Jugar con la tecnología

Por MARIA CAROLINA D’AGOSTINO MARIANI

Partiré de una definición del pediatra y psicoanalista Donald W. Winnicott: “jugar es hacer”. Para él, jugar es una acción que tiene un tiempo y un espacio. Considera que cuando una persona juega, se crea a sí mismo, es una experiencia sana y natural. Este concepto de juego está vinculado a la salud. Hoy, en el siglo XXI y con el sistema capitalista reinante, en el ámbito infantil nos encontramos con un sinfín de juguetes que varían en colores, formas, tamaños y sonidos elegidos por los niños a la hora de jugar, pero hay un elemento que les llama la atención y solicitan a los padres: el teléfono celular, del cual tienen un manejo que supera a más de un adulto. ¿Qué pasó que de querer un muñeco suave que se pueda abrazar y acariciar, ahora los niños eligen celulares? Podemos pensarlo desde el lugar que tiene la tecnología en el ambiente familiar y en la cotidianidad de la misma, y desde el valor que los adultos le dan a esta. Los chicos desean tener acceso a lo que los adultos tienen todo el día en sus manos y jugar con ese “juguete tecnológico” que tanto se valora socialmente. Captaron la lógica del consumo y consumen y juegan con la tecnología. Niños y niñas consumen a través de diversas pantallas y formas. No han dejado de jugar: han ampliado el abanico de posibilidades y tienen acceso a una tecnología que años atrás no imaginábamos.

Profesora en Psicología de la UNLP e integrante de CIPSA