“Lo peor es la impotencia de no entender por qué lo hacen”

JUAN BOLOGNA, VECINO DE SAN CARLOS, JUNTO A SU CASA AFECTADA POR LA EXPLOSIÓN DE SU AUTO, ATACADO POR QUEMACOCHES EL MES PASADO

El 26 de marzo a las 2 de la mañana a Juan Bologna un vecino del barrio San Carlos que trabaja de enfermero en el hospital de Romero, lo despertaron los gritos desesperados de su mujer. Le avisaba que el auto, guardado al lado de la casa, se incendiaba. Y no sólo eso: la explosión del coche había dañado el frente de la misma casa y amenazaba a las vecinas y los gabinetes de gas natural que hay en el lugar.

Cuando la emergencia pasó, quedaron las cenizas y el desconcierto: del Renaul 9 modelo ´96 que era el único auto de la familia sólo se veían restos humeantes. Y el frente de la casa aparecía completamente deteriorado.

Un mes más tarde, Juan Bologna no se repone del golpe. Lo que más le duele es “la impotencia de no entender el porqué de tanta maldad, tanto desprecio por el sacrificio de los demás”, dice desde su casa, todavía en plena etapa de refacciones.

Después cuenta la historia del auto. Dice que no estaba asegurado contra incendios -sólo tenía seguro contra terceros- y que por lo tanto la pérdida fue total.

“Tuve que volver a la bicicleta para ir a trabajar, lo que equivale a retroceder veinte años. Para colmo de males, al auto ni siquiera lo había terminado de pagar. Todavía me falta un año de cuotas y con la familia ni lo llegamos a disfrutar”, dice.

Bologna cuenta que tras la quema de su auto se enteró de que por el barrio había habido otros vecinos víctimas de quemacoches. Las sospechas del barrio recayeron sobre jóvenes que se movilizaban en bicicleta por las madrugadas, pero en rigor nunca se supo nada acerca de los autores de estos hechos.

Con todo, a Bologna lo que más lo desconcierta y le duele es la aparente ausencia de un motivo.

“Supuestamente, esta gente elige a sus víctimas al azar, sin saber el esfuerzo que puede haber detrás de un auto. Autos que no son de alta gama ni ostentosos, que tenemos para ir a trabajar y nada más. Entonces no se entiende”, dice.

Después cuenta que más allá de los daños de la casa y la pérdida del coche está el peligro que todo el barrio corrió la noche del 26 de marzo.

“Si uno se detiene a pensar llega a la conclusión de que los que hicieron esto son asesinos en potencia. Porque esa noche pudo pasar cualquier cosa. Si el fuego llega a alcanzar los gabinetes de gas natural hubiéramos tenido consecuencias mucho más graves no sólo para mi, sino para todo el barrio”, dice Bologna.

Después cuenta que por los daños sufridos en la casa obtuvo una ayuda de la delegación San Carlos de 2.000 pesos “que agradezco, pero que en realidad no alcanza a cubrir todo lo que perdí aquella noche. El auto sólo valía 27.000 pesos y el costo de la refacción alcanza a los 2.500 considerando sólo los materiales”, sostiene.

Bologna, a pesar de todo, dice que en este momento el desafío es superar lo que pasó “quiero dar vuelta la página, dejar todo esto atrás y olvidarme, porque la bronca no lleva a nada. Pero cuesta entender las razones de este tipo de acto”.