Brasil se carga de problemas a un mes del Mundial

ARENA DA BAIXADA, EN CORITIBA, EL ESTADIO CON MAS ATRASOS

ENFOQUE
Por EDUARDO TUCCI

Mientras el fútbol local vive pendiente de la definición de su campeonato principal, avanza la cuenta regresiva de cara al puntapié inicial de la Copa del Mundo con algunos episodios ocurridos la última semana que generaron en Brasil un clima nada propicio. El cuadro no es nuevo: han sido numerosos los contratiempos que ha debido sortear el país organizador que obligó oportunamente a los responsables a tener que brindar explicaciones a los popes de la FIFA por la demora en la construcción de los estadios y otros aspectos vinculados a la organización de la competencia.

Ahora la muerte de otro obrero al recibir una fuerte descarga eléctrica mientras trabajaba en la instalación de cables en los palcos de la Arena Pantanal tiñó de luto la inauguración que la presidenta Dilma Rousseff realizó en San Pablo –estadio del Corinthians--, sede del primer partido de la Copa del Mundo. El trabajador, perteneciente a la empresa de telecomunicaciones ETEL, es el noveno que fallece desde que comenzaron los trabajos de reconstrucción y reformas en los escenarios elegidos para la máxima competencia, una cifra marcadamente superior a lo sucedido, por ejemplo, en Sudáfrica 2010 donde sólo hubo que lamentar dos muertes.

La infausta noticia puso al borde de la suspensión el acto al que asistiría la presidenta pero con todos los retrasos existentes en el estadio paulista se decidió proseguir adelante con el programa establecido previamente. El estadio que recibió a Dilma y su comitiva es todavía escenario de numerosos trabajos, en especial en el sector de las tribunas provisionales que llevarán la capacidad del Arena a 68.000 personas.

Pero los problemas no terminan allí ya que con la ceremonia inaugural a la vista se han producido en Brasil durante los últimos días una oleada de huelgas y movilizaciones que incluyeron la sorpresiva y total paralización que tuvo el servicio de colectivos en Río de Janeiro como los bloqueos en las calles de San Pablo con escraches incluidos para las empresas que se han encargado de las obras en los estadios mundialistas.

“Estamos frente a una actitud realmente criminal, esto resulta pésimo para la imagen de Río de Janeiro principalmente por la proximidad de la Copa”, señalaron los empresarios del transporte. Vale recordar que Río será uno de los centros receptores de mayor afluencia de turistas durante el Mundial, influyendo para ello que será el escenario, el 13 de julio, de la final del certamen. La Secretaría de Turismo estima que pasarán por esa ciudad unos 500 mil brasileños y alrededor de 100 mil extranjeros.

Mientras en Belo Horizonte, Salvador y Curitiba distintos movimientos sociales llevaron a cabo protestas callejeras, la ola de paros –esta semana habría cese de tareas de los docentes--, y marchas preocupan al gobierno a sólo un mes del comienzo del Mundial. Ya el año pasado se había producido una reacción similar reclamando “por mejores servicios públicos” y “en contra del despilfarro en las obras de la Copa del Mundo” con una presencia masiva de manifestantes en vísperas de disputarse en suelo brasileño la Copa Confederaciones.

Para completar un cuadro más que preocupante hace dos días los agentes de la Policía Federal amenazaron ir a la huelga durante la Copa y le fijaron al gobierno un plazo hasta fin de mes para atender sus reclamos salariales. En caso de concretarse esa medida de fuerza tomaría cuerpo una gravísima situación ya que los efectivos en cuestión no solo cubren las fronteras terrestres y marítimas sino que también se hacen cargo de vigilar la entrada y salida de personas de los aeropuertos internacionales.

Brasil vive horas intensas pero no sólo por la inminencia de la competencia sino por un cuadro de situación que día tras día ha ido agregando mayores complicaciones.