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Información General |HISTORIAS PLATENSES

Un fenomeno cultural: la Ciudad canta a coro

La actividad coral platense se concentra hoy en más de cien coros. Hace al menos una década que no paran de crecer. Desde los más populares hasta los de cámara, ofrecen diversas propuestas para todos los gustos

Por ANA LAURA ESPERANÇA

3 de Octubre de 2015 | 02:40

Las calles de Ensenada están quietas como una postal. Un grupo de personas sobre la vereda del Teatro Municipal rompe la monotonía visual para celebrar parte de las 4ª Jornadas Corales Nacionales organizadas por Adicora -la Asociación de Directores de Coro de la República Argentina- y el Plan Federal Coral del ministerio de Cultura de la Nación, un ciclo que buscó mostrar el mundo de los coros de todo el país.

La sala principal está como nueva: desde la restauración del año pasado cuenta con los mejores equipos de luces y sonidos. Ahora sí se puede escuchar con claridad desde la primera a la última fila al Coro del Hospital Sbarra, con el canto en candomblé Ofulú Lorêrê, una obra brasilera hecha para cuatro voces. Luego cantarán el Coro de la Cámara de Comercio de Ensenada y el Coro Popular IOMA.

Marina Buffagni, directora del Coro del Hospital Sbarra, forma parte de la filial platense de Adicora. Es profesora superior en Dirección Coral por la facultad de Bellas Artes y dicta clases allí mismo y en la Escuela de Arte de Florencio Varela. En julio pasado, desde la asociación, se propusieron realizar un censo nacional para llevar ese resultado a un Foro de Coros que reunirá a América del Sur y del Norte. Sólo en La Plata, se estima, hay más de cien. Pero la cifra es variable: los coros institucionales suelen durar más. Los que se arman en otros ámbitos como iglesias y centros culturales, o son parte del proyecto de grado de los estudiantes, son más inestables; eso complica detectar a ciencia cierta la cifra.

Cada grupo es diferente. pero ahí reside también lo lindo de la profesión, cómo trabajar cuestiones del arte, de la música, con gente que no se dedica profesionalmente”, explica Marina Buffagni

Marina inició su coro en 1999. Desde entonces, pasó de ser femenino -la figurita difícil siempre son las voces masculinas- hasta estabilizarse en un grupo de casi veinte personas, mixto. “El mayor desafío es empezar de cero”, reconoce la directora. Cuando un coro tiene poca gente, suele trabajarse a tres voces: soprano, contralto y barítono. “Los hombres cantan esa única voz intermedia, ni tenor, ni bajo”, explica Marina, y detalla los inconvenientes que genera un equipo inestable: “el director adapta su trabajo a esa variable; entonces está al filo de cuánto repetir las obras y cuánto nuevo incorporar. Si repite mucho, se aburren los que van siempre. Si va más rápido, el nuevo se siente afuera”.

Cuando Marina quiso formar su coro tuvo que adaptar su formación a la realidad. “La facultad ofrece cuestiones técnicas, estilísticas, un contexto histórico y social”, explica la directora, “te prepara sobre todo para abordar música académica y dirigir grandes obras con cantantes profesionales o por lo menos formados musicalmente. Y cuando uno sale a armar un coro encuentra otra cosa, no se trabaja con cantantes, en general”. Aun así, esta directora supo encontrarle la vuelta para sostener durante 16 años su vocación. “Cada grupo es diferente. Pero ahí reside también lo lindo de la profesión: cómo trabajar cuestiones del arte, de la música, con gente que no se dedica profesionalmente”, explica. Otro desafío es la gestión, que está casi a la par con lo estrictamente musical, y para eso no hay preparación académica. “Forma parte del trabajo de un director”, sentencia Marina. “En la formación, es la pata que falta”.

COROS ERAN LOS DE ANTES

El Coro Universitario, formado en 1942, fue el primer coro vocacional -integrado por coreutas no profesionales- platense. Con el tiempo la actividad coral proliferó y se convirtió en un ámbito de socialización atravesado por la música.

