Del infierno al cielo, en noventa minutos

Por: Alejandro Castañeda
Mail: afcastab@gmail.com

Periodista y crítico de cine

Le habíamos pedido al Papa que nos echara una mano en Ecuador. Al menos un milagrito que nos salvara del infierno de la eliminación y nos asegurara por lo menos el purgatorio del repechaje. Con los resultados a la vista, todo indica que algo pasó para que la sequía goleadora, tan extraña y persistente, aflojara un martes en altura y le tributara tres gritos dichosos a una Selección que sólo recogía murmullos de pena. Hubo que subir 2.600 metros, con poco aire en la tabla y en los pulmones, para poder festejar. Al final, la santa mano de Roma ¿y el manosanta de Gorina? parecen haberse aliado para arrancarnos de la tabla de la penitencia. ¿No habrá que santificar a Messi para purificar la genealogía futbolera?

No es nuevo esto de mezclar los pedidos de ayuda. Más allá de ruegos y disciplina táctica, siempre se supo que Bilardo llevaba el equipo a Luján para rogarle a la Virgen milagrosa que aceitara las marcas. Y ahora Verón honró a su apodo al aportar un brujo de Gorina que hoy, tras la hazaña ecuatoriana, trabaja doble turno y factura como sanador y resultadista.

El hechicero del gran La Plata se agrandó. Cree que sus pases mágicos trajeron la salvación. Su fórmula goleadora es simple: da una vuelta por la cancha y se asoma al vestuario. Nada de ungüentos. Silencio consternado y maniobras con los ojos y la lengua. Ese es el secreto del exorcismo express que puso en carrera a una Selección que -según explicó- andaba trabada por el maleficio de un curandero especializado en subcampeonatos y frustraciones.

Estas plegarias al más allá y al más acá le pusieron pinceladas pintorescas a una remontada que al minuto de juego nos había depositado en las puertas del infierno y una hora después nos llevó directo al cielo.

Lo del brujo ganó terreno en un medio donde las cábalas son casi obligatorias y los técnicos se encomiendan al que sea con tal de gambetear derrotas. Al parecer los antecedentes del manosanta de Gorina le dan alguna chapa. Atendió primero la rodilla de Verón y le dio una sobrevida triunfadora. Desde allí, sus milagreras apariciones tuvieron la marca pincharrata. Sus bendiciones a domicilio fueron más allá de la rodilla: acompañó, según se dice, la gesta libertadora el 2009 en Belo Horizonte. Y hoy, después de la excursión ganadora a Quito, lo llaman de todos lados para que siga destrabando.

Nadie sabe si el Papa vio el partido. Sus partidos por supuesto se dirimen en ligas superiores y con brujos más complicados. En el Vaticano aprendió que no hay eliminatorias fáciles. Dicen que en la madrugada romana pudo dedicarle algunas oraciones a la blanquiceleste. Porque Francisco sabe que sólo el fútbol es capaz de suspender la grieta, aunque sea durante cien minutos. Y que su viejo anhelo de poner un poco de armonía entre tantos enfrentamientos criollos, sólo se puede materializar con un rato de goles y espíritu tribunero. El fútbol empareja y hermana, en la euforia y en la desesperación. Hasta en los cuarteles partidarios más fanatizados hubo una sensación compartida de estupor y dolor cuando los ecuatorianos arrancaron ganando. ¿Qué pasó? ¿Nos embocaron mientras se escuchaba el Himno? Macri y Cristina por una vez sintieron lo mismo y al mismo tiempo. Se preguntaban cómo y cuánto afectaría electoralmente esta debacle. Se sabe que el clima de derrota y desazón siempre atenta contra los oficialismos. Los gobiernos son calificados por el imaginario como culpables de todo. Hay un dicho italiano –¡Piove…governo ladro!- que extiende la responsabilidad oficial a todos los sucesos. Estábamos uno a cero abajo cuando ni habíamos empezado con la picada. No sólo los jugadores se ahogaban. A nosotros también nos faltaba el aire. Durán Barba y Gutiérrez Rubí -brujos oficiales de Macri yde Cristina- hacían cálculos electorales mientras media Argentina naufragaba en la desazón. Los de Cambiemos estaban más preocupados. Durán Barba es ecuatoriano. Y no estaba para consultarlo. ¿Cómo salir a timbrear ante semejante cimbronazo?

La imagen de un país con bronca y afligido no invita a votar a favor de nadie. El macrismo siempre apuesta al próximo trimestre. Pero había que esperar veinte trimestres para el otro Mundial. Cuando llegó ese gol tempranero, en la platea argentina encararon al brujo. ¿No te habrás olvidado el antídoto en Gorina? Después, los goles de Messi aportaron desahogo y alegría a una argentinidad que anda sobrada de caras largas. Los ruegos al Papa y al brujo tuvieron premio. ¿Milagro, exorcismo o las dos cosas? Estábamos arrodillados en el infierno. Y al final, tres padrenuestros de Messi nos pusieron en el paraíso.

¿Milagro, exorcismo o las dos cosas? Estábamos arrodillados en el infierno. Y al final, tres padrenuestros de Messi nos pusieron en el paraíso

Macri y Cristina por una vez sintieron lo mismo. Hubo una sensación compartida de estupor y dolor cuando los ecuatorianos arrancaron ganando. ¿Qué pasó? ¿Nos embocaron mientras se escuchaba el Himno?