Cumbres y caídas

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Semana de cumbres y tropiezos. Macri se reunió con Tinelli para armar un programa a dos voces que le garantice al dúo buenas mediciones. El Presidente quería que le subieran los pantalones. Y Marcelo, que le subieran el rating. La otra cumbre fue la de Lilita, recibiendo a una gobernanta en helicóptero que venía a contarle el cuento del policía bueno y el policía malo, una fábula bonaerense a la que le sobran villanos y le falta moraleja. Y hubo varias cumbres del titular de la AFA, que para sumarse al desconcierto general se sumerge y se desorienta en la entretela de un casting interminable, con muchos modelos gastados y una pasarela fundida y vacilante. Encima nos queda por delante una cumbre más: la del 17 de octubre en Roma, donde a la sombra del padre Bochero, el Papa difícil recibirá a un Macri que viene de Tinelli y va hacia Bergoglio en busca de algún semestre venturoso. Nadie sabe por qué Francisco eligió una fecha tan peronista. ¿El día de la Lealtad será el del reencuentro? El Papa nunca le bajó los pantalones a Macri, pero sí las expectativas. ¿Saldrán al balcón para rememorar aquel lejano 17? En la Casa Rosada y en el Vaticano preparan sonrisas de emergencia por si la frialdad reina en la Basílica. Y Macri duda: no sabe si convendrá ir con Antonia o con el embajador a ese limbo político de puro gesto y poca sustancia.

El cuerpo siempre avisa. Cristina trastabilló, Lilita en su reposo es atendida por su médico personal y a su gobernadora de cabecera. Macri vigila su arritmia y el Papa tropezó. Max Frisch lo había dicho: «Los cuerpos son honrados». Es decir, no mienten. Delatan y piden explicaciones.

Pero la cumbre que dio mucha letra fue la de Macri y Tinelli. Al amo de ShowMatch lo trataron como si fuera un plenipotenciario que venía a firmar un acuerdo decisivo. El abrazo inicial y el clima amiguista del comienzo nos dejó con ganas de leer la letra chica del ajuste de cuentas. La directora de Discurso de la Casa Rosada parece que está trabajando bien. No sólo logra mejorar el relato de su patrón, sino también el talante de sus entrevistados. En 48 horas logró agregarle suavidad a la entrevista amable de Lanata y además pudo añadirle campechanía y sonrisas a un Tinelli que es más peligroso a la medianoche que al mediodía. Por si fuera poco, la jefa de Discurso seguramente le armó el guión al Macri de la TV, que tras la cumbre de Olivos, con pantalones levantados y buen decir, mostró que la charla con el Presidente daba rápidos frutos. ¿Cuál será la contraprestación? Tinelli mira a la AFA con ganas ante la imagen súper distraída de un interventor que tiene más olvido que futuro. El encuentro de estos dos esgrimistas se cruzó con el filo de una realidad que juzgó como exagerada la reconciliación de dos que nunca se habían peleado y que ahora hacían fintas galantes al servicio de un soberano que a Macri le pide que ataje realidades más que caricaturas.

Mauricio y Marcelo son los reyes de las mediciones y juegan su felicidad ante al altar de las cifras. Se intercambiaron pálpitos y números porque cada uno cuenta el minuto a minuto de su porfía. Sabemos lo que le pidió Macri al ver al otro día el programa de Marcelo. Pero no sabemos lo que pidió Tinelli, un maestro en sacarle jugo al canje y al entredicho. Al final, quedó claro que los dos bailan por el mismo sueño.

Macri se reunió con Tinelli para armar un programa a dos voces que le garantice al dúo buenas mediciones. El Presidente quería que le subieran los pantalones. Y Marcelo, que le subieran el rating.

En una semana de la transparencia, con tetas y bebes dichosos en plena vereda, la confesión a dos voces de Marcelo y Mauricio terminó amamantando el mito de la imagen como fuente de poder y sabiduría. Los nuevos rituales exigen que si se pelean en pantalla hay que amigarse en cámara. Fue una reconciliación casi en cadena, como le gustaba a una ex con cuentas bloqueadas y futuro embargado. Lo de las tetas liberadas también afirmó el poder del cuerpo en una semana de cumbres y pasos en falso. Repasemos: el Papa tropezó cuando iba hacia Auschwitz; Cristina se cayó el jueves en su residencia; Lilita escuchó que su anatomía se quejaba y el médico le exigió reposo hasta nueva denuncia; y Macri ya tiene nueve cardiólogos en planta para descifrar las arritmias de una gestión con algunos dolores y muchas torceduras.

El cuerpo siempre avisa y delata. Cristina trastabilló en suelo porteño, donde sus ínfulas siempre tropezaron. Lilita se internó en la Provincia para ser atendida por su médico personal y a su gobernadora de cabecera. Macri en la Rosada tiene, más que un edecán, un especialista de turno. Y el Papa andariego tropezó mientras se preparaba para visitar el horror de Auschwitz. Max Frisch lo había dicho: «Los cuerpos son honrados». Es decir, no mienten. Delatan y piden explicaciones. Caídas, tropiezos, reposos y stress. Los electros, la inflación, los fiscales y el rating siempre aportan números para el festejo o la recaída.

(*) Periodista y crítico de cine