Fernando Tau es cardiólogo y conoció a Ana María, su mujer, en 1968 en el coro del Instituto Terrero. “Lo dirigía un sacerdote que se radicó en Puerto Rico y hoy sigue dirigiendo, a sus noventa años. Con mi mujer nos casamos y tuvimos nuestros tres hijos por la música”. Cuenta que a principio de los ´70 hubo un gran movimiento musical: “Aunque había coros, no era la cantidad de hoy. Actualmente hay muchas formaciones chicas. Me da la impresión de que antes eran más exigentes en la afinación, el gusto. De todas maneras considero positivo que la gente joven se acerque a estos espacios. En un tiempo donde los valores están en crisis, la sensibilidad hacia la música habla de sensibilidad hacia los valores y eso es importante”, concluye Fernando, que actualmente participa con Ana María del Coro Voces del Camino, que representa al ministerio de Infraestructura, con la dirección de Hugo Figueras.

Es cierto que en La Plata creció enormemente la cantidad de coros. Hay muchos vocacionales que trabajan con guitarra y repertorio popular y enriquecen la actividad desde la faceta social. Son un espacio de reunión colectivo”, dice Luis Clemente, director del Coro Universitario

“Era común conocerse en un coro, después el mismo sacerdote que nos dirigía nos casaba”, dice Ana María. Y reconoce que asistir al coro les brinda una gran satisfacción. En Voces del Camino se reencontraron con parejas que habían conocido en el Terrero. “El deseo de hacer algo juntos, algo tan hermoso como la música, compartir con gente de la misma edad y viajar, hizo que retornáramos a la actividad coral” explica la corista.

ENCUENTROS CORALES PLATENSES

En 1990 nacieron los Encuentros Corales Platenses. Urgía la necesidad de generar un espacio aglutinante que permitiera juntarse para estrechar vínculos e intercambiar experiencias. El evento reeditó la época gloriosa que tuvo la Ciudad en décadas pasadas, allá por 1942, con el primer coro vocacional platense y hasta antes de la dictadura, cuando casi todas las facultades tenían un coro. Del primer Encuentro Coral Platense, celebrado en el Salón Dorado de la Municipalidad, participaron catorce agrupaciones. De la edición 2015 lo hicieron más de cien.

El surgimiento de esta propuesta está asociado al de Los Encuentros Corales de Verano que se realizan -desde fines de los sesenta- en el anfiteatro de Villa Gesell, un espacio en un bosque de pinos desde donde se oye el rumor del mar. Carlos Idaho Gesell, fundador de la localidad, tuvo un papel preponderante en la concreción de estos encuentros fundados en el marco de la bohemia setentista, que se contagiaron, sobre todo, de lo que ocurría en Estados Unidos. Eran tiempos de Los Beatles, épocas en que el flower power conquistaba adeptos con sus símbolos de paz, amor y no-violencia. Y fue una propuesta que rápidamente tuvo reconocimiento de la comunidad local y nacional. El Coro del Bachillerato de Bellas Artes de la UNLP fue el germen de ambos eventos. Creado en 1963, como iniciativa del Centro de Estudiantes, estaba integrado por chicos de entre doce y dieciocho años. Se presentaron en varias provincias y en el teatro Colón, giraron por Brasil donde cantaron en Río de Janeiro, San Pablo, Sao Joao y Belo Horizonte. En 1972, con el fin de proyectar la cultura coral, realizaron conciertos didácticos en barrios de La Plata. Lamentablemente, en 1975 se disolvió ante la situación de violencia que vivía el país.

Luis Clemente dirige el Coro Universitario de La Plata desde 1980. Hasta el 2005 estuvo al frente, también, del único coro profesional de la ciudad: el del Teatro Argentino. Profesional significa, entre otras cosas, que los coreutas cobran un sueldo como cualquier trabajador del teatro. “Es cierto que en La Plata creció enormemente la cantidad de coros. Hay muchos vocacionales que trabajan con guitarra y repertorio popular y enriquecen la actividad desde la faceta social. Son un espacio de reunión colectivo”, dice Luis. Y agrega que es notable la cantidad de coros de cámara -no pagos, pero sí profesionales, integrados por no más de 20 personas- que han aparecido: “Es muy gratificante ver cómo cultivan la excelencia pese a no ser coros profesionales”. A nivel nacional, uno de los que más le gustan es el Coro de Cámara Estudio Coral de Buenos Aires, dirigido por Carlos López Puccio.

