Sigue irresuelto el problema de los “cementerios” de autos frente a las comisarías

Hace pocos años los vecinos de Tolosa que viven en cercanías de la estación del ferrocarril se vieron agradablemente sorprendidos por la recuperación de un espacio verde en la rambla de 528 bis y la avenida 1, aunque en poco menos de un lustro el lugar se fue convirtiendo gradualmente en un playón que en la actualidad sirve como cementerio de autos ya casi reducidos a chatarra, sobre los que se arroja toda clase de residuos.

El playón ha sido elegido, en efecto, como sitio en el que la cercana comisaría Sexta comenzó a enviar autos que se encuentran involucrados en causas judiciales. Como ya no podían dejar más vehículos frente a la sede policial, ocuparon el que antes era un espacio verde para disfrute de los vecinos.

Los pobladores reseñaron que el predio fue parquizado esforzadamente por ellos, plantando árboles para dar sombra y cuidando el naciente parque, hasta que ahora todo ha mutado en un verdadero basural de autos oxidados o quemados. “Desde hace tres años tiran de todo en el lugar y eso, más la obra del tren, vuelve imposible vivir en el barrio”, alegan.

Destacaron, asimismo, que el depósito de chatarra genera riesgos por las diversas contaminaciones que se presentan: se sabe que muchos líquidos, dijeron, y varios materiales con que se fabrican los vehículos se transforman en residuos peligrosos.

Desde la la secretaría de Seguridad y Justicia de la Municipalidad, se estimó que el playón sería despejado en los próximos dos meses.

La medida incluye -aseguraron- a los autos y motos que se encuentran depositados en todas las comisarías. Cabría señalar que desde hace varios años se viene anunciando este operativo que, hasta el momento, no tuvo inicio.

Se sabe desde hace mucho tiempo que esos vehículos secuestrados por orden judicial no son sólo un problema para la gente de distintos barrios, sino también para los policías encargados de cuidarlos, tal como en reiteradas oportunidades informaron desde las distintas dependencias. Se conoce también que el problema excede a la voluntad de las autoridades policiales, ya que los autos deben permanecer hasta que las Justicia los libere.

Sea como sea, lo cierto es que se vuelve imperiosa la necesidad de hallar mecanismos que garanticen que la vía pública permanezca expedita y no ocupada en forma indefinida. Es evidente que esos rodados que descansan por tiempos muy prolongados en los alrededores de las comisarías son la cara visible de una derivación desprolija de procesos judiciales, pero al mismo tiempo son testimonios que reflejan la falta de interés, de decisión política y hasta de imaginación para buscarle al problema una solución definitiva, acorde con la que merecen no sólo los vecinos directamente perjudicados sino el orden general de la Ciudad.

Se está hablando, en suma, de bienes que no tienen por qué permanecer expuestos en zonas destinadas al uso y al tránsito público, causando trastornos a la vida ciudadana. Lo que se impone es que se aceleren todos aquellos trámites destinados a garantizar una mejor disposición de estos vehículos, cumpliendo desde luego con las normas legales que establece el procedimiento a seguir.