Un enorme aporte solidario en las horas más difíciles

En las horas de mayor angustia que siguieron a la trágica inundación del 2 de abril pasado, cuando las familias hacían el doloroso inventario de lo definitivamente perdido, hubo un elemento que ayudó a mitigar el dolor: la solidaridad de cientos de personas que se organizaron espontáneamente para ayudar. Algunos, desde la propia ciudad y otros desde distintos puntos del país dijeron presente para apoyar a los platenses afectados en su hora más difícil a través de donaciones o aportando su trabajo voluntario.

“Constantemente están viniendo grupos de chicos a preguntar qué nos hace falta, a ofrecernos agua mineral, lavandina, o ayuda para lo que necesitemos. Y eso, dentro de semejante desastre, reconforta”, decía Edith, una vecina de la zona de Villa Elvira para referirse al impacto anímico que representó , en los peores momentos que siguieron a la tormenta, la ayuda solidaria.

En la Escuela 56, de 62 entre 27 y 28, fueron los propios chicos los que reflejaron en un mural el espíritu de cooperación que reinó en esas jornadas: “Todos nos dimos una mano”, escribieron en la pared e imprimieron orgullosos sus manos alrededor.

Es que tras la inundación, el espíritu solidario se hizo presente en las calles, en las escuelas, en las parroquias, en las entidades de la sociedad civil, en las agrupaciones políticas.

Gabriel Cavanna, vicedirector de la Escuela número 31 de Tolosa, destacaba en esos días el fuerte espíritu de solidaridad que reinaba, sobre todo, entre los alumnos adolescentes, para con las víctimas de la inundación.

Entre tanto, las movidas solidarias nacían con tanta espontaneidad como creatividad. Un grupo de voluntarios de Los Hornos que quería ayudar pero no sabía cómo se dio cuenta rápido que una de las cosas más necesarias en determinado momento en que las donaciones llegaban desde muchos puntos, eran vehículos para poder repartirlas con rapidez y efectividad. Así nació “Voluntarios Motorizados de La Plata”, que a poco de constituirse ya contaba con más de 1.700 contactos en las redes sociales y sumaba gente dispuesta a ayudar.

Para entonces eran muchos los puntos donde se concentraban las donaciones para los más afectados. La Catedral, las parroquias, gremios, locales de agrupaciones políticas que trabajaron codo a codo para asistir a los afectados. Sólo en el Centro de Estudiantes de Azul los voluntarios lograban reunir en poco tiempo 700 bultos de ropa, 2.000 litros de agua y 8.000 pañales.

La Universidad de La Plata tuvo también un papel protagónico en el trabajo solidario, poniéndose al frente de un operativo de ayuda del que participaron miles de voluntarios para asistir y colaborar con miles de familias y barrios afectados, ofreciendo su capacidad logística, infraestructura, recursos técnicos y humanos. Los más de 30.000 voluntarios participaron en la distribución de donaciones, en la fabricación y provisión de insumos de limpieza y desinfección y en atender situaciones que se presentaban en el regreso de los chicos afectados al ámbitos escolar, entre muchas otras tareas.

Grupos de alumnos de distintos colegios buscaban, a su vez, otras respuestas creativas en medio de la necesidad: como los conformados por estudiantes de escuelas como Inmaculada, San José, Lincoln y Cristo Rey, que se sumaron a la limpieza de casas devastadas por la tormenta.

Entre tanto, la solidaridad asumía otras formas en instituciones necesitadas de dar contención y respuesta, como los hospitales y las escuelas.

En algunos hospitales, donde fue alto el porcentaje de profesionales y no profesionales afectados por la inundación, los que no sufrieron los peores efectos de la tormentas llegaron a sumar hasta tres turnos de guardia seguidos para cubrir a los afectados.

Las donaciones llegaban, en los días que siguieron a la tormenta, desde todo el país. En Buenos Aires se organizaron recitales especialmente para obtener agua, ropa y alimentos de primera necesidad para los afectados de los que participaron renombrados artistas y hasta un partido de la Copa Davis, disputado entre la Argentina y Francia se convirtió en el ámbito en el que se obtuvieron numerosas donaciones de medicamentos, colchones, alimentos no perecederos y agua, entre otros elementos.

En nuestra ciudad, en tanto, miles de personas respondían a las donaciones organizadas por este diario, el Arzobispado y distintas instituciones, aportando lavandina, colchones, alimentos, medicamentos y leche.

Hasta la embajada de Suiza en Buenos Aires se puso en contacto con las autoridades para saber cuáles eran las necesidades más acuciantes y donó 8.300 litros de agua mineral, 200 colchones y 200 frazadas.

También el Papa Francisco puso a disposición de la Arquidiócesis de La Plata la suma de 50 mil dólares para que sean destinados a la ayuda de emergencia a las víctimas de la Región.