Los nervios de una inminente derrota de los sectores más duros

Mariano Spezzapria
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La actitud de los manifestantes que ayer coparon un plenario de comisiones en la Cámara de Diputados –como no ocurría desde la década del 90, según los memoriosos- fue propia de un sector de la política argentina que sabe que lleva las de perder en el debate legislativo, puesto que las recientes elecciones consagraron una nueva relación de fuerzas que les hizo perder posiciones.

El escándalo que provocaron en la reunión –con algunos golpes e insultos a mansalva- los privó incluso de argumentar en contra de una reforma, como la previsional, que tiene al Gobierno a la defensiva, con escasas chances de que se comprenda que busca implementar un ajuste fiscal –para reducir el déficit- a costa del bolsillo de los jubilados, pensionados y beneficiarios de AUH.

Tanto es así, que el ahorro fiscal de esta medida implicaría entre 60.000 y 80.000 millones de pesos en 2018, cuando en el mismo período las arcas públicas deberán hacer frente a unos 200.000 millones de pesos de los intereses de las Lebacs. Sin contar con que, además, no faltan especialistas que advierten que la reforma será inconstitucional por su carácter “regresivo”.

Pero más allá de las consideraciones jurídicas, la reforma consiguió ayer el dictamen con 39 firmas, entre diputados de Cambiemos y del bloque Argentina Federal, básicamente integrado por peronistas que responden a los gobernadores y ya no a Cristina Kirchner. En esa bancada reporta Diego Bossio, ex titular de ANSES, quien anticipó que votará a contramano de sus compañeros.

Tampoco el massismo apoyará la iniciativa oficial, anunció la especialista en materia previsional Mirta Tundis. Los bloques opositores más activos son el FpV-PJ y los de izquierda. Entre todos, sin embargo, no lograrán reunir los votos necesarios para bloquear la reforma. En ese contexto tuvieron lugar ayer los incidentes, que expresaron los nervios propios de una inminente derrota.