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Información General |HISTORIAS PLATENSES

Abel Ayala: la vida por actuar

Compartió cartel con los grandes, desde Maribel Verdú hasta Ricardo Darín. Es platense pero actuó en España, Islas Canarias, Italia, Francia, Portugal, Chile y, claro Argentina. Viaje a la mente de Abel Ayala, el chico que no tenía nada y terminó ganando premios en Nueva York

22 de Febrero de 2014 | 00:00

Por MANUEL LÓPEZ MELOGRANO

“Cuando te quedas sin laburo, las ideas empiezan a florecer y nace la creatividad para hacer cosas y a mí me pasó eso -confiesa- yo me metí, me sacaron de un hogar sin siquiera saber leer, y transitando ese camino me encontré con gente, un montón de gente de muchos lugares; gente inteligente, leída, que hablaba idiomas, gente con creatividad y de todos ellos aprendí un montón.” Así habla este hombre con 12 años de carrera. Alguien que tiene bien en claro lo que quiere: “Si fuera millonario, siempre elegiría lo que más me gusta: actuar.”

Abel Ayala nació el 29 de agosto de 1988 en el hospital de Gonnet y vivió hasta los 9 en Berazategui, en un barrio recóndito “allá”, dice él, “en lo último”. Aún en medio de una familia muy pobre, él era feliz.

Fui criado por mis abuelos y siempre tuve libertad, como muchos chicos que viven en situación de pobreza. Como los padres no los controlan, siempre andan en la calle. “El que lo ve desde afuera dice pobrecito, pero desde el lado del que lo vive, es gozar de una libertad tremenda”.

En casa eran un montón de primos y hermanos. Él, sin embargo, siempre andaba solo y subido a los colectivos. Amigo de todos los choferes, pasaba gran parte del día con ellos para todos lados. “Los choferes me daban comida. Cuando parábamos, sacábamos monedas y comprábamos sándwiches de milanesa -relata pícaro- hay un truco para sacar las monedas del colectivo, que los choferes apretan un botón y sacan de la misma recaudación del recorrido”.

EL POLAQUITO

A los 10 agarró la calle. Vivió en los trenes de Constitución pero le pegaban mucho otros pibes y pidió ayuda. Así llegó al hogar “El arca” para niños de la calle, que sintió como su casa. “A partir de ahí comenzó toda mi vida en el mundo de la actuación gracias a Desanzo que nos hizo un casting a todos los que queríamos para El Polaquito y me seleccionó a mí para la película -hace una pausa-y estuvo buenísimo”. El director llegó con un asistente con el que venía recorriendo cárceles de menores, hogares y escuelas en todo el conurbano y de entre 1500 chicos, se quedó con él. Y Abel la rompió.

El Polaquito (2003) fue un trabajo grande de tres meses y medio de rodaje en la Estación Constitución, lugar al que Abel volvió después de tres años, pero esta vez como protagonista de una ficción, donde fue el niño mimado de 30 adultos que integraban elenco y equipo técnico. Entre ellos estaba Fernando Roa que hizo de “El vieja”, que estaba en la Fundación del Padre Grassi. Ambos eran amigos. En su debut Abel ganó los premios Cóndor de Plata a Revelación masculina y la Silver Apple al mejor actor en el Festival de Cine latinoamericano de Nueva York.

Catalina Oliva que trabajó en el Equipo de Arte de la película concuerda con muchos que lo conocieron trabajando. “Siempre fue muy dulce, muy bueno. Le importaba mucho el equipo y que lo quieran. Él no quería quedar para hacer siempre de pibe de la calle, es muy bonito”, cuenta la escenógrafa. Desanzo viajó con él a los festivales de San Sebastián, Los Ángeles y Sevilla y dijo entonces “el Polaquito tiene gran carisma para el cine”. Viejo zorro, no se equivocaba.

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Ayala está harto de que los medios retraten la historia de cómo el nene pobre llegó al corazón de la industria del cine. Pero, qué le vamos a hacer: semejante consagración a uno siempre lo sorprende.

