Mauricio Macri, con un doble motivo para festejar luego de las primarias porteñas

La victoria de Horacio Rodríguez Larreta sobre Gabriela Michetti en las elecciones primarias de la ciudad de Buenos Aires le otorgó ayer un doble motivo para festejar a Mauricio Macri.

Por un lado, el pronunciamiento de los porteños en las urnas ratificó la supremacía del PRO en el distrito que lo vio nacer. Y además, confirmó el liderazgo del propio alcalde en la interna partidaria.

Por eso, el resultado de las PASO en la ciudad de Buenos Aires puede ser considerado como un espaldarazo para el proyecto presidencial de Macri, que viene creciendo en los últimos meses y que ya había mostrado un buen arranque con la performance de Miguel del Sel en Santa Fe. Todo esto, pese a que la victoria del PRO en la Capital era esperada aún por sus opositores.

Macri se había jugado una ficha importante cuando señaló a Rodríguez Larreta como su candidato en detrimento de Michetti.

Y los resultados que tardíamente se conocieron anoche le terminaron dando la razón, pese a que en el momento que tomó la decisión, su jefe de Gabinete estaba detrás de la senadora en las encuestas. Entonces hasta su condición de líder partidario se puso a prueba.

Pero, en rigor, esa línea de pensamiento tiene un trasfondo autoritario, muy propio de la política argentina. En el mundo desarrollado no existen “líderes invictos”, de esos que nunca perdieron una elección. Por el contrario, esos liderazgos se forjan muchas veces en la templanza que surge al cabo de una derrota. Aunque por estas tierras, impera el triunfalismo.

Así las cosas, el destino político de Rodríguez Larreta es ser el futuro jefe de Gobierno porteño, sucediendo en diciembre próximo al líder que le abrió la puerta para entrar a las grandes ligas de la política nacional.

Mientras tanto, para Michetti el futuro asoma dominado por la incertidumbre, casi como un castigo por atreverse a desafiar abiertamente al propio Macri.

Sin embargo, estará en la virtud de Michetti saber reconstruir su vínculo con la sociedad y al interior del PRO, luego de que la campaña la mostró con un estilo diferenciado de la habitual estrategia “propositiva” del macrismo, llegando incluso a abordar temas espinosos como el del juego y la obra pública, con cuestionamientos similares a los que se hacen al kirchnerismo.

Pero el alcalde porteño nunca perdió la línea y llegó a ordenar que Larreta y Michetti hicieran un “debate light” cuando se presentaron en los estudios del canal de cable TN, con el objetivo de que no perjudicaran la imagen del PRO y sabiendas de que el encuentro iba a perder interés para los televidentes. Aquella orden se cumplió a rajatabla, como quedó comprobado.

“Podría haber elegido un camino más fácil, pero elegí lo que me decían mis convicciones”, admitió anoche Michetti en el búnker del PRO, al reconocer la derrota ante Larreta. “Si éste fuera un partido normal, ella no existe más. Pero acá seguro la van a reciclar”, comentó a EL DIA un funcionario del Gobierno porteño, mientras escuchaba el discurso de la senadora.

Unos minutos después subió al escenario montado en Costa Salguero el ganador de la interna.

“Esto va a ser un hito en la maduración y el crecimiento del PRO”, dijo Rodríguez Larreta y enseguida agradeció su apoyo a Macri. “Se siente, se siente, Mauricio presidente”, cantaron entonces los militantes partidarios, mientras jugaban con globos de colores.

El resultado de las PASO en la ciudad de Buenos Aires puede ser tomado como un espaldarazo para el proyecto de Macri

Macri terminó la jornada habiendo superado un desafío clave para su liderazgo y su proyecto presidencial. La dimensión del triunfo del PRO opacó todavía más el pálido desempeño del Frente para la Victoria porteño y del camporista Mariano Recalde que fue cuarto detrás de Martín Lousteau y ECO- y también la victoria del MPN en Neuquén.

“Gane quien gane, vamos a gobernar trabajando con todos”, afirmó anoche el tigrense, que el próximo viernes lanzará su candidatura presidencial en el estadio de Vélez, para tratar de recuperar terreno frente a la potencia que adquirió la figura de Macri desde que estalló el caso Nisman, en el enero veraniego. Fueron tres meses a pura victoria para el alcalde porteño.

Con el espíritu futbolero que lo caracteriza, Macri percibe que con esa serie de buenos resultados, su equipo está en condiciones de jugar un partido definitorio. “Estoy realmente orgulloso de este equipazo”, dijo pasadas las diez de la noche. Y agregó, para que no quedaran dudas: “Esto que empezó acá hay que llevarlo a todo el país, replicarlo en cada provincia”.

“Les quiero decir algo desde el corazón a todos los argentinos: no tengamos miedo, no nos resignemos, merecemos vivir mejor. Es importante que aprendamos a vivir y trabajar juntos, cada uno haciendo su aporte. Sueño con que armemos un gran equipo. Hagámoslo juntos”, enfatizó Macri mientras le llovían papelitos y se largaba a bailar con un estilo voluntarioso.

Al cabo de los discursos, en el búnker del PRO quedó en claro que los estrategas partidarios habían diseñado un libreto y que Macri y todos los dirigentes –incluidos Larreta y Michetti- se apegaron al texto de manera disciplinada. Hasta los postres que sucedieron al profuso catering se sirvieron minuto antes de que hablara el alcalde, a modo de cierre de la fiesta electoral.