas como opositores tomaron debida nota de que la Casa Rosada no tuvo ninguna intención de informar la presencia de la Presidenta en la Fundación Favaloro el último sábado, así como tampoco lo había hecho el 12 de agosto cuando concurrió al sanatorio Otamendi luego de haber sufrido un traumatismo de cráneo. Se trataba, hasta ahora, de rumores nunca constatados.

LA SITUACION MEDICA

Pero lo cierto es que la filtración informativa de este fin de semana obligó al Gobierno a blanquear todo el cuadro de situación, porque los dolores de cabeza constantes que venía sufriendo Cristina Kirchner se transformaron en una prescripción de reposo absoluto por un mes. Los funcionarios parecen haberse dado cuenta de la irresponsabilidad institucional que implicaba seguir en silencio.

Es que en el aspecto médico, se abren ahora dos alternativas para el tratamiento de la Presidenta: la práctica de un drenaje para evacuar el coágulo que le produjo el golpe en la cabeza, o iniciar un período de tranquilidad absoluta -que podría incluir la utilización de sedantes- para lograr que el hematoma se vaya diluyendo con el paso del tiempo, algo que disminuiría su capacidad laboral.

De allí que el Gobierno discute por estas horas los pasos a seguir. De cómo se salde internamente ese debate dependerá el tránsito de Boudou al frente del Poder Ejecutivo. La Presidenta, por su parte, sólo regresaría a escena diez días después de la muy posible próxima derrota electoral. En estos momentos parece lo más recomendable para su salud, aunque abre demasiados interrogantes políticos.