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La Ciudad |SUPLEMENTO ANIVERSARIO

City Bell: Una historia centenaria

Un recorrido por el rico pasado de una comunidad pujante que celebra 100 años

11 de Mayo de 2014 | 00:00

En la centenaria historia de City Bell no hay un momento ni un lugar que puedan considerarse el inicio de todo: no hubo acto fundacional, ni fiesta, ni siquiera una piedra fundamental. Más bien, su surgimiento podría considerarse una consecuencia, paradójicamente, de la muerte de Jorge Bell, de posteriores cruces entre sus herederos y de una seguidilla de trámites y vericuetos administrativos y legales, que se prolongaron en el nacimiento de una pujante comunidad que festeja sus primeros cien años de vida.

La historia cuenta que el 18 de julio de 1913, José Guerrico, en representación de la Sociedad Anónima City Bell, compró a la sucesión de Don Jorge Bell algo más de 300 hectáreas de una fracción de la “Estancia Grande” con el fin de crear un nuevo pueblo.

Desde los primeros pasos, City Bell se caracterizó por el empuje de sus habitantes y la ambición de convertirse en una localidad con vida propia

El 2 de febrero de 1914, la Sociedad Anónima solicita formalmente al Gobierno de la Provincia de Buenos Aires la autorización para concretar el proyecto de traza del nuevo poblado. En aquella petición, la que también aparece con la firma de Guerrico, se afirma en su artículo 5º: “Como homenaje a la familia Bell, cuyo trabajo e inteligencia han contribuido en tres generaciones sucesivas a la prosperidad de las industrias madres de nuestro país, propongo se designe al nuevo pueblo con el nombre de City Bell”.

El Poder Ejecutivo, por resolución del 10 de mayo de 1914, aprobó el proyecto, lo que dejó establecida es ésta como la fecha de nacimiento de la localidad.

Se realizaron dos remates de tierras y ninguno tuvo resultados satisfactorios. La Primera Guerra Mundial iniciada en Europa ese mismo año fue el factor preponderante para que se llegara a casi la paralización completa de las operaciones de compras de tierras. Entonces el Directorio de la Sociedad Anónima City Bell decidió suspender las ventas y resolvió arrendar terrenos a quinteros con contratos de dos años y por un valor de cincuenta pesos la hectárea. Con esta innovación se logró que en menos de dos meses City Bell se viera poblado por más de treinta familias de quinteros.

Simultáneamente comenzó la edificación de algunos chalets, muchos de ellos aún habitados por familias citibelenses. El primero de ellos, habitado entonces por Tobías Büchele, administrador de la Sociedad en el pueblo, es el emplazado en la esquina 7 y 14 (Cantilo). Al mismo tiempo se iniciaron los trabajos de pavimentación de la que sería bautizada como Avenida José Luis Cantilo, desde entonces y hasta ahora, verdadera columna vertebral de la localidad.

Desde los primeros pasos, City Bell se caracterizó por el empuje de sus habitantes y la ambición de convertirse en una localidad con vida propia.

Ya en sus primeros años, para la provisión de agua se instaló un tanque elevado y se extendió la red de cañerías que pronto alcanzó la nada despreciable longitud de 12 kilómetros de recorrido.

En 1920, City Bell tenía Estafeta Postal, la cual se encontraba a cargo del señor Francisco Fregossi. También en 1922 comenzaron los trabajos para la instalación de una usina para la producción de energía eléctrica, con el doble propósito de mejorar las condiciones de vida en los hogares y brindar el servicio de alumbrado público a la comunidad. Este servicio fue librado al uso público en 1923.

En 1929 fue creada la Escuela Nº 12, siendo la única escuela con la que contó por muchos años la comunidad, pasando por sus aulas quienes serían destacados hombres de la sociedad provincial.

EL FERROCARRIL

La estación de City Bell fue inaugurada en el mismo año de 1914, habiendo sido emplazada en terrenos donados por la Sociedad Anónima. Se cuenta que en el primer tren que paró en la flamante estación, justamente a la media noche, viajaron Don Eduardo Bell y su esposa, quienes venían en viaje de bodas a la Estancia, cuyo casco se hallaba ubicado en el predio donde luego se instalaría la Agrupación de Comunicaciones 601.

