“Es algo imborrable”

“Fueron doce horas arriba del techo, tratando de sobrevivir; en medio del caos, pasaron rápido, pero pesaron como si fueran meses. Fue la noche más larga y más corta de mi vida”.

De ese torbellino de sensaciones experimentadas un año atrás, Leandro Sposetti recuerda como si fuera hoy hitos puntuales. “Los gritos, sobre todo los pedidos de auxilio de dos chicas que quedaron subidas a unos árboles”, precisa: “Eso es imborrable”.

Treinta y ocho años, padre de dos hijos -”aún agradezco que ese día no estuvieran”-, empleado de la dirección de Escuelas bonaerense, Sposetti vive en 89 y 120 del barrio 19 de Febrero. Por allí pasan un brazo del arroyo Maldonado y un par de acequias afluentes.

“Cuando el agua llegó a los zócalos, era de día; paró de llover y empezó a bajar” repasa, “pero a la media hora, se vino con todo. Cuando me di cuenta de que no iba a dar abasto para salvar nada, me senté en la mesada y tomé unos mates. Después agarré el celular, me puse un pantalón de bufanda, y al techo”.

Abrazado al respiradero del calefón, cuya llama piloto resistía, sumó calor. Y se tentó con zambullirse a rescatar gente, “pero vi pasar un caballo flotando y supe que era inútil. Entonces empecé a caminar por las chapas, subiendo varios perritos de vecinos, que nadaban hacía horas”.

“A las 7, el nivel empezó a bajar y a las 10 llegó un primo; la ayuda oficial y las banderas, días después” señala Sposetti, quien sigue viviendo donde siempre: “La humedad no se va, y la casa quedó medio ‘minimalista‘ con pocos muebles. Pero la seguimos peleando”.