Sólo el 5% de las investigaciones en animales llega a los humanos

LAS PRUEBAS CON ROEDORES SE MULTIPLICAN EN EL MUNDO CIENTÍFICO, PERO SÓLO UNA ÍNFIMA PARTE DE ESAS INVESTIGACIONES LOGRAN LLEGAR AL HUMANO

La imagen del ratón de laboratorio soportando todo tipo de experimentos para descubrir fórmulas médicas que ayuden al hombre ya es parte del imaginario colectivo. Y no es casual: los roedores son usados por investigadores de todo el mundo en la lucha contra el cáncer, la ceguera, la infertilidad, el Mal de Alzheimer y tantas otros males. Pero ahora, derribando la supuesta eficacia que esas pruebas tienen para la salud, un informe del Public Library of Science (Plos) vino a revelar que apenas un 5% de los “grandes descubrimientos” se ha materializado en algo práctico para las personas. Y un dato acaso más desalentador: lo hicieron recién diez años después de terminada la prueba en el ratón.

En el análisis que hace Plos -una suerte de biblioteca universal de trabajos científicos- también se precisa que sólo el 11% de los “agentes” (moléculas, posibles fármacos) que responden a las pruebas y entran en el proceso son comercializadas, lo que hace que los hallazgos que se prueban en roedores y llegan finalmente al cuerpo humano sean prácticamente ínfimos.

Los hacedores del análisis apuntan que la primera causa de este desequilibrio es tan obvia como biológica: los humanos no son ratones. Aunque nuestro origen evolutivo común hace que compartamos el trazo grueso en la mayoría de las funciones, el trazo fino evolutivo varía, sobre todo en lo que hace a cuestiones neurológicas e inmunológicas.

Lo que plantean en Plos sirve para contrarrestar otros informes suyos realizados hace poco y que evidencian que, aunque no lleguen a las personas, muchas pruebas tienen resultados positivos que ayudan a desandar caminos a posibles y futuras curas. En uno de esos informes, por ejemplo, se estima que de 4 mil ensayos para enfermedades neurológicas, el 40% dieron resultados estadísticamente significativos.

El tema planteado en los últimos días por este colectivo de trabajos científicos no ha hecho otra cosa que despertar el debate, ya que no son pocos los que aseguran que existen varias investigaciones que se anuncian como reveladoras y cuyos resultados terminan luego “inflados” por una parte de la propia comunidad científica, lo que hace que se inviertan millones de manera innecesaria y, sobre todo, varios años en tratamientos que un análisis detallado del trabajo podría evitar. Eso, remarcan, sin contar con la necesaria participación inútil de voluntarios y las expectativas que se generan entre los enfermos.

El tema generó en este último tiempo un pedido casi unánime de los estudiosos de la investigación científica internacional para que los ensayos con resultados negativos se publiquen igual que los positivos. Como en términos prácticos muchos saben que eso no sería del todo posible, dado que ningún medio buscaría difundir algo que no tiene nada de noticioso, la solución planteada desde la propia comunidad científica es que, aunque a las revistas vayan sólo los resultados positivos, existan bases de datos de libre acceso, como la estadounidense clinicaltrials.gov, donde se puedan consultar todos los ensayos independientemente de sus resultados. Y para la gente común, se dice, lo mejor que, cada vez que se publica un avance científico en animales, sepa bien que se trata de algo preliminar que tardará por lo menos una década en llegar a la farmacia. Si llega.