Un médico platense con receta para los 100

EL DOCTOR NORBERTO CELLERINO, AYER, RODEADO DE AMIGOS Y FAMILIARES EN EL FESTEJO DE SU CUMPLEAÑOS NÚMERO CIEN

El médico Norberto Cellerino celebró ayer 100 años rodeado por buena parte de sus afectos y haciendo gala del humor que siempre lo caracterizó. “Estoy mareado con tantas mujeres”, le dijo a las invitadas que fueron a saludarlo.

Tito, como le dicen sus allegados, se recibió de médico en la Universidad Nacional de La Plata, a la que luego lo ligó la carrera docente. Se desempeñó en las cátedras de Anatomía Patológica, de Parasitología y de Dermatología, especialidad a la que se dedicó durante toda su carrera.

“PROFESIONAL INCANSABLE”

El médico Roberto Blanco, discípulo y durante muchos años compañero de trabajo de Cellerino, ayer se hizo un tiempo para saludar al “maestro”.

“Siempre fue un hombre firme, un profesional incansable que se rigió por sólidos principios éticos. Un libre pensador del que se aprendía con gusto”, resumió el profesional.

Cumplir una centuria es algo que Tito toma como al pasar. Sin darle demasiada importancia, pero sus allegados recalcan que su vida ordenada fue un factor importante para alcanzar esta etapa.

En ese contexto, las personas que lo asisten contaron que se levanta a las 8, desayuna; almuerza a las 12 y come de todo porque nada le cae mal. No toma remedios, se mueve por sus medios con la ayuda de un bastón y sólo se queja eventualmente por las molestias de una artrosis que le afectó la rodilla.

“Le encanta charlar de sus viajes, siempre resulta muy agradable escucharlo porque es extremadamente educado y gentil”, cuenta Susana Cellerino, sobrina que encontró en la figura de su tío, un ser incondicional que siempre le dio todos los gustos.

Las personas que conviven con él remarcan el sentido del humor del cumpleañero y la fidelidad con la que recuerda distintos momentos de su vida como los que compartió junto a María Magdalena Radice, la esposa con la que estuvo durante 32 años casado y quien falleció el año pasado.

“También habla de Rogelio, su hermano. Se divierte contando a qué cosas jugaban cuando vivían en Tolosa o cómo era 17 y 56, cuando se mudaron”, dice su sobrina.

Este médico por el que pasaron miles de pacientes se niega a decir cuál es la receta para llegar bien a los cien años; aunque con el guiño de sus asistentes, reconoce que una copita de vino en las comidas “es sentadora”. En cuanto a su tiempo libre, asegura que le gusta dedicar varias horas a la lectura de noticias y al recuerdo de sus viajes.