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El PJ bonaerense busca definir su futuro en la era del post kirchnerismo

22 de Noviembre de 2017 | 04:06
Edición impresa

Por MARIANO PÉREZ DE EULATE
mpeulate@eldia.com

Haya o no elecciones de autoridades en el PJ bonaerense, las frenéticas negociaciones que se llevaban a cabo al cierre de esta edición evidenciaban al menos dos datos políticos indisimulables hacia adentro del partido. Uno: la consolidación de un eje de intendentes, algunos relativamente jóvenes, con aspiraciones de renovación luego de la derrota electoral de octubre pasado. Dos: la decisión política de esos jefes comunales de acotar la eventual influencia de Cristina Kirchner en la vida interna de la principal fuerza opositora a Cambiemos en la Provincia.

Esa foto partidaria tuvo un primer capítulo durante el trámite de aprobación del Presupuesto 2018 en la Legislatura bonaerense. María Eugenia Vidal se recostó, sobretodo, en ese grupo de alcaldes para conseguir los números necesarios en las cámaras, que aprobaron la cuestión con la velocidad del rayo. El “PJ de los intendentes” quedaba consagrado así como el nuevo interlocutor privilegiado de la gobernadora. Al menos para los próximos dos años.

En otra orilla, sacando el cuerpo a cualquier acuerdo, quedó el peronismo kirchnerista referenciado en la ex presidenta. Esa imagen se trasladaría a la pelea por la conducción del partido: de un lado, la troupe de intendentes del conurbano casi completa; del otro, el matancero Fernando Espinoza –diputado nacional electo por Unidad Ciudadana, que pretendía reelegir como titular del PJ provincial- casi en soledad.

Los intendentes sellaron una alianza entre los de la Primera Sección Electoral (Norte-Oeste del Conurbano) y los de la Tercera (Sur del GBA), donde hasta hace poco mandaba La Matanza, gigantesca e hiper poblada. Esa alianza pretende, justamente, frenar el ímpetu de los matanceros (además de Espinoza la actual alcalde, Verónica Magario), que terminaron quedando como un ariete del cristinismo.

Todo esto se dio la semana pasada, al cabo de negociaciones en las que le propusieron a Espinoza integrar una lista de unidad pero en el rol de acompañante, no de cabeza. No quiso saber nada. Ayer siguieron los intentos. El intendente de Merlo, Gustavo Menéndez, es postulado por la liga de jefes comunales como presidente del PJ provincial. Dato: hace mucho tiempo que el partido no tiene un titular de la Primera Sección; son siempre de la Tercera. En plan rotativo, el acuerdo dice que el alcalde de Esteban Echeverría, Fernando Grey, reemplazará a Menéndez luego del primer año.

Es curiosa la parábola de los intendentes. Todos los que ahora están juntos habían iniciado este proceso independentista de Cristina a principios de 2016. Fue cuando afloraban el Grupo Esmeralda, el Grupo Fénix, el Grupo Establo y demás caracterizaciones rutilantes. Todos hablaban de renovar, de la necesidad de reformular al peronismo luego del mazazo de 2015, cuando Mauricio Macri ganó la presidencia y Vidal destronó al PJ de la gobernación “por las malas decisiones políticas” de la ex presidenta, según se explicaba entonces en esos ámbitos.

Pero al final nadie se le animó a Cristina. Salvo muy contadas excepción que terminaron testimoniando una módica presencia en las últimas elecciones, de la mano de Florencio Randazzo. Quien, por cierto, acaso podría haberse quedado con el liderazgo de este esquema si tomaba la decisión de jugar allá por julio o agosto de 2016.

“A Cristina no le interesa particularmente el peronismo provincial. De hecho, desprecia lo partidario”

Lo dicho: todos estos actores que ahora quieren ponerle límites a Cristina sucumbieron a las encuestas en junio último, cuando se cerraban las listas para las Primarias Abiertas. “Es la que más mide”, explicaron. Y se fueron del PJ oficial de la mano de la ex presidenta para competir en Unidad Ciudadana, el armado multipartidario, supuestamente progresista, casi un capricho, que una vez más perdió la Provincia frente a Vidal y sus candidatos poco conocidos. Aunque Cristina, hay que decirlo, hizo una elección más que respetable que le ha permitido conservar centralidad política. La liga de alcaldes, pues, quiere quedarse –ahora sí- con el PJ provincial para “descritinizarlo”.

“Estás solo, jugá acá”, le propusieron a Espinoza. Curioso: es lo mismo que le dijo el matancero a Randazzo cuando le propuso que haga un acuerdo con Cristina para hacer una sola lista de cara a las pasadas elecciones legislativas. Vueltas de la política.

De nada valió que Máximo Kirchner -operador de su madre, lo que supone una cuota de cercanía mucho mayor con la ex presidenta que la ofrecida por Espinoza- amenazara con dinamitar los concejos deliberantes en los que tiene representantes o que propusiera una lista de unidad para la presidencia del partido pero con Jorge Taiana como candidato. Los jefes comunales se le plantaron. “Traidores”, le dijo el santacruceño a esa tropa que supo orillar la humillación cuando Cristina era la presidenta de la Nación.

A Cristina no le interesa particularmente el peronismo provincial. De hecho, desprecia lo partidario. Lo demostró al crear Unidad Ciudadana. Pero está claro que, a través de delegados, pretende conservar influencia en la vida interna porque eso la fortalecería como opositora. No es lo mismo para ella tener un PJ diminuto en la cancha, como el que compitió con Randazzo, que uno fortalecido y con todos los intendentes adentro.

Espinoza era y es un delegado ideal de la ex presidenta. Por el peso territorial que ostenta y que lo llevó a caer en la tentación de vaticinar, en medio de discusiones picantes, que “sólo con La Matanza” le puede ganar una interna provincial todo el resto que se le opone. Hablamos de un abanico que, además de los intendentes, integran la CGT, el Movimiento Evita y otras organizaciones de raíz peronista.

Se reitera: está claro que los intendentes ya no quieren saber nada con la Unidad Ciudadana. No es que busquen negar a Cristina, porque les sería imposible. Pretenden, en todo caso, dar la señal de que ya no quieren ser conducidos por ella en este “proceso de transición” hasta que se aclare el panorama, surja un nuevo liderazgo partidario y, eventualmente, puedan volver a hacer competitivo al PJ.

Ya marcaron la cancha en la Legislatura con el rol que jugaron en el Presupuesto (el lomense Martín Insaurralde asoma como uno de los gestores principales) y lo volverán a hacer cuando el PJ deba elegir a los jefes de los bloques legislativos provinciales: Julio Pereyra, delegado de la liga de intendentes y hombre “vetado” por Cristina a raíz de viejas cuitas, será el titular de la bancada referenciada en la Liga de alcaldes. Aparentemente, el cristinismo armará otro bloque, con Máximo como referencia más nacional. Tendrá la misión de intentar la “supervivencia” bonaerense del proyecto. No sería tarea fácil.

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