Ganancias, Ciudad AF y DF y un ataque rugbier

Para ser una semana hiper comprimida, tuvo de todo. El debate central fue, por supuesto, el del impuesto a las Ganancias. La decisión de Massa de juntarse con el kirchnerismo e imponerle al Gobierno un proyecto opositor unificado, fue un cimbronazo político con secuelas todavía difíciles de calibrar.

La foto de los legisladores massistas con Kicillof y Recalde se convirtió en una postal de fuerte contenido político. Si alguna vez hubo una suerte de luna de miel entre Massa y la Rosada, ahora hay que hablar de un divorcio traumático y ruidoso.

Es un debate cargado de política, aunque lo que le interesa al ciudadano común, en definitiva, es cuánto le van a cobrar a partir de ahora por Ganancias. La respuesta es simple: nadie lo sabe. Conviene, por lo pronto, no gastar a cuenta. El proyecto aprobado en Diputados -que modifica Ganancias pero crea nuevos impuestos que, tarde o temprano, los terminan pagando todos- puede revertirse en el Senado o puede terminar en veto. La moneda está en el aire y lo único claro es que nada está del todo claro.

Fue la semana del árbol de Navidad, que por tradición debe ser armado el 8 de diciembre. Fue otra ocasión para confirmar que no serán unas Fiestas baratas. Sólo armar el arbolito puede costar más de dos mil pesos.

Pero no todo es una pálida: en la Costa se entusiasman con una buena temporada. El fin de semana largo tuvo altos niveles de ocupación y se lo tomó como buen augurio para enero.

Más allá del turismo, son muchos los que se preguntan hasta cuándo seguirá el festival de los feriados. Agregar un “puente” a esta altura de diciembre es algo que les complica la vida a empresas, a comercios, a organismos públicos, a universidades, escuelas y tribunales, entre otros. ¿No podrían ser, en todo caso, feriados optativos?

La Ciudad estuvo dividida: AF y DF (antes y después del feriado). Antes fue un infierno: bancos desbordados, protestas “concentradas”, corridas, tránsito colapsado, cortes de luz, barrios sin agua. Desde el jueves, el paisaje cambió y la Ciudad bajó de golpe cuatro cambios; hasta aflojó un poco el calor.

Sin embargo, no todo fue distendido. La nueva agresión a una inspectora municipal (esta vez en medio de un operativo en La Plata Rugby Club) volvió a exponer los niveles de agresividad y de violencia con los que se convive en la Ciudad. Es un episodio grave, por el que ha sido acusado un joven rugbier de 21 años que vive en el Grand Bell. ¿Se puede concebir que un chico evidentemente privilegiado ataque a una mujer de más de 50 años que cumple con su trabajo y que lo haga con la brutalidad suficiente como para provocarle una fractura?

Frente a otros episodios que han involucrado a rugbiers, se ha hablado aquí de la conveniencia de no generalizar ni emparentar al deporte con las desviaciones delictivas. Pero para eso hace falta también que los clubes pongan los puntos sobre las íes.