La unidad del peronismo bonaerense, un escenario cada vez más lejano

El domingo próximo, los afiliados del peronismo bonaerense, el partido político provincial más importante del país, irán a las urnas para renovar las autoridades de la fuerza y se encontrarán en los cuartos oscuros con una sola boleta. Es la que encabeza el intendente Gustavo Menéndez, cuya candidatura fue acordada como un intento de los distintos sectores internos de avanzar hacia la reorganización del partido, luego de tres dolorosas derrotas electorales. Pero en los hechos, la posibilidad de llegar a alguna forma de unidad interna en el PJ de la Provincia es parte de un escenario que se aleja día a día.

La atomización y la fractura interna del peronismo de la Provincia, de hecho, quedaron expuestas cruelmente en la Legislatura bonaerense, donde la asunción de los diputados y senadores electos abrió una negociación por la posible unificación de las distintas tribus internas. El intento fracasó a poco de andar. En la Cámara baja, los diputados con ADN peronista terminaron repartidos en cinco bloques distintos, un escenario casi a pedir de boca de la gobernadora María Eugenia Vidal y de Cambiemos.

La fractura, que en el Senado se cristalizó en la conformación de dos bloques, reavivó la discusión sobre el futuro del partido que gobernó la Provincia por casi tres décadas desde el retorno de la democracia a esta parte. Para algunos de los protagonistas, se trata de una de las crisis más importantes, similar quizás a la que atravesó el PJ bonaerense tras la derrota en las urnas de 1983, que abrió el proceso conocido como la renovación, que terminó llevando a Antonio Cafiero a la gobernación provincial.

“La diferencia es que en este escenario no asoman liderazgos que puedan llevar adelante una reorganización. Y va a ser muy difícil que asome mientras Cristina esté en escena y activa políticamente”, explica un dirigente con amplia trayectoria y muchas batallas internas en la espalda.

La figura de la ex presidenta, para muchos, es uno de los elementos conflictivos de la ecuación. “Algunos todavía la siguen queriendo como candidata. Casi nadie la quiere como conductora”, grafican puertas adentro del partido desde el sector de dirigentes con referencias territoriales.

El otro aspecto que se instaló como eje de disputa es la relación que cada uno de los sectores aspira a mantener con el gobierno de Vidal. Ese fue, en efecto, uno de los disparadores de las tensiones que terminaron frustrando la unidad en la Legislatura bonaerense. Es que en Cambiemos parecen haber encontrado en un grupo de intendentes del Conurbano y el interior un interlocutor a la medida de sus necesidades. “Es mucho mejor hablar y negociar con dirigentes que tienen responsabilidad de gestión que con los sin tierra”, repiten una y otra vez los operadores políticos de la Gobernación.

El que tiene como referentes a los intendentes que retuvieron sus distritos en la “catástrofe” electoral de 2015 es uno de los sectores que asoma para protagonizar el proceso de reorganización interna. De hecho, se consolidó como contrapeso en la Legislatura de las bancadas que ahora pasaron a llamarse Unidad Ciudadana.

Sus referentes estuvieron agrupados hasta el año pasado en grupos o ligas, como los “Esmeralda” o “Félix”, hoy diluidas. Los sectores se ordenaban entonces por su mayor o menor afinidad al proyecto kirchnerista. Hoy, los alineamientos son más difusos, pero parecen haber confluido en el marco del acuerdo para poner punto final al mandato de Fernando Espinoza en el PJ bonaerense y encumbrar en su lugar al intendente de Merlo, Gustavo Menéndez.

Los intendentes se fueron posicionando desde 2015 como los principales interlocutores de la gobernadora Vidal en contraste con los sectores del kirchnerismo. La grieta se plasmó en el tratamiento del Presupuesto 2018, semanas atrás, cuando Cambiemos logró la sanción con el voto de un grupo de legisladores que responde a intendentes del Conurbano y el interior.

Hoy, ese grupo logró conformar bloques de ocho bancas en Diputados y cuatro en el Senado. Los nombres elegidos para presidir las bancadas fueron dos ex alcaldes con larga trayectoria como Darío Díaz Pérez y Julio Pereyra.

DIÁLOGO

Hasta ahora, se proyectan como el sector de mejor diálogo con el oficialismo, lo que le valió, por caso, quedarse con el estratégico sillón de la vicepresidencia de Diputados, que fue para Marisol Merquel, una legisladora que responde al intendente de Saavedra Hugo Corvatta. Eso, pese a contar con menos cantidad de escaños que el bloque de Unidad Ciudadana, que encabeza la ex decana de Periodismo de la UNLP Florencia Saintout.

En el medio quedaron dos sectores con ADN peronista pero con alineamientos menos definidos. Se trata de dos bloques de dos integrantes cada uno, el que comanda la randazzista de Mar del Plata María Alejandra Martínez, acompañada por Patricia Cubría, del Evita, y que el decidió conformar José Ottavis junto con su ex compañera de La Cámpora Rocío Giaccone.

Aunque el fin de año está a la vuelta de la esquina, las grietas podrían volver a quedar expuestas en los próximos días, ya que en la Legislatura ingresarán proyectos del Ejecutivo, como la reforma a la ley de ministerios, que prometen generar polémica. Algunos ya avizoran posturas enfrentadas entre los distintos peronistas.

El episodio aleja las chances de que el inicio del próximo año legislativo se avance en un esquema de unidad o al menos en un interbloque que baje al recinto con postura conjunta y haga valer su peso numérico.