En El niño de barro, interpretó al petiso orejudo, el primer asesino serial de la Argentina. El film del realizador madrileño Jorge Algora, cuyo elenco encabezaban Ayala, Ciancio y la Española Maribel Verdú, es crudo (como la historia real que la inspira: un nene que mata otros nenes), con una estética de época marrón, donde todo se vuelve lodo, el policial se empantana. Por el personaje que hizo ganó un premio a revelación como mejor actor en Galicia, pocos lo saben. De la actriz de Hollywood Maribel Verdú reconoce que hay un montón de cosas que aprendió de solo estar compartiendo jornadas, su trato con el equipo, sus técnicas: “Los observas y siempre algo te queda, lo mejor siempre te queda.”

ZOOM IN

“Cuando te quedás sin laburo, las ideas empiezan a florecer y nace la creatividad para hacer cosas y a mí me pasó eso -confiesa - yo me metí, me sacaron de un hogar sin siquiera saber leer, y transitando ese camino me encontré con gente, un montón de gente de muchos lugares; gente inteligente, leída, que hablaba idiomas, gente con creatividad y de todos ellos aprendí un montón.”

El camino del actor trae un combo al que todos deben adaptarse. Para caracterizar sus personajes necesitan incorporar lo que no tienen, adaptarse a la cultura, el idioma, sacar el papel, interpretar al director, mimetizarse y estudiar mucho para fluir ante la cámara. Con él se nota, es lo que más le importa.

De la mano del Director Italiano Marco Risi, Abel hizo del Diego adolescente en Maradona, la mano de dios (2006), justo en la época que el Diego debuta en primera de Argentinos Junior y le decían “pelusa”. Su padre en el film, Don Diego, fue interpretado por Rolly Serrano, un viejo conocido suyo. Acá con su papel hay una secuencia del detrás de escena que no le deja otra opción que actuar bien: el brillante trabajo de la Jefa de peluquería, una tana que lo peinaba hasta dejarlo “de 10”, con una melena de rulos negros típicos del Diego. Vestuario otro tanto.

Participó también de proyectos independientes y con menos presupuesto. En La Plata filmó dos. El cortometraje Pibe´s (2007) de Canejo Producciones y Grité una noche (2004), de Paula Flics. “Yo estaba buscando a un actor joven para hacer el papel de El Poeta, un adolescente víctima del bullying que se suicida y que es el disparador de la historia central de la película. Encontrar buenos actores hombres jóvenes siempre es un reto y yo sabía que Abel era excelente y que podía transmitir la angustia y la intensidad que yo necesitaba para el personaje” dice su director, el reconocido realizador de terror Adrián García Bogliano y agrega: “Le tocó una escena muy difícil con una de las mejores actrices platenses, Ana María Haramboure e hicieron algo explosivo entre los dos”.

De su trabajo en el corto, el actor comenta: “hicimos Pibe´s con Martín que ganó el concurso del INCAA. La verdad que es hermoso, re tierno, re claro, conciso, ligero, me encanta”. El cortometraje de 14 minutos narra una secuencia de un grupo de pibes chorros en una noche de asalto, en donde se destaca la mirada social que muestra no solo el delito (a lo policías en acción) sino la vida en familia y el cotidiano del suburbio. Martin Ladd, guionista y director de Pibes, habla sobre Ayala “El chabón es muy profesional y trabajo mucho el personaje, se toma el laburo muy enserio y ayudo también a otros de los actores en el acting; cuando algo de la historia o del personaje le hacía ruido, no dudaba en comentarme y lo charlábamos, fue un rodaje corto e intenso.”

Seleccionada para representar a España en los premios Oscar, El Baile de la victoria (2009) del español Fernando Trueba basada en una adaptación de la novela homónima, de Antonio Skármeta, lo puso a trabajar con Miranda Bodenhofer y Ricardo Darín. Este último, al terminar la película se fue a grabar El secreto de sus ojos y cuando en una entrevista televisiva le preguntaron por la experiencia vivida, confesó: “Rescato la relación con los actores y un trabajo superlativo de Abel Ayala”. Hay archivo.

El film fue una superproducción de un año de rodaje en Chile y España y con una previa en la que tuvo que aprender el acento chileno a la perfección y documentarse como nunca antes. De ese tiempo, el joven relata con ganas: “Fue uno de los trabajos más hermosos de mi vida en donde me encontré con gente impresionante. Además de Trueba, Darín, que es un genio y tiene una humildad que realmente te sorprende”. Los productores españoles le respetaron no hacer prensa. No fue ni a Susana, ni a Mirta y no hizo ninguna nota. De eso se ocuparon Darín y Trueba.

