Convivencias

Una particularidad que encontraron los párrocos de diferentes iglesias es que muchas de las parejas que deciden casarse llevan una convivencia de años - previa al matrimonio - y hasta hijos en común. Esta observación se repitió entre los curas de varias parroquias: todos los consultados manifestaron que aumentaron las “regularizaciones”.

Desde hace años, la iglesia Inmaculada Madre de Dios, de Gonnet, se convirtió en una de las preferidas de los novios. Quizás por el jardín que la rodea, en el que los recién casados suelen saludar a sus invitados. Para su párroco, Eduardo Lorenzo, es la austeridad del templo lo que convence a las parejas: ladrillo, madera, un altar de piedra, la imagen de la virgen y, por supuesto, el crucifijo. “Se apuesta más a la sencillez en la celebración del rito. Ya no es tan importante la ropa o lo social, sino el matrimonio como tal. Antes eran más ostentosos los casamientos. Había una cosa más de superficie y lo sagrado tiene que ser simple. Te llenaban de paraguas plateados (de fotografía) toda la iglesia”, recuerda Eduardo Lorenzo, que lleva 25 años de cura, y 7 en la capilla de Gonnet.

A contramano de las estadísticas, el párroco nota un aumento en la intención de casamiento: sostiene que los matrimonios de esta época se presentan como una opción que eligen los novios, y no para cumplir con una norma impuesta. “Estoy casando pibes que conozco desde los 12 años. Compartir este momento con ellos es muy lindo”, dice el cura, y confiesa que más de una vez escribió cartas de amor a las novias de los chicos que intentaban lograr una reconciliación pero no les salían palabras que sirvieran para ablandar el corazón enojado de sus muchachas. Entonces recurrían a la iglesia en busca de frases sensibles y un autor anónimo que las dicte.