Cada vez hay más denuncias por maltrato animal

Podría ser el argumento de una serie de Netflix pero ocurrió hace apenas unos meses en Ignacio Correas: allí, unos veinte kilómetros al sur del centro de la Ciudad, en menos de un año fueron envenenadas casi 200 mascotas. Mientras el temor a que los chicos entren en contacto con ese veneno sacudió la calma habitual del páramo, y a tan sólo un par de semanas de la última muerte, nadie se explica la razón de tanto odio pero algunos aseguran que los casos de envenenamiento y maltrato animal no paran de crecer en toda la región. Así, al menos, lo advierte un informe difundido esta semana por el Colegio de Veterinarios de la Provincia, según el cual la mayoría de las denuncias que recibe la Justicia sobre este tema es por animales domésticos que son golpeados y encerrados o dejados en terrazas y balcones.

Las historias se repiten pero los casos cambian: un hombre que golpea a su caniche con un palo. Dos cartoneros que, como en la Edad Media, castigan a latigazos a una yegua raquítica que tira de su carro. Otro perro que se la pasa todo el día ladrando atrapado en un balcón de dos por dos. Las denuncias que recibe la Justicia, sumadas a las que se registran en la Fiscalía de capital federal por maltrato animal, un delito que crece año a año. Hace seis años en esa oficina se anotaron 201 casos; tres años después, en el 2014, había más del doble: 420 casos; y se estima que en los últimos dos años hubo un incremento que ronda el 20%.

“En todos los casos son denuncias por infracciones a la Ley de Protección Animal 14.346”, apuntan desde el Colegio de Veterinarios de la Provincia, cuyas autoridades advierten el fenómeno y aseguran que, dada la escalada, se debe “pensar el maltrato animal en todas sus dimensiones y como una problemática social y de salud pública (el caso de los perros envenenados en La Plata es un ejemplo de esto), y también en base a algunos estudios que abordan la relación directa entre violencia animal y humana. Es decir, el maltrato animal es una factor de riesgo que puede tener relación con otros tipos de maltratos”.

Como se dijo, la mayoría de las denuncias tiene como protagonistas a animales domésticos, que reciben agresiones de personas o de otros animales. Las víctimas, sean perros, gatos o caballos que empujan carros, no pueden hablar pero a veces encuentran quién lo haga por ellas, como las entidades proteccionistas que los rescatan de las situaciones de maltrato, o un vecino comprometido con la causa de proteger a los animales.

Las ONG y los organismos que abogan por la defensa de los derechos de los animales no se sorprenden con la escalada de estas denuncias. Según aseguran, gran parte de la población todavía no tiene conciencia sobre el cuidado del medio ambiente. Por eso, estas organizaciones se valen de las redes sociales como aliadas en la lucha contra el maltrato animal. Con sólo recorrer los muros de Facebook y los timelines de Twitter, de hecho, se pueden ver mensajes que condenan la caza de ballenas o que denuncian las muertes de animales en los zoológicos por hacinamiento, calor u otros factores.

“El punto es que, más allá de lo físico, existen múltiples formas de maltrato animal ligadas a la omisión, a las modas (tratarlos como muñecos) o incluso a la violencia psicológica”, apuntan en el Colegio bonaerense.

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Para la veterinaria Analía Bardone, “así como hay cada vez más grupos que protegen a los animales, cada vez son más los que no tienen ninguna conciencia de cuidado que deben tener y la responsabilidad que implica tener una mascota en casa”.

Lo que dice la especialista cobra especial dimensión si se tiene en cuenta que el nuestro es uno de los países con más cantidad de mascotas: se estima que el 78% de los argentinos tiene alguna en su casa, en su mayoría perros (63%), y en menor medida gatos (26%).

Para la psicóloga Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), detrás del maltrato animal se esconde una situación de violencia que, en algún momento, sufrió el agresor: “Si observamos a niños maltratando animales, muy probablemente sea consecuencia de un ambiente de violencia hogareño, del que pueden ser víctimas, y que este modelo lo trasladen a seres más débiles que ellos, como por ejemplo sus mascotas”.

Lo que apunta la experta no suena exagerado si se contempla que la Asociación Psiquiátrica Americana considera al maltrato animal como un elemento de diagnóstico para determinar desórdenes de conducta.