Una primera estación provisional funcionó doscientos metros al sur de la actual, inaugurada finalmente en el año 1927. A un costado de las vías, a la altura de la calle Pellegrini, aún se puede observar los restos del aljibe que proveía el agua de aquella primera estación.

LOS PRIMEROS VECINOS

Entre los primeros vecinos que vinieron a habitar el pueblo se recuerda a las familias Ferrando, Büchele, Baglioto, Altube, Mariscotti, Choscot, Flores, Funes, Jones, Carnevale, Peñalva, Carbone, Saules, Santamaría, Traverso, Quintana, Labougle, Cao y otros tantos más que sería imposible rememorar. Don Tobías Büchele fue el primer Comisionado Municipal “Ad Honórem”.

LOS BELL

Lorna Bell, nieta de Jorge Bell e hija de Percival Guillermo Bell y de Alicia Beván Chantrill, vivió junto a sus hermanos en el casco de la Estancia Grande hasta 1944, año en que debieron entregar al Ejército Argentino las tierras que habían sido expropiadas.

En 1996 Lorna estuvo de paso por City Bell y narró frente a los socios del Rotary Club de City Bell gran parte de la historia de su familia y el pueblo que ellos fundaron.

“El primer Bell de la familia en llegar a la Argentina fue mi bisabuelo, quien había nacido en Aberdeen, Escocia, en 1801. Su familia tenía una fundición de hierro en donde fabricaban máquinas agrícolas y diversas herramientas de trabajo como arados, rastras, palas, rastrillos, trefilado de alambre, etcétera, y como era uno de los hijos menores y en Gran Bretaña heredan sólo los primogénitos, se vino a la Argentina trayendo material de la fábrica del padre para comerciar, y le fue muy bien aunque el único problema que tuvo, como le vendió al gobierno, fue que éste no le pagaba y alrededor de 1820 le ofrecieron cancelar la deuda con tierras y una de las estancias que le dieron fue la estancia de los jesuitas, que era la Estancia Grande”, aseguraba entonces Lorna.

“Los hijos de mi bisabuelo eran seis, cuatro varones y dos mujeres. Las mujeres vivieron casi siempre en Inglaterra, mientras que los varones se quedaron acá con los campos. Mi abuelo era un hombre muy duro. A los hijos los hacía trabajar de peones, para que aprendieran a mandar, y los dos trabajaban en la Estancia”.

Su abuelo Jorge Bell, casado con Catalina Shaw, murió a los cincuenta años, en la Estancia “La Favorita”, en Tandil, en noviembre de 1910.

LAS TIERRAS DE CITY BELL

“Muerto mi abuelo heredan sus hijos, mi padre, mi tío Eduardo -quien fue el que hizo la Sociedad Anónima City Bell-, mi tía Ethel Bell, casada con Alcaine y que tenía El Ombú que formaba parte de la Estancia, donde actualmente funciona el Country de Estudiantes de La Plata, y Mabel Bell que era la menor y que estaba casada con Aberg Cobo”.

“Mi tío, Eduardo Bell, casado con Cora Vidal Malbrán, se había ido de viaje de bodas e hizo una cantidad de inversiones disparatadas. Como era el mayor de los hermanos, se lo había nombrado administrador. Cuando volvió de su viaje, trajo dos Rolls-Royce y un auto sport. Yo no vivía en aquella época, pero sé que mi padre estaba indignado, igual que mi tía Ethel, y le quitaron la administración, pero mi tío ya había decidido realizar un loteo de las tierras que estaban al margen del casco y había creado la Sociedad Anónima City Bell, junto a su cuñado Aberg Cobo quien, como tenía ascendencia sueca, le había pedido que la operación la financiara el Banco de Suecia”, relató.

“Mi abuela se había quedado con el casco en donde veníamos de chicos a veranear. Y cuando ella murió, heredaron los hijos.

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