En la catedral del fútbol, un DT del fin del mundo

GERARDO MARTINO

ENFOQUE
Por EDUARDO TUCCI

Sin dudas estamos frente al “pase” más importante de nuestro fútbol en los últimos treinta años. El enorme salto que acaba de dar el Tata Martino para sumar su enorme talento a un equipo que viene haciendo historia no ha tenido paralelos por mucho tiempo. Habría que remontarse a junio de 1982 cuando Diego Maradona transportó al equipo culé la magia del pibe que caminaba decidido hacia un reinado que poco tiempo después concretó.

Todos los traspasos posteriores quedaron minimizados frente al bombazo mundial que constituyó el arribo del rosarino al banco que no hace mucho ocupó Pep Guardiola. Ni las ventas de Pablo Aimar a Valencia, o de Javier Sabiola y Riquelme a España, como tampoco la de Sergio Agüero al Atlético alcanzaron por su dimensión a igualar el actual cimbronazo.

Una convocatoria que invita al elogio y al mismo tiempo a la reflexión. La mejor escuadra del planeta puso sus ojos sobre un hombre que dirige como es en la vida: medido, sin gestos desmedidos, alejado de las bravuconadas y a la soberbia a la que nos tienen acostumbrados en nuestro medio mucho de sus pares. Capacidad y honestidad como valores principales en la carta de presentación de un profesional que fue valorado desde un club de excelencia colmado de éxitos y virtudes. Para medirlo de cuerpo entero basta con ir a la historia reciente: no hace mucho, en diciembre de 2011, lo llamaron desde Colombia para una propuesta súper millonaria para dirigir allí.

El Tata optó por volver a su casa, a Newell’s, que estaba en apuros. Cuando llegó, en el Parque Independencia todos sacaban cuentas para ver como podían hacer para zafar del descenso; pocos meses después, estaban dando la vuelta olímpica después de una tarea silenciosa pero fructífera del DT.

Pero hay más. Podría haber dejado Rosario a fines de junio porque hasta allí lo obligaba su contrato pero desechó muy buenas ofertas de Málaga y Real Sociedad porque un calendario hecho a los tumbos obligaba a los rojinegros a extender su calendario por su participación en la Copa y no quería dejar el barco a la deriva. Este hombre que hoy es noticia en el mundo entero se referencia en otro grande, Marcelo Bielsa. Ambos coinciden en su obsesión por el trabajo como por estar encima de cada detalle, aún el más pequeño y enseñar más que dar ordenes a sus dirigidos. Amante de los proyectos a largo plazo, el Tata no es un resultadista nato y está convencido que a la larga se imponen en el juego los que mantienen una conducta contra viento y marea.

El equipo catalán que, con Lio Messi a la cabeza, está revolucionando al fútbol acaba de llamarlo para ocupar el puesto más codiciado. Será el cuarto argentino en ocupar ese lugar, lo hará seguramente con la sencillez de siempre, igual que cuando en 1998 comenzó su carrera como entrenador en el humilde Brown de Arrecifes junto a quien ha sido su colaborador de toda la vida, el ex Ñuls, Jorge Pautasso. Tuvo que recorrer a partir de allí un camino lleno de dificultades que incluyeron la dirección técnica de Platense, Instituto, Colón de Santa Fe y los paraguayos Libertad y Cerro Porteño. Precisamente en tierra guaraní los éxitos recogidos le valió ser convocado para conducir la Selección mayor de ese país a la que clasificó para el Mundial de Sudáfrica donde conquistó una histórica clasificación a los cuartos de final. En Argentina acaba de marcar un estilo diferenciador del resto.

Newell’s es actualmente el espejo donde todos quieren mirarse a partir de actuaciones que establecieron nítidas diferencias frente a la chatura imperante. Partido a partido los rosarinos recitaron de memoria el libreto que incluía salir jugando desde su arquero, atacar a partir de la posesión del balón procurando la mayor profundidad con la proyección de los laterales, intentando siempre llegar en triángulos. Sorprendió casi siempre a sus rivales siendo punzante por las bandas pero también incisivo por adentro. Siempre apostando a la tenencia de la pelota, a la rotación en la zona de gestación y a la búsqueda de los espacios necesarios para proyectar jugadas de gol.

No hace mucho la revista deportiva “Un Caño” le preguntó a Martino por qué no había en el mundo imitadores del Barcelona: “Porque juegan Messi, Dani Alves, Xavi e Iniesta y si bien hay otros con capacidades similares, ninguno con esa jerarquía”, respondió el rosarino. A esos monstruos dirigirá de aquí en más el Tata que, como siempre, lejos de las sobreactuaciones y los gestos ampulosos, se apresta a sumarse a una historia viviente del fútbol mundial.