Falsos patriotas

“HOMELAND” (FOTO) YA LO HABÍA ADELANTADO: LOS HÉROES A VECES TIENEN PIES DE BARRO

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

“Homeland” ya lo había adelantado: los héroes a veces tienen pies de barro. La estupenda serie, una de las mejores entre muchas muy buenas, planteaba una inquietante posibilidad. Y la realidad, como suele suceder, se ha encargado de copiarla: un soldado norteamericano, prisionero en Irak, es rescatado después de un largo cautiverio. Vuelve a Estados Unidos y es recibido como un héroe. Pero una agente de la CIA advierte que cree que ese sargento de los Marines es un impostor y que trabaja para el enemigo.

La serie, más allá de sus indudables valores artísticos, invita a reflexionar sobre el tema del falso héroe: si se trata de un impostor, ¿conviene denunciarlo sin medir los riesgos que puede generar el haber caído en semejante trampa?; ¿Cómo se salda el costo político de homenajear a un traidor? ¿Hasta dónde conviene la aparición de la verdad? ¿Qué duele más: el papelón de haber repatriado un falso patriota o la efímera dicha de rescatar al menos a uno de los combatientes?

Y ahora, la realidad plagió una vez más a la ficción: el presidente estadounidense celebró con bombos y platillos el haber traído a casa al último sargento que estaba secuestrado por los talibán en el frente de batalla en Afganistán. Pero horas después de la operación comenzó la lluvia de críticas.

Primero al trascender que el sargento Bowe Bergdahl, que estuvo en manos del enemigo por cinco años, era un fuerte crítico del rol de Estados Unidos en el conflicto. Pero lo más grave fue cuando algunos ex colegas del sargento dudaron de calificar como desaparición su alejamiento y en lugar de señalarlo como héroe de guerra comenzaron a calificarlo como un desertor.

El jefe del Estado Mayor Conjunto, general Martin Dempsey, dijo que el Ejército de Estados Unidos no “hará la vista gorda” si el sargento Bargdhal desertó o abandonó su puesto. Si se comprueba que abandonó la lucha en tiempos de guerra, podrían caberle varios años de cárcel.

La noción de patriotismo anda tan devaluada que hasta un modelo sospechoso puede pasar a ser un logro y una celebración para el propio presidente de un país que, cansado de traer soldados muertos, quiere celebrar cuando logra repatriar un sargento vivo.

Los impostores son una pieza clave del mundo de hoy. Si se falsifican billetes, espías, mensajes y candidatos, ¿por qué no fabricar falsos patriotas? Muchos próceres de estos días tampoco resistirían un examen riguroso. La Casa Blanca está en guardia por este homenaje real al soldado sospechoso.

¿Estaremos ante el pre estreno de un nuevo fraude? A los servicios secretos se les pasó por alto pero “Homeland” lo había adelantado. Y la frase de Paco Umbral lo explica mejor: “La política, a fin de cuentas, es el raro y hábil oficio que termina fabricando las víctimas de la paz y los dioses falsos de la guerra”.