Por la suba de los precios, cambian los hábitos y dietas de los platenses

En una batalla constante contra el aumento de precios de la canasta familiar, los platenses ensayan distintas estrategias para hacer rendir sus ingresos sin alterar aquellas cosas a las que no están dispuestos a renunciar, como por ejemplo la educación de sus hijos, las vacaciones o los encuentros con amigos.

Martín Senra - 33 - y Linda - 36 - viven en la zona de 43 y 132, son padres de Emilia - 8 - e Hilario -3 - y saben que para llegar a fin de mes sin apuros, deben variar algunas costumbres y organizarse en los gastos; aspiran a que la inflación no repercuta en su calidad de vida.

“Ahora variamos más en las comidas, no es que comemos menos carne, pero si redujimos el asado; nos fijamos más en los precios y recorremos comercios”, resume Martín que al igual que su esposa trabaja como empleado público.

En la rutina familiar él es el encargado de hacer los mandados y, según dice, es capaz de recorrer varias cuadras con tal de conseguir buenos precios. En ese esquema descubrió que en oportunidades resulta más económico consumir carne que verduras y que en las verdulerías hay que aprovechar las ofertas de estación. Con todo, mientras el año pasado gastaba unos $ 150 diarios en alimentos, ahora debe disponer de $ 300.

Muchos optan por fraccionar las vacaciones, disfrutar la Costa en pequeñas escapadas y fragmentar el receso a lo largo del año. Aquellos veraneos largos casi han desparecido.

“Habitualmente voy al hipermercado, hasta el año pasado lo hacía cada cuatro meses para comprar artículos de perfumería, de limpieza y algunos alimentos no perecederos, en eso gastaba $2500; ahora voy casi todos los meses, pero gasto por productos similares de inferior calidad, $ 4000”, cuenta y para graficar consigna que por ejemplo ahora opta por un pack de 3 jabones que cuestan lo mismo que uno de primera marca o que dejó de comprar un enjuague bucal - $ 55 - que le gustaba a su hija por considerarlo algo prescindible.

COMPRAR SUELTO, OTRA OPCIÓN

Pero tampoco simplifica su actitud de ecónomo a ir al hipermercado para resolver todas las compras, que en general son un 30 por ciento más barato que en los negocios de su zona; Martín también encontró que hay comercios que venden productos de limpieza sueltos y que de esa manera ahorra un poco más.

En lo que Martín y Linda no están dispuestos a bajar gastos es en los útiles escolares, un rubro al que ya dedicaron $ 1200; compraron carpetas, hojas, separadores, lápices y lapiceras que usará Emilia cuando arranquen las clases.

“El ahorro lo hago en otras cosas, pero si la nena me pide una mochila porque es la que todos llevan, nos esforzamos para que la tenga”, asegura Martín.

En relación a las vacaciones, la familia prefirió descansar unos días en Valeria y no viajar a Brasil, como hicieron el año pasado. Es que después de hacer las cuentas vieron que tenían exactamente el mismo presupuesto que el año pasado, pero decidieron gastar mucho menos, ante la incertidumbre que le generan los aumentos de las tarifas de los servicios públicos.

“Nos vamos una semana a un lugar que no requiere tanto gasto de nafta, la idea es guardar unos pesos para cualquier imprevisto; además por ejemplo alinear y balancear las ruedas del auto la última vez que lo hice me costó $ 100 y ahora $ 600; también sé que deberemos pagar más por la cuota de la escuela de los nenes y hasta el seguro de la casa se fue de $ 180 a $ 260”, dice.

En su casa, al igual que en muchos hogares platenses, sí se redujeron las invitaciones a comer asado, Martín asegura que antes con $ 400 comían cuatro adultos y cuatro chicos. En esos momentos la visita solo aportaba el vino o la gaseosa, sin embargo ahora se decide hacer esas comidas a la romana.

“En una familia hay muchos gastos y uno tiene que tener en cuenta hasta lo que representa los dos o tres cumpleaños que tienen los nenes por mes porque en regalos se van otros $ 500”, concluye Martín.

David Lanatta - 24 - y Bautista Riquelme - 21 - son estudiantes del profesorado de Música, viven en barrio Aeropuerto y se suman a sus padres para ir al hipermercado, comprar al por mayor y ahorrar dinero.

“Lo que en el barrio pagás $ 15 acá está $ 10, es mucha diferencia, por eso nos organizamos para venir al menos una vez por mes y llevamos cosas para nuestras familias”, cuenta David.

Ambos coinciden en que el cimbronazo causado por el aumento de precios hizo que variaran algunos hábitos alimenticios, en sus casas se buscan alimentos que satisfagan, pero se consume menos carne que antes.

A pocos metros de los estudiantes, Elisabet Paz - 37 - y sus hijos Ludmila - 10 - y Tiago - 5 - salen con su changuito repleto de provisiones para el próximo mes.

“Nuestra dieta no varió por el aumento de precios, venimos acá una vez por mes y todo sale un 30 por ciento menos que en los almacenes del barrio, con eso ya tenemos un buen ahorro”, asegura Elisabet, quien junto a su familia vive en Los Hornos.

Como en la familia hay un solo ingreso, para hacer rendir el dinero, Elisabet se fue hasta Once a comprar los útiles escolares que necesitarán sus hijos para empezar las clases.

“Gasté $ 1500 pesos en útiles, pero tienen lo necesario para empezar las clases, yendo a Once todo salió la mitad de lo que hubiera gastado en La Plata”, apunta la vecina de Los Hornos.

En relación a los gastos de vacaciones, este año la familia optó por no viajar e invertir el dinero que hubieran gastado en la construcción de su casa.

LAS VACACIONES MAS CORTAS

Otras familias, sin resignar el descanso estival se han acomodado a una nueva tendencia que se impuso en las últimas temporadas y volverá: el hábito de tomarse vacaciones cortas, de fin de semana o sumando algunos días al fin de semana.

De la mano de esta tendencia la oferta también se adapta a partir de promociones que contemplan las nuevas formas de veranear. En algunas localidades costeras lo otra de las tendencias que se notó en los últimos años es la de aprovechar más los meses de diciembre y marzo.