CULTURA CORAL

Además del estrecho encuentro con la música, los coros son un espacio de disfrute compartido que conforma una suerte de familia: “La característica del coro del Hospital Sbarra, tal vez generada por una cuestión inconsciente de grupo, es la homogeneidad en su constitución: se conformó casualmente un grupo en su mayoría profesional y joven, sobre todo ligado a las humanidades”, dice Marina para describir a su coro. Estos perfiles le permitieron a esta directora, ahora sí, tomar vuelo: “Podemos meternos con otros idiomas, abordar repertorios más complejos y, aunque no sepan leer partitura, se bancan el trabajo que lleva, que no es lo más básico dentro de lo vocacional. Es un grupo que responde, que curiosea cosas nuevas”. Este 2015 el coro cumplirá quince años y lo celebrará con un concierto en el Hospital Sbarra el próximo 7 de noviembre. Del festejo participarán ex coreutas.

Pensando en retrospectiva su experiencia, Fernando dice que el hecho de reunirse a ensayar forma una comunidad y hoy día la música coral está muy vinculada a lo popular: “pienso que eso acerca a la población: hacemos temas de NTVG, de Fandermole, Cerati. Todo en castellano. Y eso pega. Antes, en el viejo coro, cantábamos en alemán, latín. Hacíamos música renacentista, que también nos gusta, pero eso no significa que guste a todos. Pienso que el gusto se va motivando y desarrollando. Y en general la gente hoy no tiene tiempo para cultivarlo. El otro día estuvimos en un concierto donde un coro cantó temas muy interesantes pero la mayoría de las personas miraba el celular”.

Luis Clemente nació en Tandil y llegó a La Plata a estudiar arquitectura. A su vez, ingresó como coreuta al Coro Universitario que hoy dirige. Asegura que una de las cosas que le gustan es su constitución: si bien está abierto a todos –las buenas voces siempre son bienvenidas- se compone básicamente de estudiantes de diferentes facultades, chicos que vienen del interior, tal como hizo él en su momento, y que tal vez asistían a un coro en su lugar de origen.

EN ASCENSO

“Uno de los factores responsables de la cantidad de coros hoy es la formación de profesores en la facultad de Bellas Artes”, opina Luis para pensar el crecimiento de los últimos tiempos. Marina explica que muchos directores de coro tienen otro trabajo para asegurarse vacaciones y obra social. En general, también son docentes. Algunos están al frente de cuatro o cinco coros. Otros dirigen gratis, o no tienen vacaciones pagas

. “Estamos peleando por la Ley Coral desde Adicora. Aun no existe un instrumento legal –ni siquiera en la reciente ley de la música- donde figure la dirección coral” explica Marina. Y detalla: “No entramos en la ley de la música, que piensa en el músico independiente, el cesionista, el que tiene una banda. Se está peleando para que esta figura aparezca, porque sino el sueldo queda en posibilidades de negociación individuales. La ley es importante y también generar una institución que regule la actividad”.

La cultura coral de unos años a esta parte recuperó el porte que, históricamente -desde la creación de ese primer Coro Universitario en 1942- tuvo en la Ciudad como espacio constructivo de lazo comunitario y enriquecimiento cultural, artístico y social. El deleite de la propia voz fundiéndose armoniosamente a otras puede ser una sensación poderosa, pero sobre todo, bella. Hoy en La Plata son tantos que algunos coreutas bromean con la idea de que hay más coros que público. Puede que haya algo de real en ese chiste. Lo cierto es que el acto de cantar en compañía es una de las acciones en colectivo más nobles y placenteras. Tanto para quienes cantan como para quienes disfrutan al escucharlos.

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