Canela-Kupchik: las mejores invenciones argentinas

Desde el método dactiloscópico hasta los hallazgos en el terreno de las ciencias naturales o el arte, el laboratorio Bagó acaba de editar un libro titulado ‘Innovación Argentina, inventos y descubrimientos’, en el que reúne las historias de hombres y mujeres de nuestro país que lograron inventos e innovaciones claves en el mundo.

El de Iván Vucetic, nacionalizado argentino con el nombre de Juan Vucetich Kovacevich, es uno de los casos emblemáticos de este trabajo. Llegado al país en 1882, y si bien se sentía impulsado hacia la música, deseaba desarrollarse rápidamente en alguna profesión que le brindara oportunidades. Comenzó entonces a trabajar como capataz en Obras Sanitarias y el celo puesto en su deber lo condujo a la policía de La Plata. En junio de 1891 se le encomendó un estudio para establecer el servicio de identificación antropométrica y ante la carencia de exactitud y seguridad que había observado, Vucetich agregó también las impresiones digitales, causando una verdadera revolución.

Otro de los capítulos interesantes del libro -compilados por la escritora y periodista cultural Canela y por Christian Kupchik-, refiere al invento del colectivo, que surgió por una necesidad económica. Corría el año 1928 y los taxis circulaban vacíos porque pocos querían o podían gastar un peso para viajar, por lo que transitaban en fila india por las arterías céntricas con la banderita levantada sin remedio. Un grupo de taxistas, reunidos en el bar La Montaña, de Rivadavia y Carrasco, debatía sobre el problema hasta que a uno de ellos se le ocurrió la idea de poner en funcionamiento el ‘auto-colectivo’. El recorrido estaba bien pautado: partiendo desde Primera Junta, efectuarían una parada en Plaza Flores y finalizarían en Lacarra y Rivadavia. Posteriormente realizarían el camino inverso (Rivadavia y Corro-Primera Junta), deteniéndose nuevamente en Plaza Flores.

El “invento” creado por un grupo de taxistas en torno a la mesa de un bar se popularizó y esta creación argentina llegó a Uruguay, Paraguay, Brasil y, lentamente, a otras ciudades del mundo.

Más acá en el tiempo, el libro hace referencia al desarrollo de nuevas tecnologías que se hicieron presente a partir del trabajo de destacados científicos, y uno de esos ejemplos es el CAREM (Central Argentina de Elementos Modulares), un reactor nuclear de diseño propio, que obtuvo su patente de invención argentina en 1998.

En 2005 fue seleccionado entre una docena de proyectos de mayor interés a nivel mundial de reactores de esa franja de potencia, por una comisión de expertos convocada por el Departamento de Energía de los Estados Unidos.

El primer prototipo se está construyendo en la localidad bonaerense de Lima. Se trata de un recipiente cilíndrico que tendrá 3,5 metros de diámetro, 11 metros de altura y un peso aproximado de 200 toneladas, y conforma el corazón del proyecto.

La propuesta del laboratorio Bagó también contempla un apartado especial sobre el imponente desierto patagónico, donde, según apunta, se ha desarrollado un trabajo fantástico de paleontólogos y arqueólogos en relación a los dinosaurios que poblaron el planeta hace millones de años, y que ubican a nuestro país como una referencia absoluta.