A PROBAR A EUROPA

Y así se fue a probar suerte a España, a vivir de prestado en casa de un amigo en Madrid. Al tiempo consiguió un papel para una mini serie que se llama Mi querido Klikowfky, una comedia de situación (Sitcom) para el Canal Vasco. ¿Cómo se da el trabajo? Él ya había metido El polaquito, El niño de Barro y La mano de dios en España. Marco Risi, director de la de la ficción sobre Diego Armando Maradona fue el puente entre el actor y Globomedia, la productora que producía la tira de humor. “Ya me conocían y me dieron un personaje ahí para hacer de un Argentino visitante en el país Vasco.”

Después del baile de la Victoria lo convocaron para hacer una película de producción americana, que se iba a rodar en Portugal, y la protagonizaba Paz Vega, la bella modelo y actriz española con rasgos latinos. Ahí lo querían para que haga de su hermano. Pero el casting fue en inglés y como le faltaba para hablarlo bien, ese era el requerimiento, su representante - Pedro Rosson- lo mandó a Irlanda a estudiar el idioma. Y allá fue.

PANTALLA CHICA, INFIERNO GRANDE

De regreso en Argentina, desembarcó en televisión para hacer, entre otras cosas, la tira

diaria Sos mi hombre, con la que ganó una popularidad inusitada con su personaje de Diego Armando “Guachín” Carrazco, un pibe humilde del Delta Boxing Club que sufre a escondidas por un amor no correspondido. La caracterización logra un personaje cuyas intervenciones estallan la popular argenta, y a la vez, dan ternura a los televidentes.

- El Guachín fue un personaje bien compuesto, trabajado que generaba empatía, risa y se notaba al resto de los actores cómodos con vos ¿Cómo se gana eso?

-A mi me encantó porque no es fácil encontrar un lugar en la televisión en donde te dejen trabajar. Conseguí sentirme cómodo y florecer en la novela porque no tenía intenciones de nada, solo de divertirme, trabajar, pintarme el pelo, hacer payasadas, y además era muy divertido trabajar con la alegría. Yo me cruzo por la calle con gente que piensa que yo soy el Guachín, y me dicen: Che no podés hacer como hacía el Guachín que le tiraba un cabezazo al Oso?”

En este punto Ayala se apasiona. Sabe que en estos papeles de TV, en la mayoría de los casos te dicen ‘bueno tenés que hacer de vos mismo, pero lo más relajado posible’ (sube el tono) “Y es una mierda porque vos estás expuesto un año haciendo de vos mismo y después estás interpretando a un asesino en una película y la gente no te la cree” (se entusiasma y sigue) “Es un arma de doble filo porque a lo mejor te fue muy bien económicamente pero después no laburaste nunca más. O laburaste, pero perdiste lo que es la sorpresa y la credibilidad que son tesoros que si los perdés, cagaste como actor”.

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De si mismo dice que es torpe para el trato con las personas, que es solitario, introspectivo y bohemio. No ofrece fotos de su familia para no exponerlos, ya que, después de todo, se trata de su carrera. Nahuel Pérez Biscayart (El aura, Paco, Cara de Queso) es un colega que le gusta y admira. “Me parece un actor muy valiente, un joven muy jugado, me encanta, es un actor de raza que todo el tiempo está laburando para ser mejor y realmente esa es la verdadera carrera del actor”, resalta mientras espera para él algo parecido: seguir creciendo como actor, trabajar en otros idiomas y hacer más películas.

-¿Y antes del Polaquito y el Guachín como te iba con las chicas?

-Bien, bien bien, (contesta con poca onda), me iba bien. Siempre me fue bien.

Hace 4 años que está con su mujer y concibieron a su hija en España en 2012, luego de vivir un tiempo allá. Con la noticia, decidieron regresar a la Argentina. Ahora viven los tres en Francisco Álvarez, “al lado de Moreno”, en el Oeste del gran Buenos Aires.

Acaba de terminar de grabar la serie El legado de Garibaldi (canal 9) e intenta disfrutar el tiempo de descanso con su mujer y Paloma, su hija de un año, mientras aguarda interpretar a San Martín para el largometraje José 1823. “Nos gusta estar tranquilos y en familia. Vivo de mis ahorros, así que no me puedo quejar”, dice él que ya se curtió. “No me falta nada”.

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