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Información General |IMPRESIONES ENTRE EL HUMOR Y LA REFLEXIÓN

Nuevas variantes de la fiebre abusadora

Por ALEJANDRO CASTAÑEDA

19 de Noviembre de 2017 | 04:01
Edición impresa

Mail: afcastab@gmail.com

Un abuso.- “Un empleado fue detectado por las cámaras de seguridad del predio de Zoonosis, en Berazategui, manteniendo relaciones sexuales con una pony. De inmediato se dio intervención a la comisaría y se abrió un sumario interno”, explicó una fuente municipal.

El empleado se llama Rodolfo y tiene 37 años. Se supo que de chiquito, en la calesita, al nene no lo atraían ni los autitos ni a los aviones. Apenas trepaba, montaba el caballito. Lo acariciaba y le gustaba más que la sortija. Su madre estaba lejos de imaginar que esa preferencia llegaría tan lejos. Rodolfo trabajaba a gusto en Zoonosis, hasta que arribó esa pony coqueta que le hizo recordar el caballito calesitero que seguía galopando en su libido. Cuando se enteró que la pony se llamaba Pamela, sintió que la infancia le hacía cosquillas entre los pantalones. Y allí, entre alfalfa y arrobas, la fue domesticando. Al final las cámaras los mostraron en el galpón, en pleno romance. El vocero de la dirección de Zoonosis explicó que “la Ley Sarmiento penaliza este tipo de actos sólo si el animal experimentó sufrimiento”. Pamela fue sometida a una “pericia veterinaria”. Y a Rodolfo le impusieron una restricción perimetral que le prohibe acercarse a Pamela y evitar los hipódromos. El caso quedó en manos de fiscal Carlos Riera y la causa fue caratulada como “averiguación de ilícito” por actos de crueldad animal. Se explicó que la zoofilia no está tipificada como delito en el Código Penal. El relincho que lanza Pamela apenas ve a Rodolfo, aún no se sabe si es queja o bienvenida. El empleado habla de mutuo consentimiento y Pamela quizá extrañe o no las andanzas de este cuidador servicial que la alimentaba por todos lados.

Los onanistas, ahora, exigen interactuar con la concurrencia

Otros abusos.- La vieja paja ha ganado su lugar en este supermercado de perversiones. Nada de práctica solitaria. Los onanistas ahora exigen interactuar con la concurrencia. El que la puso en primera plana fue el comediante Louis C.K., otro pervertido famoso. Louis C.K. invitaba a chicas del elenco a su casa para que lo vieran masturbarse. Un despliegue con público que exigía silencio y contemplación. Las chicas lo denunciaron y Louis C.K. pidió perdón a través de una carta abierta: “las denuncias de cinco mujeres llamadas Abbey, Rebecca, Dana, Julia –dice en la carta- y otra que no quiso dar su nombre, son ciertas. En su momento, me dije que lo que hice estaba bien porque nunca le mostré el pene a alguna mujer sin preguntarle antes. Pero aprendí, demasiado tarde, que cuando tienes poder sobre otra persona, preguntarle si puedes mostrarle tu pene no es una pregunta. Es un apriete”.

Este mes, tres casos de abuso y exhibicionismo fueron denunciados ante las autoridades del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. Una historia repetida. Masturbarse en plena travesía puede ser un antídoto contra el miedo a volar. A falta de buena lectura, aprovechando cercanías y penumbras, estos pajeros frecuentes se masturbaron a 10 mil metros. Y usan la denuncia como un excitante extra para darle valor agregado al viejo onanismo sin platea. El caso más comentado fue el de una médica argentina. Denunció que un joven francés, en un vuelo de Air France, se puso la almohadita en la falda y empezó a masturbarse al lado de ella. Gran revuelo. Pero la denuncia generó dudas. ¿Paja de cabotaje? El acusado dijo que siempre duerme así. Pero para ella, la almohadita se movía más de la cuenta. Intervino un juez. Peritaje a la almohadita y fondo de ojo a la doctora. Hasta la tripulación tuvo que hacer declaraciones, porque “en estos casos el personal de vuelo es el que debe intentar resolver las situaciones que afectan la seguridad, la higiene o el buen orden de los pasajeros “, señalaron desde la empresa aérea. Hoy, ante el auge de los masturbadores a gran altura, se capacita al personal aéreo para poder intervenir rápidamente cuando almohaditas o mantas se agiten demasiado. En su recorrida, para ver si el pasaje tiene los cinturones puestos, las azafatas deben echar un vistazo para detectar turbulencias en zona de remate.

Ya lo había dicho Woody Allen: “El sexo es como jugar al bridge. Si no tienes un buen compañero, más vale que tengas una buena mano”.

 

 

(*) Periodista y crítico de cine

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